El alcohol cada vez le sienta peor… (no son imaginaciones suyas)
INÉS ROIG (*)
¿Quién se resiste a un mojito en la playa después de un día al sol? Todo su cuerpo menos su cerebro que sigue deseándolo como si tuviera 20 años. Pero si se encuentra entre los que primero se quitaron los copazos, luego el vino blanco, y ya le van quedando cada vez menos bebidas con las que acompañar una comida de amigos, sepa que no es solo cosa suya: hay explicación médica.
No es que los efectos del alcohol sean distintos cuando usted ya ha entrado en los 40 o los 50 años que cuando su cuerpo tenía 20 años, lo que ocurre es que, algunos factores fisiológicos a partir de ciertas edades pueden contribuir a que la sensación tóxica se prolongue en el tiempo y lleguemos a sentir que las borracheras son peores.
1. El organismo va perdiendo agua con la edad. Y el alcohol, tiene menos posibilidades de diluirse. Una vez ingerido, el alcohol pasa del sistema digestivo a la sangre, y ahí se distribuye según el contenido acuoso de nuestro organismo. Cuanta menos agua tengamos, menos se diluye. Pasados los 50 años, el porcentaje de agua, que al nacer es del 75%, disminuye entre el 39% y el 57% en las mujeres y un 47% y el 67% en los hombres.
2. La función hepática se altera. A medida que el cuerpo envejece, todo el metabolismo se ralentiza, también la función metabólica del hígado. Ese enlentecimiento hepático hace que los efectos del alcohol sean más evidentes con menores cantidades ingeridas. Para metabolizar el alcohol, el cuerpo lo transforma, en varias sustancias de diferente composición química -la primera de ellas el acetaldehído- que resultan más fáciles de eliminar para el organismo. Este, por cierto, es el componente que provoca el malestar de la resaca. Así que, por otra parte, cuanto más tiempo esté en el cuerpo, la resaca, por tanto, también puede ser peor.
3. Algunas afecciones del aparato digestivo se manifiestan con más virulencia. El alcohol no es el mejor amigo de quienes sufren problemas de estómago y, por desgracia, algunos son más frecuentes a medida que cumplimos años
El alcohol, afecta igual de mal a jóvenes, adultos y viejos pero, que con la edad, se lleva peor. Los efectos del consumo moderado se acumulan. El calimocho de la adolescencia. Las copas de los fines de semana a los veintitantos. Las múltiples cenas y comidas con vino en la treintena. Y a partir de los 40, las cañas “sagradas” del aperitivo, el vino en las cenas, y las copas después de alguna comida de trabajo. Esta situación es algo de lo más habitual.
Con el paso del tiempo, aunque estos hábitos de consumo moderado, pero continuado, de alcohol no sean lo suficientemente importantes para dar una dependencia al alcohol, sí que provocan daños.
Hablar de consumo de alcohol siempre es un tema delicado. Lo que en términos gastronómicos se considera un placer inseparable de una buena comida, en términos de salud el organismo no está tan de acuerdo. Estas bebidas -en cualquiera de sus formatos, ya sea destilada o fermentada- no deja de ser una sustancia tóxica para el cerebro, el hígado y todos los tejidos del organismo.
(*) Farmacia Las Marinas.