Consejos ante un familiar deprimido

  04/11/2013

Verónica Monsonís (*)

Hola, soy María, tengo 33 años. Mi consulta va más orientada hacia mi pareja... Lleva 11 meses sin trabajar y creo que eso le ha afectado mucho. Actualmente salimos poco, pero hemos llegado al punto de no quedar prácticamente con nadie, ni con nuestros padres. Salta con facilidad y está de mal humor casi todo el día. Nada de lo que le digo le sienta bien, y ante la posibilidad de ir al psicólogo como nos ha recomendado el médico de cabecera, él responde que no le hace falta porque está bien. La verdad es que no sé como ayudarlo, pues he llegado al punto de estar irritable todo el tiempo y echándole más de un sermón, ¿qué puedo hacer?
 Hola María. En primer lugar, lo más importante es que entiendas lo que está sucediendo; la depresión es un problema psicológico que llega a incapacitar a la persona que lo está sufriendo. Tienes que tener en cuenta que no tiene control voluntario sobre su manera de sentir y actuar; su tristeza, apatía, irritabilidad, etc. forman parte de los síntomas de la depresión. En segundo lugar, evita hablar con él de la depresión; procura que no se convierta en EL ÚNICO TEMA de vuestro diálogo; si tu pareja habla de temas negativos, cambia de tema, no le sigas el hilo negativo de la conversación. Igualmente, puedes empujarle a realizar actividades agradables JUNTOS tan sencillas como pasear. No olvides que al deprimido le cuesta verdadero esfuerzo realizar cualquier actividad cotidiana, por ello todo lo que le propongamos deberá ser algo tan fácil como caminar, ver escaparates, tomarse algo en un bar, etc. Anímale a que cuide su alimentación y no se salte ninguna comida, así como a que cuide sus hábitos de higiene.
 No respondas a su enfado con mal genio o discusiones. La irritabilidad forma parte de la depresión y responde mejor a un trato cordial. La mejor manera que tienes de ayudarle es premiar cualquier comportamiento tan insignificante como que nos sonría, nos mire a la cara, tome la iniciativa en hacer algo o proponernos algo, o simplemente se dirija a nosotros con un “buenos días, ¿qué tal hoy?”; aunque te parezca absurdo o ridículo, muéstrale empatía, hazle saber que la entiendes y estás con él. Por el contrario, intenta no dedicar demasiada atención a sus exigencias, quejas y cualquier comportamiento negativo que forme parte de la depresión, pues lo único que conseguimos si le prestas excesiva dedicación, es mantener el problema. Del mismo modo intenta evitar los sermones y reprimendas, que lo único que conseguirán es que tenga aún más sentimientos de culpabilidad por verse en su estado.
 Recuerda que es normal que experimentes sentimientos, hacia él, de enfado o rechazo: al principio del problema respondemos con pena, grandes dosis de compasión; pero a medida que el tiempo transcurre se puede producir un cierto grado de rechazo; es totalmente normal: no te sientas culpable por ello. Sigue con tu propia vida, no la adaptes a la suya. Piensa que estarás mejor capacitada si permaneces física y psicológicamente saludable. Continúa dedicándote tiempo y realizando las actividades de ocio que normalmente ya hacías. Si lo necesitas, habla con otras personas que puedan ayudarte especialmente con el psicólogo; plantéale tus dudas. Así como las personas deprimidas necesitan hablar y solucionar sus problemas; las familias de éstos también.

(*) Psicóloga. Master en Psicología Clínica.

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