Buenas noticias: pasados los 50 también es posible ponerse en forma
INÉS ROIG (*)
Al 31% de la población que se declara abiertamente sedentario y que en plena cincuentena no hace ningún ejercicio físico, le interesará saber que, aún está a tiempo de evitar la degeneración muscular y ósea que puede convertirle en un anciano antes de tiempo.
Cuando llegamos a los cuarenta se inicia la pérdida de masa ósea, un proceso que en las mujeres va más acelerado a causa de la menopausia. A partir de esa edad los huesos pierden flexibilidad, resistencia y capacidad de modelado, y aparece la osteoporosis, una enfermedad que hará que, ante cualquier contusión, las posibilidades de fractura aumenten. Con la musculatura ocurre algo muy parecido. Si no existe el estímulo del ejercicio, en las personas mayores se puede producir la pérdida degenerativa de masa muscular, que provoca una debilidad que puede afectar a la persona en forma de pérdida de fuerza, equilibrio y caídas.
Iniciarse en la práctica de actividad física no tiene edad y la recomendación en cuanto a mantenerse activo las incluye a todas, siempre adaptándose a las necesidades de cada grupo poblacional y teniendo en cuenta, si existen, contraindicaciones médicas. Es cierto que lo ideal para ver la recompensa en la edad adulta es adquirir esos hábitos saludables a una edad temprana, pero igualmente la recomendación de mantenerse activo se extiende también a las personas a partir de los 55 años.
Empezar a hacer ejercicio a edades tempranas (antes de los 30) tiene sus ventajas porque permite que el cuerpo se adapte progresivamente. Esto implica que haya una mejor tolerancia al ejercicio, sobre todo a altas intensidades. Pero eso no quiere decir que un inicio tardío del ejercicio o la actividad física sean perjudiciales o no sirvan para nada. Es cierto que a partir de esta edad hay que ser precavido y tomarlo como una carrera de fondo, pero en ningún caso es malo hacer ejercicio.
Para todos aquellos que se encuentran un poco perdidos, la recomendación, es una combinación de ejercicio aeróbico, entrenamiento de fuerza, balance y flexibilidad. Se recomienda empezar por un programa de ejercicios y actividades en los que se trabaje el cuerpo tanto de manera global como de manera específica, hacer ejercicios de tipo aeróbico (paso marcha, nadar, bailar, ciclismo…), que ayudarán a reducir el riesgo de enfermedades cardiacas, vasculares y metabólicas, combinados con la práctica de ejercicios de flexibilidad (estiramientos), equilibrio y aquellos en los que se trabaje la fuerza y la resistencia (pesas) con el objetivo de mejorar la salud muscular y ósea.
No se trata de vencer la pereza, sino de invertir en salud para llegar a la jubilación en la mejor forma posible.
(*) Farmacia Las Marinas.