Reeducar la marcha

  15/09/2011

??INÉS ROIG (*)

A partir de cierta edad, se comienza a notar el peso de los años. Y muchas de las molestias y dolencias (sobre todo en la zona lumbar y dorsal) se achacan, y no de forma gratuita, a las malas posturas que hemos adoptado a lo largo de nuestra vida.
Cuidar la higiene postural y corregir los defectos del caminar en la edad adulta no es imposible, pero los cambios se deben introducir poco a poco para que el cuerpo los asuma, es mejor hacerlos bajo la supervisión de un especialista para no provocar descompensaciones y darle tiempo al cuerpo para que responda.
Una de las premisas que influyen directamente sobre la marcha es la buena elección del calzado que deberá estar más en función de la actividad que vayamos a realizar que de cómo andemos. En este sentido resulta importantísimo respetar esos tres o cuatro centímetros de tacón de los que siempre hablan los especialistas, pero no hay manera: en el caso de las mujeres suele obviarse o por que se opta por un tacón mucho más alto o por uno completamente plano e igual de desaconsejable ya que en los últimos tiempos se están dando muchos casos de tendinitis ocasionados por zapatos planos en exceso porque fuerzan de una forma extraordinaria el tendón de Aquiles.
Ahora bien, si cuesta cambiar los zapatos, la tarea de cambiar nuestros pasos es todavía más laboriosa, porque nuestras zancadas son un acto inconsciente: andar es algo que hacemos sin pensar.
Menos complicada de controlar que esos apoyos inconscientes es la postura que adoptamos con el resto del cuerpo. La postura correcta al caminar es con la cabeza erguida, mirando al frente, la espalda debe estar recta, los hombros hacia abajo, sacando un poco el pecho y escondiendo siempre la barriga.
Entre los defectos más comunes al caminar está el arrastrar los pies o el caminar de puntillas. Tanto en un caso como en el otro realizaremos no solo un gasto energético mayor sino que pueden aumentar las molestias en las rodillas, cadera y espalda. Y para evitar cargar la espalda si estamos muchas horas de pie se recomienda cambiar a menudo de posición, el calzado debe ser cómodo, de tacón bajo y no estar quietos ya que las posturas mantenidas, son causa de dolor lumbar.
Revisar la suela de los zapatos para comprobar que no hay desgastes desiguales es un claro indicador de cómo se produce la marcha y de si hay apoyos extraños es una forma ideal para descubrir si debemos achacar nuestros problemas de espalda a nuestra forma de andar.
Sea como sea, lo que hay que recordar es que andar es saludable. El sedentarismo es el mejor aliado de una grandísima parte de las nuevas epidemias de nuestro siglo. El ejercicio físico alarga la vida y disminuye el riesgo de enfermedades vasculares. Según los cardiólogos andar treinta minutos al día es la mejor fórmula para estar en forma, y lo que es más importante, sin riesgo a lesionarse. Supone una ayuda para controlar los niveles de colesterol y mantiene a raya la obesidad y la hipertensión arterial. Basta con andar media hora al día. Pero ¡ojo! No vale con andar de cualquier manera. Una postura correcta y una respiración y calzado adecuados son imprescindibles para sacar provecho.

(*) Farmacéutica

 

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