Cumbres por la igualdad
DÍDAC VENGUT
Heroicidad y aventura son valores que se identifican con los deportes de montaña y, tradicionalmente, se vinculan al género masculino. Ahora bien, las mujeres han formado parte de expediciones desde el inicio del alpinismo pero siempre han sido infravaloradas y, mucho a a menudo, mencionadas como hijas, hermanas o mujeres de alpinistas famosos. Estos estereotipos y, además, factores históricos y convenciones sociopolíticas han contribuido que el mundo del alpinismo y los deportes de montaña, en general, hayan sido considerados “de hombres”. A pesar de que las cosas han mejorado mucho en el siglo XXI, un informe del año 2005 señala que la presencia de mujeres es inversamente proporcional a la altitud y la envergadura de la expedición. Se trata, pues, de poner en valor los retos deportivos y profesionales, más grandes o cotidianos, de niñas, jóvenes y mujeres a fin de que sirvan de inspiración a muchas otros.
Esa es la función de la Vocalía de la Mujer y Deporte de la Federación de Deportes de Montaña y de Escalada de la Comunidad Valenciana (FEMECV), que pretende contribuir a la mejora y la transformación social a través de los valores del deporte. Se pretende, cuando menos, conseguir una sociedad más igualitaria en la cual la mujer y el deporte sean parte esencial y, además, impulsar un cambio en el estilo de vía y fomentar el deporte en las mujeres mediante su promoción y visibilización. Es cierto que hay un menor número de mujeres en comparación a los hombres pero tienen el mismo coraje y empujón, aunque pocas han conseguido dar a conocer gestas y retos.
Victòria Costa, vocal de la FEMECV, indica que “queremos que haya una igualdad efectiva siempre con el hombre, nunca sin él”. “Queremos hacer”, continúa, “desde la formación una excelencia y reivindicar y dar visibilidad a la mujer porque estamos muy subrepresentadas. Todo aquello que no está escrito, no ha existido”.
MUJER Y MONTAÑA
Benissa ha sido la sede el pasado fin de semana de las jornadas Mujer y Montaña donde ha quedado patente todo aquello que las mujeres aportan a los deportes de montaña en las diferentes modalidades, como por ejemplo alpinismo, barranquismo, marcha nórdica, esquí, senderismo, etc. La jornada de sábado empezó con un taller de primeros auxilios a cargo de Marina Yemeeva, escaladora, enfermera y vocal de Mujer y Montaña. Por la tarde se presentó el documental titulado Aconcagua en femenino de la mano de dos integrantes de la expedición, Astrid Garcia y Amelia Bella, del Club Montañeras Adeban.
A continuación tuvo lugar una mesa redonda sobre seguridad con la participación de cuatro mujeres muy experimentadas: Rosa Real, alpinista; Verónica Perona, técnica en barrancos y aperturista; Esmeralda Ruiz, subteniente de Infantería del ejército de tierra del grupo de operaciones especiales Tercio del Ampurdán; y la mencionada Marina Yemeeva.
En una entretenida charla se habló sobre el hecho que en la montaña nunca está garantizada la seguridad al 100% porque hay elementos incontrolables e imprevistos, como por ejemplo la capacidad de aclimatación, avalanchas, desprendimientos, cambios en la meteorología, etc. Además, hay que tener también en cuenta el factor humano en cuanto a la correcta o no preparación física y técnica y la capacidad de disciplina y de trabajo en equipo. Para combatir este tipo de riesgos, hace falta una buena planificación antes de ir a la montaña y valorar tanto los pros como los contras a fin de estar preparado para cualquier tipo de circunstancia. A estas alturas se ha mejorado mucho en aspectos esenciales como la formación, el tipo de material, las normativas, etc. Y no sobra, ni mucho menos, un cierta preparación sanitaria aunque sea en primeros auxilios. El enemigo más potente es, sin duda, un exceso de confianza porque la montaña no perdona.
Por eso, Esmeralda Ruiz recomendó “hacer un protocolo claro de actuación previo, desde hacer un lista con todo el material necesario hasta estudiar el entorno, las previsiones meteorológicas, etc.”. A su entender, conviene también que las expediciones estén integradas por gente homogénea en cuanto a la preparación técnica y física, es decir, por niveles, y, además, tener un plano B, C o D por si las cosas no salen como estaba previsto.
La seguridad individual y del grupo está por encima de cualquier otra cosa, incluso de la ansiedad de mejora y de hacer cumbre. “Las personas son lo más importante y hay que tener sangre fría para darse cuenta de cualquier tipo de carencia, falta de fuerzas o el que sea que pongo en peligro todo el grupo o una parte de él”, coincidieron las cuatro mujeres de la mesa. Una retirada a tiempo -y más en la montaña, a miles de metros de altura- es una victoria, como se suele decir.
Se insistió en la necesidad de una formación continúa y de un reciclaje permanente aunque tengas mucha experiencia y hayas conquistado muchas cumbres. Rosa Real es una de las integrantes de la primera expedición valenciana femenina en el Himalaya, en 1992, y la primera a coronar un ocho mil, en 1996, lo Cho Oyu de 8.210 metros. Real contó una experiencia en la mítica montaña del Everest cuando tuvo que renunciar a seguir hacia arriba a escasos 200 metros de la cumbre. “Empezó a nevar mucho y me di cuenta que me costaba hacer ciertas cosas. Pensé de gastar las fuerzas que me quedaban para bajar de una forma segura y evitando riesgos innecesarios”, según va dir. “No fiero cumbre”, añade, “no supone un fracaso, para nada. Para mí es más importante todo el trabajo que se hace con el equipo, las experiencias vividas, etc. Mi compañero hubiera podido hacer cumbre pero decidió acompañarme en la bajada y esto no se paga en dinero”.
La jornada Mujer y Montaña tuvo una derramando lúdica y con mucha “marcha”, puesto que domingo se hizo una ruta ecológica de senderismo en la zona litoral entre Calp y Benissa, con un recorrido aproximado de diez kilómetros guiado por miembros del Club de Muntanya Margalló.