Cómo controlar la ansiedad por la comida
INÉS ROIG (*)
El placer por la comida es, para muchos, sinónimo de calidad de vida. Sin embargo, en su faceta más perniciosa, sirve para cubrir vacíos, acallar al cuerpo y soportar el estrés.
El estrés se activa de frente a lo que el sistema nervioso percibe como una amenaza o un desafío y nos prepara para luchar o huir. Es una respuesta frente a las amenazas graves como las que teníamos hace 10.000 años cuando vivíamos en la naturaleza. Ante un león, la respuesta estresante que facilita un chute de energía era un mecanismo útil e ingenioso. Ahora nuestros estresores no son agudos sino crónicos, vinculados a nuestra vida en sociedad: el jefe, los hijos o el paro. Esto supone que el cortisol, hormona del estrés, y la glucosa están permanentemente activadas y no puntualmente como estaban programadas.
También, la grelina, que se produce en el estómago y estimula el apetito, se eleva con el estrés. Al comer tranquilamente, la sensación de hambre ha de ser sustituida por la de saciedad, lo que disminuye la presencia de esta hormona (que requiere su tiempo para desactivarse).
Cuando hay estrés comemos descontroladamente hasta que se pone en marcha el mecanismo de la saciedad.
Otras funciones del comer van más allá de lo biológico y tienen que ver con los sistemas de recompensa del cerebro. Comemos también para llenar vacíos que no podemos rellenar de otra manera.
Muchas personas engordan de esta manera (obesidad por dolor) donde el dulce es un consuelo. El azúcar calma el dolor porque activa el sistema opiáceo que transmite emociones positivas. Las golosinas tienen el mismo efecto, igual que el chocolate: nos afecta cuando estamos deprimidos, pero no nos altera si nos sentimos neutros o positivos. Hay personas para las que estos alimentos son como una droga; no pueden dejar de consumirla y cada vez necesitan más dosis para conseguir el mismo efecto.
¿Qué debemos hacer? Comer sin saciarse o alimentos que dañan es una forma de autoagresión a través de algo que es bueno -la comida-, justo cuando más necesitamos cuidarnos por estar cansados o tristes. Además de hacer ejercicio y dormir lo necesario, éstas son otras sugerencias:
- Romper la rutina. Es crucial acabar con el bucle estrés/ansiedad/comida. Hay que aprender a parar cuando asaltan los deseos de comer lo que sea. Al llegar a casa, bebe un vaso de agua; la falta de líquidos puede interpretarse como hambre. Aprovecha para respirar tranquilamente. Esto te llevará unos 15 minutos, tiempo necesario para frenar el impulso a comer.
- Respira tranquilamente hasta que tu cerebro entienda que ya no estás estresado.
- Saborea la comida despacio.
Y… ¡Que aproveche!
(*) Farmacia Las Marinas.