Un mundo feliz

Algunos visionarios acertaron su futuro, hoy nuestro presente desde su presente que es nuestro pasado, como Julio Verne describiendo un submarino impensable en su época o Discepolo y sus tangos de hace cien años cuyas letras son más actuales hoy que en su momento.

Otros vaticinaron un Planeta de cerebros vacíos dominados por la estupidez y el afán de poder de un loco y sus seguidores ávidos de menos poder pero poder y riquezas al fin.

Para conseguir un Mundo Feliz,?Aldous Huxley nos llevó hasta una civilización autómata que a partir de no poder pensar por prohibición gubernamental, creía vivir realmente feliz.

Los tiempos que hoy nos toca vivir están cada vez más cerca de estas fantasías literarias de antaño, no hay más que pasearse por las redes sociales, las pintadas en las calles o carteles anunciadores y textos varios donde las "H" caen en cualquier parte, los acentos brillan por su ausencia y "a ver" se convierte en el verbo "haber".

Pero no sólo es gramatical la cueva del desconocimiento, vacía de cualquier información útil como saber quienes son los ministros que nos gobiernan o que el "barrio rojo de Amsterdam" no está en Bélgica.

En un acto de fidelidad a mi propósito de no ocupar estas líneas con política, diré que ellos son muy listillos y el pueblo muy simple, se deja engañar con un caramelo barato que alguien dio por llamar "tecnología", el móvil, el nunca mejor dicho "automóvil" que aparca solo y ya hasta evita peatones.

Estamos entrando en una era en que las pantallas táctiles nos empiezan a dominar, no tengo espacio para describir tanto progreso en tan sólo un par de décadas, de todos modos, sabemos de qué hablo, ya no hace falta reunirnos físicamente porque la tecnología nos permite estar aunque no estemos.

Sin duda es muy cómodo, pero está creando nuevas generaciones de "tontos" con altos grados de ignorancia que es la mejor manera de ser dominados.

Por suerte, como describe Ray Bradbury en Fahrenheit 451, siempre habrá una resistencia que se aprenda de memoria los libros que las autoridades queman, con el fin de conservar el conocimiento, la cultura y en definitiva, no lo duden...LA LIBERTAD.