Hacer dieta I

  08/06/2012

GLORIA MARTÍ (*)

La pérdida de peso no depende sólo de la fuerza de voluntad. Las personas estamos programadas para mantener un peso determinado que se sitúa dentro de un intervalo y dentro de este intervalo el peso puede variar, pero es muy difícil que se sitúe por encima o por debajo del mismo mucho tiempo.
 Una serie de defensas metabólicas tienden a mantener el peso estable a pesar de los cambios en la dieta. Entonces las personas que están a dieta aprovechan mucho mejor la energía de los alimentos de manera que la pérdida de peso es menor de lo que se podría esperar y es por eso que una ración normal de comida puede hacer engordar a estas personas. Del mismo modo las personas sobrealimentadas aprovechan mucho menos la energía de los alimentos, de manera que aumentan de peso hasta un punto, pero después el peso permanece estable, por lo que la ganancia de peso es inferior a la esperada.
 La mayoría de las personas estamos entonces programadas para estar en el peso promedio, el cual, es sin duda superior al ideal social (que es el que debería corregirse), sin embargo las mujeres, sobre todo, se esfuerzan por llegar a este ideal al cual no se ajustan naturalmente. Pero las personas que están programadas para un peso normal e intentan perder peso, recuperan ese peso perdido poco después y por mucho que atribuyan su fracaso a su fuerza de voluntad y se depriman, en realidad es un problema de biología.
 En las personas con sobrepeso la pérdida es fácil de lograr al principio, pero tienen mucha dificultad para seguir perdiendo peso y mantener la pérdida (las estadísticas dicen que de cada 100 personas con sobrepeso y que lo pierden, sólo 5 consiguen mantener la pérdida durante años, por lo que el 95 % recuperan el peso perdido), podríamos decir que es imposible que el 95 % de las personas tenga un problema de falta de voluntad.
 Luego hay personas a las que les cuesta mucho esfuerzo hacer una dieta o que ven muy difícil alcanzar esa delgadez que tanto desean y entonces emplean métodos más drásticos y peligrosos, como el vómito autoinducido, ayunos, el abuso de laxantes y diuréticos o el ejercicio extremo, con las consecuencias para la salud y el estado de ánimo que todo ello conlleva...

(*) Psicóloga.

 

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