Un respiro veraniego
Como no puedo aplicarme el estado ideal del ser humano que es "estar de vacaciones", le doy unos días de respiro a mi cerebro para que no se siga deteriorando con tanta porquería que me sirve para alimentar estas líneas.
El riesgo es grande, porque he detectado que cuando no me meto con nada ni nadie, baja la lectura de estos articulitos, me llaman o mandan muchos menos mensajes, a favor o en contra, pero menos.
No importa, nos tomaremos esa bocanada de aire fresco pensando que el mundo va bien, España va bien, sin corrupción, sin incendios provocados para recalificar terrenos antes no especulativos, sin toros ni violencia de género, ni de la otra, ahora que empieza una campaña en favor de la venta libre de armas.
¿Se imaginan una España con pistoleras en las cinturas de hombres y mujeres?
Creo que son las funerarias quienes patrocinan este asunto.
Que me voy por las ramas, no quiero pensar en lo malo durante estos días.
Entonces me siento ante el teclado, un documento nuevo en blanco y la mente igual.
¿Dónde hay cosas bonitas de las que se pueda escribir y la gente quiera leerlo?
Me transformaría en un periodista de turismo o de moda, tal vez de gastronomía o...
Bueno, lo estoy logrando, no he escrito sobre los cuatrocientos perros diarios que se siguen abandonando aunque sea una buena noticia ser los primeros de Europa en algo.
Tampoco menciono que vamos de camino a superar las cifras del año pasado en mujeres asesinadas por violencia de género, ni que la política sigue cada vez más inmersa en casos de corrupción o disparates que ya empiezan a cometer los nuevos pequeños gobernantes que han conseguido cambiar de la oposición al poder, razón suficiente para deshacer todo lo que hicieron antes porque estaba mal para hacerlo casi igual o peor.
Estos días, mi cerebro está de vacaciones.