Me aburro
Desde muy jovencito desterré de mi diccionario este horrible término en cualquiera de sus formas.
¿Cómo es posible que alguien se aburra cuando necesito días de setenta y dos horas para hacer la mitad de las cosas que me gustaría y que, obviamente, no son trabajo remunerado?
He llegado a una edad en la que me encuentro con demasiadas personas jubiladas o a punto de jubilarse, incluso alguna ya muy pasadita de esa edad pero que no se decide a dejar su trabajo o negocio.
El denominador común entre ellas y su casi único tema de conversación es el aburrimiento cuando no tienen que ir a trabajar.
Un frío análisis de esta demasiado extendida idea del aburrimiento deja como saldo una lamentable conclusión que muchos no aceptarán y otros muchos más, se sentirán ofendidos, pero, es la realidad pura y dura, se trata nada menos que de una precaria educación que les impide encontrar belleza, entretenimiento, en definitiva interés en los millones de cosas que nos rodean.
Empezando por la propia familia, ese entorno incondicional que con el correr de los años o desde hace muchos años, según el caso, se ha zambullido en la rutina del aburrimiento.
Ya nada les hace gracia, entretiene o despierta interés.
Son seres vacíos que han encontrado refugio en su trabajo, han llenado sus días alejados de la familia, ignorantes de otras actividades placenteras, según cuáles para según quienes.
En casi todos los casos, propongo un escrito de Jorge Bucal que aconseja buscarse una amante, explica que no necesariamente esa amante tiene que ser una dama o un hombre de carne y hueso, simplemente con que sea algo que te saque de la rutina, te ofrezca nuevas inquietudes, un a dónde ir...
Puede ser el mus, coleccionar sellos, hacer senderismo o practicar sexo con el vecino, pero que sea algo que llene esas horas vacías.
Lo lamentable es que en todos los casos, los aburridos en cuestión, no encuentran aliciente en ninguna oferta, su trabajo ha sido su vida y sin él están perdidos.
En mi opinión, el problema es que son adultos, han perdido lo más bello que nos da la vida, ser eternamente niños y entusiasmarnos con las cosas más sencillas.