Adoquines de piedras negras y sindicalistas en la cantera de La Mola

  • Adoquines de piedras negras y sindicalistas en la cantera de La Mola
  • Adoquines de piedras negras y sindicalistas en la cantera de La Mola
  26/02/2022

El adoquín de ofita era una piedra labrada en forma de tronco de pirámide –de origen volcánico- que fue muy utilizada para pavimentos. Una de las canteras de ofita estaba en el término municipal de Benissa, a escasos 200 metros del linde con Calp. La Mola contaba con trabajadores procedentes, en su mayoría, de las partidas rurales de Canelles (Benissa) y del Barranc Salat (Calp). El devenir histórico de esta explotación minera está contado al detalle por José Luís Luri Prieto y Robert Llopis i Sendra en el libro Canteros de piedras negras. Adoquines y sindicalistas en la cantera de La Mola (Benissa-Calp, 1926-1936), editado por Publicacions Universitat d’Alacant en la colección Històries.

            La Mola, situada en una zona montañosa de difícil acceso y aislada de los núcleos urbanos, fue centro de trabajo de unos agricultores que se reconvirtieron en mineros, en mano de obra especializada, para huir de los míseros jornales del campo. Pero La Mola fue eso y mucho más porque en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República se convirtió en un núcleo autónomo anarcosindicalista afecto a la CNT. Luri y Llopis se aproximan en su libro a la dimensión del asociacionismo sindical y de la conflictividad obrera en la cantera de La Mola, entre la proclamación de la República y el inicio de la Guerra Civil.

            Los primeros registros sobre la cantera aparecen en 1926 pero, según comenta Luri, su actividad comenzó antes, sobre 1917. La Guerra Civil interrumpe los trabajos, que se reanudarían tras el fin de la contienda militar hasta 1947. De la extracción de la roca y su tratamiento se elaboraban bombillos, adoquines negros, mosaicos, machacas, etc. Parte de este material se envió, bien por vía marítima o férrea, a ciudades como Valencia, Alicante Sueca y Gandia para el adoquinado de sus calles. En los puertos de La Vila y Altea se crearon pantalanes para cargar los barcos con todo el material. Se trata de un trabajo exigente físicamente y de habilidad pero un buen adoquinaire podía hacer 500 o 600 piezas al día. “Se podía llevar 25 pesetas diarias y en el campo, cuando lo tenías, no eran más de 4 pesetas” subraya Luri. El impacto económico “fue muy grande y cambió todas las relaciones de la misma comunidad”, añade Llopis.

            La crisis del 29, la irrupción de la República y el inicio de la Guerra Civil son los tres factores que propiciaron el declive progresivo de La Mola. Además, se mejora la técnica asfáltica, que tenía menos costes que el adoquinado con piedras.

 

CASA DELS HORTS

 

            La Casa dels Horts, en la partida Canelles, fue el centro neurálgico de la zona para desarrollar todo tipo de actividades sociales y de ocio. Y también fue la sede de las reuniones sindicales bajo la iniciativa de los compañeros de La Nucia. “Pensamos que donde había canteros de La Nucia siempre había un núcleo sindical de la CNT”, dicen los autores. Luri apunta que “se trataba de chicos muy jóvenes porque, cuando se inició la guerra, no tenían derecho a voto todavía”. “Cuando les viene todo este aluvión de ideas avanzadas, se les abre el mundo y una idea un tanto idealista”, añade.

            La rama de los canteros aporta una parte importante en las directivas de la CNT de Benissa y de Calp. Las primeras bases de trabajo, lo que hoy serían los convenios laborales, aprobadas en el sector de la industria adoquinera en la provincia de Alicante fueron las de Benissa, según consta en el Ministerio de Trabajo. “Estamos hablando de antes de la Guerra Civil y esto es representativo de la fuerza de este lugar”, subraya Llopis.

            La represión franquista contra los canteros de La Mola fue muy acentuada con la instrucción de 16 consejos de guerra. Además, dos canteros, Jaime Perles y Francisco Ropero, estuvieron penados en batallones disciplinarios. Y el aserrador mecánico, Vicente Fornés, fue condenado por un consejo de guerra a la pena de muerte.

 

HISTORIA SORPRENDENTE

 

            La labor de investigación, de tirar del hilo, ha sacado a la luz “historias realmente sorprendentes y hay muchas cosas que no me las esperaba”, comenta Llopis. Los canteros, cuenta, estaban suscritos a periódicos de Nueva York, de cultura obrera, e incluso escribían sus inquietudes en la revista Blanca. “Encontrar notas o comentarios hablando sobre la materia, si existe o no, eso es sorprendente, como poco”. Los autores del libro sostienen que “La Mola fue como el germen de toda una cultura que se expandió por la partida Canelles, Barranc Salat, Oltá, Calp, etc., y va más allá de la vertiente sindical”.

            Con todos estos datos, no se entiende como La Mola es –o era hasta ahora- un tema totalmente desconocido. Una historia desaparecida de la memoria colectiva en Benissa o apenas va más allá de una memoria “oficiosa” en Calp, según apunta el profesor Antonio Calzado en el prólogo del libro. Luri y Llopis reclaman la necesidad de incluir la cantera en un catálogo de elementos protegidos, reconocerla administrativamente por sus elementos históricos y ponerla en valor como se merece.

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