Historias de mis libros (XIV). Numa Pompilio (y 2)

  14/07/2014

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La novela que nos presenta a Numa, tiene una extensión de 155 páginas y como la primera quise enviarla a algunos concursos literarios. Esta vez no la ofrecí a ninguna editorial. Hay que tener en cuenta que en boom de la novela histórica vino un poco más tarde y esta la escribí en el año 1993.

En aquel momento se convocó el XII Premis de la ciutat de València por el Ayuntamiento de Valencia y la presenté con el título de Numa y Egeria. Asimismo la Diputación de Valencia convocó el XLII Premio Valencia de Literatura presentándola como La ninfa y el sabino.

Ninguno de los dos certámenes la consideró adecuada para premiarla. Fue una segunda decepción para mi 'ego'. Cuando comenté mis fracasos al autor de Puerto del Este, Jesús Moncho, me dio algunas claves y una de ellas es la ausencia de un conflicto. Me decía: lo que tienes que hacer es crear un conflicto, entonces es cuando la novela engancha porque el lector desea conocer como se resuelve el conflicto que presentas. Eso es lo que me falló. Jesús Moncho seguía: ¿a quién perjudican las medidas que Numa incorporaba al gobierno de la ciudad?, ¿a quién beneficia? Los perjudicados lucharán para evitar esas medidas y los que se beneficien de las mismas lo harán por imponerlas y al final y después de creada la tensión del conflicto, se da una solución o se toma una decisión. Pues bien, esa era la clave para crear una novela y mantener la atención del lector.

Aun hubo otra cosa que me llamó la atención de los concursos o premios literarios. Cuando me devolvían los ejemplares, éstos parecía que no se había ni tocado y por supuesto ni leído. Si enviaba cinco o seis ejemplares, uno para que lo leyera cada miembro del jurado, era como si hubieran acordado no dejar ni una sola huella de haberlo leído o como si desde la dirección del concurso se hubiera dado la consigna de no dejar ni una sola marca. Bien pudiera ser que tras la lectura, por ejemplo, de las cinco primeras hojas, hubieran visto que no era necesario leer la obra por ser un 'ladrillo', pero este hecho me desilusionó y desengañó en cuando a mi experiencia de autor que se presenta a premios literarios; es como si hubieran dicho: no hace falta que leáis todas estas obras, porque el premio se lo merece...

Lo que si constaté es que el novelista ha de crear una trama, que yo no sé hacer. Se necesita una creatividad especial para crear situaciones. El de miembro del jurado de Murcia me había dicho: se nota más al historiador que al novelista y ahí está la clave de mi fracaso en el mundo de la novela, porque como historiador me falta mucho por aprender, aunque escriba cosas de historia y como novelista, aun mucho más. El crear una trama que prenda al lector supone una dosis fuerte de creación, experiencias vividas, recursos e imaginación, horas de trabajo y de ejercitación, en fin, múltiples facetas que no tengo.

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