Un accidente que se repite muchas veces pasa a ser una mala costumbre

  19/09/2016

Guillermo_Ares_Opinion

Siempre que algo malo ocurre más cerca de nuestro entorno la sensibilidad se despierta haciéndonos pensar un poco más allá de lo habitual.

En estos días pasados un estúpido accidente de tráfico destrozó para siempre a una familia querida por todos los vecinos de esta comarca.

Ninguna necesidad de ahondar en el caso pero sí es razón para que, como decía mi abuela "una vez que María cayó en el pozo alguien fue y por fin lo tapó para que no se caiga nadie".

Los verdaderos responsables de los accidentes de tráfico son los propios conductores que no conocen sus limitaciones ni se educan o entrenan para conducir y circular por calles y carreteras.

Los responsables subsidiarios son aquellos que no hacen bien las leyes, que autorizan chapuzas y contubernios para beneficio económico de unos pocos y en otros casos de una gran parte de la población trabajadora.

Un estudio realizado en los años 80,cuando se superó la cifra de 9.000 muertos al año en accidentes de tráfico, determinó que sería imposible ser rigurosos a la hora de dar el carné de conducir porque se acabaría con la venta de coches y en consecuencia con su fabricación y el desastre que conllevaría en la sociedad activa, además de impuestos, seguros, petróleo y mil actividades que viven del consumo del automóvil.

Seamos serios, pongo la primera piedra denunciando desde mi teclado que en las autoescuelas no enseñan ni a conducir ni a circular, sólo ayudan a pasar el examen por los pelos dejando al nuevo conductor solo, desnudo y descalzo en una selva llena de peligros.

Por otra parte, sólo algunos pocos privilegiados saben cómo llevar un coche con más de 70 caballos de potencia después de unos pocos paseos por la ciudad con el cartelito de "en prácticas".

Los pilotos de Fórmula 1 o Moto GP han pasado antes por media docena de categorías año tras año hasta llegar a la más potente.

Muchas, demasiadas veces, llevar 30 años conduciendo no exime de hacerlo mal durante 30 años.

No sólo la habilidad, de la que muchos carecen, demasiados, sino también la forma psíquica la que otros muchos desconocen alterándose ellos mismos y los de su entorno, son causas de accidentes estúpidos, evitables simplemente con las pautas de siempre que además, valen para todo: formación, información, práctica, sentido común y muy especialmente responsabilidad.

Tengamos las cosas claras y digamos sin rubor, cualquier accidente de tráfico es causado por impericia, distracción, soberbia, desconocimiento de los límites del coche y de uno mismo, en definitiva, por falta de responsabilidad.

Si todos hiciésemos un análisis de nuestra capacidad para conducir y circular, si todos hiciésemos un análisis de conciencia y fuésemos capaces de reconocer que o bien nos limitamos a nuestro nivel de posibilidades o bien dejamos de conducir, con toda seguridad se reducirían los accidentes a unos pocos en manos de unos irresponsables, hoy sólo son un mal hábito.

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