Cómo eliminar los kilos del invierno
INÉS ROIG (*)
El cambio de hora no es el único cambio que trae consigo la primavera. También los armarios empiezan a vaciarse de abrigos para dar la entrada a prendas más ligeras que dejan al descubierto los excesos del invierno.
Se ha observado que mantener un nivel de actividad física moderado ayuda a mantener el nivel de condición física y de salud pese a una mala alimentación, por lo que lo primero es evitar el sedentarismo.
La clave para que el ejercicio no se convierta en una obligación, sino en un momento de disfrute, es planificarlo y a la vez intentar que sea variado y divertido. Lo más importante es elegir ejercicios que nos gusten, nos motiven y nos diviertan. Pero a la vez es necesaria la planificación para no dejar el deporte a la improvisación.
Y, sobre todo, no tengas prisa, no se puede pretender contrarrestar los excesos de varios meses en un par de días. Hay que empezar con entrenamientos centrados en el volumen más que en la intensidad, la progresión nos llevará a entrenamientos intensos en su debido momento. Un buen método podría ser alternar días de entrenamientos intensos con días de entrenamientos suaves, como un paseo de una hora.
Come sano, no menos ¿Más deporte y menos comida? Cuando aumentamos la actividad física no es el mejor momento para empezar una dieta restrictiva. Más ejercicio supone mayor necesidad de energía y reducir la ingesta va a producirnos más fatiga, peores entrenamiento y frustración. No se trata de comer menos, sino de comer bien, evitando los productos procesados.
Comer menos no ayuda a adelgazar. Reducir calorías no es la solución. No, al menos, cuando se busca perder peso y mantenerlo a largo plazo. Al principio, esta técnica parece efectiva. Reducir las calorías drásticamente provoca, en efecto, la pérdida de varios kilos.
Pero cuando se produce el estancamiento por haber recortado en exceso las calorías diarias, el resultado es una ralentización del metabolismo, desembocando en un menor gasto calórico. Por así decirlo, el cuerpo se adapta a la nueva situación, poniendo en marcha una serie de mecanismos de defensa que evitan perder más grasa. De hecho, esta es la razón por la que se produce el conocido “efecto rebote”, ya que todo exceso calórico se almacenará de forma más fácil como grasa.
Entonces, ¿cómo sabemos si nuestro metabolismo se ha vuelto lento? Los síntomas son hambre, insomnio, fatiga muscular, alteración en la menstruación en el caso de las mujeres, y en los casos más graves, sensación de frío, ya que en última instancia nuestro cuerpo reduce el gasto para mantener la temperatura corporal. Salir de este escenario es posible. En este sentido, el experto recomienda seguir tres consejos básicos a la hora de empezar un plan de adelgazamiento.
1.-Evitar dietas muy restrictivas. Se deben ir reduciendo las calorías poco a poco, volviendo a introducirlas gradualmente cuando se alcanza el peso deseado.
2.-No desterrar los carbohidratos por completo. Se recomienda alternar días altos en grasas buenas y verduras con otros elevados en carbohidratos (arroz, patatas y cereales) para elevar los niveles de las hormonas relacionadas con el metabolismo que evitan su ralentización. Además, el impacto positivo a nivel psicológico es bastante alto, ya que la persona no ve la dieta como algo inmodificable y pierde la sensación de ansiedad por restringir ciertos alimentos.
3.-Introducir ejercicios de fuerza. La contracción muscular mejora el metabolismo energético, ayudando también a mantener la masa muscular. Esto, a su vez, permite introducir una cantidad mayor de calorías en las comidas, siempre y cuando sea de alimentos saludables.
(*) Farmacia Las Marinas.