Días de vendimia en la Vall de Pop
La merma de producción, principalmente de la clase moscatel, augura una mayor calidad de los vinos
La Vall de Pop está en plena campaña de recolección de la uva que cuidadosamente se ha cultivado a lo largo de todo un año. Son los días de vendimia, en los que poblaciones como Llíber y Xaló, principalmente, se movilizan y transforman su ritmo cotidiano por otro más ancestral, dejando estampas costumbristas como las de familias enteras que se agachan, con los capazos dispuestos y las tijeras en ristre, para recoger los racimos. El Pla de Llíber es la principal zona de cultivo de uva en la Vall de Pop, y donde se palpa como en ninguna otra parte el bullicio durante la temporada, que suele abarcar entre finales de agosto y la primera quincena de septiembre.
El tranquilo valle del interior de la Marina Alta mantiene la hegemonía vitivinícola de la comarca. Por supuesto a base de crecer y apostar en las últimas décadas por la producción de caldos de calidad que le han aportado un plus de competitividad en este tan complejo como fascinante mundo del vino.
“Este año la producción es mucho menor”, se lamenta una experta vecina de Llíber de 71 años -va a la vendimia cada temporada desde que era prácticamente una niña- que junto a sus hijos y nietos se afana por recoger sus uvas de la variedad moscatel de Alejandría, en un huerto del Pla cercano al núcleo urbano. Le atribuye a las lluvias de mayo, principalmente, la merma de la producción en esta variedad. Además de otras posibles causas, como las condiciones climatológicas de calor y frío o las plagas y enfermedades como el mildiu. Tampoco es que el aspecto de los racimos mejore al de otras campañas, pero todo cambia cuando el criterio se deja en manos del paladar.
Mejor suerte parece haber tenido la otra variedad que se cultiva en el Pla, el giró, cuya uva ofrece un colorido en tono azul oscuro, porque se manifiesta menos sensible a los agentes externos y cuya producción podría igualar en cantidad a la de ediciones anteriores.
Para José Juan Reus, presidente de la Cooperativa Virgen Pobre de Xaló, la merma de producción de la moscatel, con las que se producen vinos además de las populares mistelas, no es motivo de preocupación. En principio, porque cuando se suele dar esta circunstancia los caldos resultan de mayor calidad. En cualquier caso, avanza, “hay que esperar a ver los resultados”. Además, quizás no pierda ninguna rentabilidad para el productor, ya que es posible que se pague a mejor precio que en campañas anteriores.
Reus apunta que la Cooperativa, que cuenta con 380 socios, ha recogido cerca de 500.000 kg de moscatel desde que se iniciara la temporada, y espera que se pueda alcanzar el millón de kg, volumen ligeramente inferior a la de la última campaña. Aun así, insiste, hay que esperar al cierre de la campaña, que podría resultar más corta -18 días, en lugar de los más de veinte que suele ser lo habitual-, para hacer un balance más acertado.
OTROS BODEGUERES COINCIDEN: MAYOR CALIDAD
El joven enólogo Óscar Mestre, de Bodegas Riko, es otro de los conocidos productores de vino del valle que se está abriendo camino con su apuesta por la calidad, la tradición y el respeto al medio ambiente. Se muestra optimista ante el avance de la campaña, al menos en cuanto a la calidad, y especialmente en el giró. “Puede que obtengamos menos quilos, pero probablemente tengan una alta concentración de alcohol”, añade Mestre, que cultiva en torno a 12 hectáreas de vides distribuidas entre Xaló, Llíber y también Alcalalí.
Armando Francés, de Bodegas Parcent, también cree que la temporada será buena. En su caso tiene prácticamente recogida todas sus variedades de moscatell y chardonay que se cultiva en el valle, y aprecia que se trata de una uva “de mucha calidad”, aunque la producción sea menor.
En cualquier caso es cuestión de tiempo, tampoco tanto, hasta que la uva se convierta en vinos para poder degustarlos y entonces, eso sí, poder haber un balance con pleno conocimiento de causa.