¿Clases sí o clases no?
El debate sobre la conveniencia de mantener los centros educativos abiertos se acentúa con el avance de la pandemia mientras los profesionales aseguran que las aulas son lugares seguros
Con el disparo de contagios y el trepidante avance de la pandemia se ha vuelto a plantear el debate sobre la conveniencia de mantener los centros educativos abiertos. Las dudas nos asaltaron en el mes de septiembre, cuando nos enfrentábamos al inicio del curso más incierto de toda la historia. Con el paso de las semanas se demostró que, tal y como se vaticinaba, colegios e institutos eran lugares muy seguros, donde los protocolos y planes de contingencia se cumplían a rajatabla y estaban dando su resultado. En el segundo trimestre, tras la Navidad, ha habido un repunte de casos entre alumnado y profesorado. La mayoría de profesionales del ámbito sanitario y de la educación opinan que lo que ocurre no es más que el reflejo de lo que sucede fuera e insisten en la seguridad de las aulas, a donde el virus se trae desde casa. Sin embargo, se han alzado ya algunas voces pidiendo el cierre por el miedo a los contagios masivos.
Aunque la primera semana tras las vacaciones concluyese sin incidencias en el 98,9% de los grupos de alumnos de los centros educativos de la provincia de Alicante, se siguen teniendo noticias de casos aislados en las aulas y de nuevos brotes, como los que se han detectado en la comarca. Desde Sanidad se insiste en que por norma general estos contagios no se producen en el aula, donde se vigila el cumplimiento de las normas establecidas por cada centro. En el caso de los más pequeños, puede haber una relajación a la hora del patio o del almuerzo, “aunque ellos saben que han de mantener las distancias cuando se quitan la mascarilla para comer”. Y si se trata de los adolescentes, es más fácil la transmisión del virus en los corrillos que se forman entre amigos en el patio, a la entrada del centro, en el camino de ida o a la salida de clase. ¿Quién no ha visto a grupos de tres o cuatro jóvenes por la acera o a la puerta del instituto con las mochilas a cuestas y con las mascarillas por la barbilla?
LA VENTILACIÓN Y EL AIRE
José Miguel Mut, director del IES de Pedreguer, sostiene que el centro educativo “es el reflejo de la sociedad a la que perteneces, y si en la sociedad hay más casos es normal que en el instituto también”. En su caso, “se ha demostrado que los positivos que ha habido en nuestro instituto, que en el primer trimestre no han sido muchos, no han contagiado a otros alumnos del centro; es decir, se han contagiado fuera y no han pasado el virus a otros alumnos dentro”. “Eso quiere decir -añade- que las medidas funcionan”. Advierte sin embargo que no por ello se ha de bajar la guardia.
Lo que más cuesta es mantener las distancias a la hora del patio, explica Mut. ,La gran mayoría del alumnado es consciente de la importancia de seguir las normas, llevar la mascarilla puesta y quitársela solo para almorzar. Son escrupulosos también en desinfectar las sillas y las mesas y en no compartir el material, y aceptan mantener las puertas y las ventanas abiertas para que el aula esté ventilada, aunque en los días en que ha apretado el frío se cerraban y volvían a abrir durante un tiempo cada veinte minutos, procurando siempre que hubiese una ventilación cruzada. “No son las condiciones idóneas e trabajo, pero no nos queda otro remedio”, precisa el director.
En el IES Maria Ibars de Dénia este invierno no se han llegado a cerrar del todo las ventanas. Como mucho, y en los días más duros, se juntaban. “La calefacción está puesta desde la seis y el centro se mantiene caliente hasta media mañana”, comenta el director, Josep Antoni Server. Aquí no ha habido ningún confinamiento de aulas enteras, sí casos aislados y, ahora como en la mayoría de los centros, se aprecia una mayor incidencia de cuarentenas entre alumnado y profesorado. Server coincide con José Miguel Mut en aquello de que “en general, quien tiene covid es porque lo coge en casa” y en que el centro “es un reflejo de la sociedad”. Está convencido de que colegios e institutos son lugares muy seguros y subraya la insistencia en el cumplimiento de los protocolos
Garantizar la calidad del aire es una preocupación generalizada que los centros educativos de Dénia han hecho llegar al Ayuntamiento, de quien han arrancado el compromiso de adquirir medidores de CO2 para las aulas, una tecnología que permite renovar el aire en espacios cerrados cuando es necesario para bajar el riesgo de contagios. Se invertirán en ello cerca de 3.000 euros.
Con el fin de contribuir a crear entornos más seguros, la Concejalía de Educación de Teulada ha comprado 70 unidades de aparatos purificadores de aire HEPA que se instalarán en los colegios Sant Vicent Ferrer y Cap d’Or, en el Instituto de Educación Secundaria de Teulada y en el Conservatorio de Música Profesional Mestre Berenguer. Para combatir las bajas temperaturas, como han hecho también otros centros, ha comprado 700 bata mantas para los estudiantes de Primaria de las dos escuelas del municipio.
REINVENTARSE Y ADAPTARSE A LA SEMIPRESENCIALIDAD
El inicio del curso trajo cambios importantes, como la adaptación de los centros para poder mantener las distancias y, en los casos que no había otra opción, la incorporación de las clases semipresenciales. La reducción de la ratio por aula ha sido un acierto y muchos docentes opinan que debería haber llegado para quedarse. La diferencia es “abismal”, comentan algunas maestras de Primaria, “y se avanza y se trabaja mucho mejor, sobre todo en los niveles más bajos”.
Entre el profesorado se entiende que la presencialidad es la mejor forma de aprender. Para evitar los turnos -es decir, para que nadie tenga que acudir a clase en días alternos y quedarse los otros en casa-, en el IES de Pedreguer se han “reinventado”, como dice José Miguel Mut. “Hemos renunciado, entre comillas, a la biblioteca, al aula de usos múltiples y al laboratorio para convertirlos en aulas”, explica el director del centro, quien añade además que muchas actividades, clases y tutorías se realizan en el patio. De este modo, se ha conseguido que todas las clases sean presenciales.
Algunos centros que, por falta de espacio para garantizar las nuevas ratios -y a veces de profesorado para desdoblar las clases- comenzaron el curso con clases semipresenciales en determinados niveles, han podido reconvertirlas y ya nadie sigue las clases desde casa. En otros no ha sido posible. Es el caso, por ejemplo, del IES Maria Ibars, donde todavía algunos grupos no han recuperado la presencialidad. Allí se han montado lo que se ha dado en llamar aulas espejo: los que caben en el aula siguen las explicaciones del profesorado en directo y el resto, hasta completar el grupo, lo hace desde otra aula a través de pantallas. Otros grupos lo hacen vía streaming los días que les toca quedarse en casa.
Josep Antoni Server asegura que no es lo mismo, “de ninguna manera, lo más deseable es poder estar en el aula, en Secundaria sobre todo”. La distancia obliga tanto al alumnado como al profesorado a realizar un mayor esfuerzo, “y algunos alumnos lo aprovechan muy bien, pero hay otros que sacan más provecho en clase”, asegura.
La brecha tecnológica se ha salvado con el reparto de las tablets que la Conselleria de Educación facilitó al centro durante el confinamiento, aunque ese -el de la tecnología- no ha sido el gran problema. “Aunque parezca difícil de creer, hay quien dice trabajar mejor con el móvil que con el ordenador”, comenta Server. El objetivo del centro es que nadie pierda el curso por tener que asistir a clase de manera semipresencial, “sería difícil”, dice el director. “Está claro que esa forma de trabajar puede afectar a los resultados académicos, pero del mismo modo que una mudanza o cualquier otra situación anómala”, precisa. “Por ello -añade- intentamos que el alumnado se sienta en todo momento acompañado por el profesorado desde casa”.
GESTIONAR LAS CUARENTENTAS
José Miguel Mut coincide otra vez con Server en que la carga de trabajo de este curso es mucho mayor y también en que el profesorado está haciendo un gran esfuerzo. Que a nadie se le olvide, “todos vamos aprendiendo conforme se suceden las cosas”, como él indica.
En el IES de Pedreguer tampoco ha habido ningún aula completa confinada, “pero si la tuviésemos no tendríamos más remedio que recurrir a la docencia telemática”. Es lo que ocurre cuando sale algún positivo en la clase “y te quedas con siete alumnos menos”. “A los que no asisten por cuarentena”, señala, “no los puedes dejar desatendidos, intentas movilizar al equipo docente para que les lleguen los apuntes y el trabajo, adaptarte a sus circunstancias”. En esos casos, hay una doble labor por parte del profesorado: la presencial y la telemática.
Mut considera que un nuevo cierre de las aulas no sería tan traumático como el anterior “porque tenemos la experiencia del curso pasado y probablemente lo haríamos mejor, estaríamos un poco mejor preparados”. “Para los más pequeños es más difícil trabajar de esa forma, pero en general el que se prepara y quiere trabajar, avanza y aprende”. “Nos podría salir bien, pero no es la situación deseada”, puntualiza.
Los expertos del Foro Económico Mundial aconsejan las clases virtuales para el alumnado de mayor edad y consideran imprescindible la presencialidad en Infantil y Primaria. La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) las clases en línea, para las que se pide un papel cada vez más activo de las familias, no deben sustituir a las presenciales. Se pronuncia a favor de una mayor digitalización en la oferta académica pero recomienda la educación online y no como sustituta de las relaciones entre el alumnado y entre este y el profesorado.