A las puertas del verano, Casa Meua és Casa Teua llega al Hotel Los Ángeles
Una joya a pie de playa con un trato personal y familiar
Antonio Sellés y Maruja Martínez alquilaron en 1966 el hotel que él dirigía
El programa con el que Els Magazinos homenajea a las familias con tradición hostelera, esas que han contribuido a hacer de la Marina Alta un lugar donde saborear y empaparse de lo mejor del Mediterráneo, llega este mes de mayo al Hotel Los Ángeles. Situado en Les Bovetes, a pie de playa, es un establecimiento de referencia y un espacio donde disfrutar y desconectar. Pero sobre todo, un lugar donde sentirse a gusto y gozar del sol, la playa, la buena mesa y la familiaridad con la que se trata a los huéspedes. La atención y el trato personal se han convertido en sello de la casa, carácter que ha sabido imprimir al hotel la familia Sellés Martínez y el equipo humano del que siempre se ha rodeado.
Casa Meua és Casa Teua hace este mes un homenaje a tres generaciones de una familia que ha trabajado duro para convertir el hotel en un referente, modernizando sus instalaciones y tratando de adaptarse desde el primer día a los cambios en la demanda y a las necesidades y exigencias de los clientes. Quienes la conocen, saben que la suya es una historia de obras y reformas -casi constantes pero necesarias- para seguir estando ahí, en lo más alto, en una ciudad donde la oferta hotelera no es precisamente lo más destacado. Ellos han sabido fidelizar al cliente con ese trato humano que te hace sentir como en casa, con una atención y servicios elogiables y con una cocina que, sin dejar de lado la tradición, se atreve con innovaciones. Un ejemplo lo tenemos en la cena del jueves 25, con la reinterpretación del figatell de rabo de toro y platos que se salen de lo clásico, como el capuccino de setas.
Antonio Sellés y Maruja Martínez alquilaron el Hotel Los Ángeles en 1966, al poco de casarse. Ella, como recuerda, no sabía nada de hoteles. Se habían conocido en Benidorm, a donde Antonio marchó para trabajar en la conserjería del Hotel Planesia que, regentado por Vicente Alemany, fue uno de los establecimientos pioneros del Benidorm turístico. Sus conocimientos de alemán -“tenía mucha facilidad para los idiomas”, recuerda su viuda- le facilitaron el ascenso y le abrieron nuevas puertas a nivel profesional en aquel pueblo de pescadores, muy distinto al Benidorm que ahora conocemos. Trabajaría después en el Hotel Europa, con una clientela formada básicamente por alemanes.
Una joven Maruja Martínez, nacida en Mutxamel, residía por aquellos días en Benidorm con su hermana. Fue a través de su cuñado como conoció al que sería su marido y con quien formaría una familia en Dénia. Allí, en su ciudad natal, Antonio dirigiría a partir de 1965 el Hotel los Ángeles, un hotel de playa construido prácticamente en medio de la nada -la carretera de Les Marines llegaba hasta allí a duras penas- que había abierto sus puertas en 1961.
El propietario del hotel era Francisco Estrela, natural de Madrid, que compró la parcela donde se ubicaría y otros terrenos en los alrededores, en su mayor parte poblados de viñedos. “Un visionario” para los tiempos que corrían -como ella dice- en una Dénia que empezaba a hacer guiños al turismo.
La pareja se casaría en febrero de 1966 y en marzo de ese mismo año alquilaría el hotel. Maruja Martínez recuerda que no había agua caliente -“lo primero que hicimos fue ponerla”- y que el agua de lluvia se colaba por las ventanas porque no cerraban bien.
El hotel tenía 59 habitaciones (81 en la actualidad), ofrecía pensión completa y la costumbre era abrir desde junio hasta mediados de septiembre. Al poco tiempo, ampliaron la temporada con la Semana Santa, ya que había familias que lo demandaban. Pasados los años, se convertirían en clientes fijos. “Ya entonces”, explica Cristina Sellés, la hija del matrimonio que ejerce ahora como directora, “se personalizaba mucho lo que el cliente quería, algo que nos diferencia de las cadenas hoteleras”.
En el hotel se daban banquetes y bodas. Poco a poco se convirtió en testigo del espectacular crecimiento que experimentaba Dénia y, en especial, la zona de Les Marines. También en protagonista, porque se fue ganando un nombre y cosechando una clientela fiel. Antonio Sellés, relata su esposa, jugó un importante papel también en la prolongación de la carretera hasta el Molinell, para lo que se promovió incluso una recogida de firmas.
El matrimonio Sellés Martínez compraría el hotel en 1982. Desde el primer momento, supo que la atención y la calidad en el servicio eran fundamentales. Y para garantizarlas se hizo necesario emprender varias reformas. Una de ellas, en la década de los 80, fue el cambio de ubicación de la cocina. Las necesidades de los clientes eran otras y se suprimió la pensión completa, manteniendo la media pensión y ampliando poco a poco el servicio de restaurante, que pasó, cómo no, por una etapa de platos combinados.
La reforma más importante se acometió en 1995, cuando se dejaron las dos plantas del hotel diáfanas para remodelar las habitaciones y se dotaron de terraza las que tienen vistas al Montgó. A diferencia de lo que puedan creer algunos, “el hotel no ha sido la gallina de los huevos de oro” - apunta Maruja Martínez- “y todo lo que se ha sacado se ha vuelto a invertir en él”.
En 1998 se instalan los ascensores, se reforma el hall y la planta baja; en 2003 se construyen los áticos de la tercera planta y el anexo de 8 habitaciones; en 2006 la piscina; en 2011, nuevas habitaciones, el gimnasio y el spa. Son tal vez las reformas más destacadas de un hotel que está en constante evolución y que mantuvo las dos estrellas hasta el año 2000, cuando llegó la tercera. La cuarta lo haría en 2011, cuando se estimó necesario subir de categoría porque así lo exigía la demanda, “aunque mi padre prefería que fuese el mejor hotel de tres estrellas a tener cuatro”, explica Cristina.
El tipo de clientes no ha cambiado tanto como la duración de las estancias. Al principio julio era el mes de los francese; a los ingleses y alemanes no se les veía por allí. Ahora, la primavera y el otoño son temporadas de turistas extranjeros. El verano, como entonces, se llena sobre todo de familias españolas, valencianas y madrileñas más que nada. Las restricciones por el covid que solo permitieron viajar dentro de cada comunidad favorecieron la llegada de clientes de la provincia de Alicante, una tendencia que ha ido al alza con la implantación del bono turístico. Aunque se sale más, las estancias son más cortas y las reservas se hacen a última hora.
Cristina (directora del hotel), Ana (responsable de recursos humanos y de la elaboración y traducción de las cartas) y Tono (director de compras, sumiller y encargado de la carta de vinos) han vinculado su vida a la empresa familiar, en la que han pasado por diferentes puestos. “Todos empezamos carreras universitarias y compaginamos los estudios con el trabajo”, indica Ana, “pero los tres optamos por quedarnos en el hotel”.
Ahora, el hotel cierra durante tres o cuatro meses en invierno, los de mayor humedad, tiempo que como señala Tono se aprovecha para realizar labores de mantenimiento, siempre necesarias por su proximidad al mar.
Antonio Sellés estaría muy contento de ver que sus nietos Carmen, Cristina, Santiago y Arturo -la tercera generación- se han formado para ello y se han implicado también en el negocio, apostando por aspectos como la sostenibilidad, la innovación y la tecnología.
Orgullosos de la labor que han hecho padres y abuelos, presumen de las buenas valoraciones que obtiene el hotel en recursos humanos, trato familiar y limpieza. Una medalla esta última que atribuyen a Maruja Martínez, “que ha enseñado muy bien a las gobernantas y un aspecto que siempre se ha encargado de controlar personalmente”.
De la mano de Cervezas Turia, Els Magazinos lleva el jueves el programa Casa Meua és Casa Teua a esta pequeña joya de Les Bovetes para recibir el verano. Bienvenido sea.
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El menú de la cena del jueves 25 de mayo, a les 21 h., en el Hotel Los Ángeles: Cocktail de bienvenida: Tomate, queso y sardina; Patata, yema y sobrasada; Bacaladilla, coliflor y allioli; Croquetas de pollo; Almendras. En mesa: Capuccino de setas; Corvina, suquet, chalota y espinacas; Figatells de rabo de toro, parmentier y piparras; Postre: Sorbete de cítricos de nuestra huerta; Trufas caseras & Café e infusiones. Maridaje: Cervezas Turia e Inedit con dos de los platos, y además vino Vilerma blanco, Mestizaje tinto y Cava Paloma Mínguez. Precio: 50 euros. Reservas: 96 578 04 58