Nos tratan como a tontos porque tal vez lo somos
No hace falta entrar en los miles de ejemplos que a diario este gobierno y los fieles seguidores dentro de sus filas nos regalan dando material para escribir cientos de artículos donde denunciar cómo nos toman el pelo.
Esta semana tuvimos el gran premio de los Goya del cine español.
Todo son críticas a la ausencia del ministro de anticultura, según Bardem, excusas de otros ministros y representantes del PP incluso dejando veladamente que como ministro no debería asistir a un acto donde le iban a pitar y abuchear.
La astucia de estos tipejos es tal que, nosotros, humildes mortales, crédulos y convencidos que ya nadie nos engaña, hemos sido engañados por la estrategia más sencilla que se puede aplicar en política.
Con los antecedentes de las últimas galas Goya, lo previsible era que quienes tuviesen acceso al micrófono soltaran una avalancha de críticas a la labor, o mejor dicho, pésima labor del ministro, sacándole esos colores que tantos políticos temen (clara alusión a mi artículo de la semana pasada).
Entonces, ellos que son mucho más listos que nosotros, el señor ministro y sus asesores, recuerden que seguro tiene una docena de chupópteros para sugerirle gilipolleces, tomaron la decisión de que si no se presentaba, no habría lista de errores, no habría paleta de colores, tal vez alguna pincelada dedicada a su ausencia impresentable, pero no a sus barbaridades cometidas.
Es decir, una excelente ausencia para evitar un gran ataque y que todo quedara en un mal menor.
Porque cierto es que puestos a valorar, el que no haya asistido a la gala es un pecado sin importancia comparado con los desatinos con que viene asombrándonos desde que asumió el cargo.
Conclusión, nos creen tontos, pero mucha gente, empezando por los que tuvieron la oportunidad de micrófono y cámaras, ha mordido el anzuelo perdiéndose la esencia del problema.
Tal vez, y sólo tal vez, nuestra inocencia no nos permite ser tan listos como ellos, o ¿somos tontos?