El confinamiento podría afectar a tu pelo durante meses
INÉS ROIG (*)
Una mayor caída de cabello desproporcionada, la aparición de caspa y un aumento en la producción de grasa son algunas de las consecuencias que produce la ansiedad. Y, según la OMS, una de cada diez personas sufren hoy algún síntoma de ansiedad. La actual crisis sanitaria no ha hecho más que aumentar el problema. El encierro, el duelo, la crisis económica doblarán las cifras actuales. Esto es, uno de cada cinco habitantes del planeta se enfrentarán a una afección mental de este tipo.
Este estrés se manifiesta también en el exterior. Y lo hace especialmente a través del pelo. Algunas consecuencias podrían no revelarse hasta dentro de unos meses.
Una de las principales dianas del estrés es el sistema endocrino. Con estas alteraciones se modifica su correcto funcionamiento. Los picos de estrés aumentan los niveles de cortisol, lo que afecta a la renovación del cabello. El resultado: aumenta la producción de sebo en el cuero cabelludo. Esto conlleva un exceso que puede desembocar en dermatitis seborreica.
La dermatitis seborreica está relacionada con un hongo, el Pityrosporum ovale, que aumenta sus niveles cuando hay estrés. A mayor cantidad de grasa, mayor presencia del hongo. Al aumento de sebo se le suma, la inflamación de la piel donde nace el pelo. Al alterarse la renovación capilar, sube la descamación.
La sabiduría popular ya nos dice que el estrés acelera la caída del cabello. Los niveles de adrenalina se elevan en sangre, provocando que se altere el ciclo vital del folículo piloso. De las fases de éste (crecimiento, transición, reposo y expulsión), cambia el porcentaje de pelo en crecimiento para convertirse en reposo o expulsión. La pérdida se produce de forma masiva durante una o dos semanas, y tarda mucho en recuperarse, entre tres y cuatro meses.
Esta caída podría darse hasta tres meses después de haber sufrido ansiedad. Esto sucedería porque el porcentaje de cabello en fase de reposo llegaría a la fase telógena transcurrido más o menos ese tiempo. Si vemos que perdemos pelo fuera de las épocas habituales, el otoño y la primavera, puede deberse al exceso de tensión. No hay que preocuparse, volverá a crecer.
Aunque hay algunas pautas para evitar que estos daños se produzcan. Al tener una causa directa, se debe combatir esa razón. Debemos disminuir el estrés. El ejercicio físico, desconectar de vez en cuando de la información o mantener el contacto con familia y amigos pueden aliviar.
Otra de las tentaciones que conlleva el aislamiento implica la dejación del lavado. La gente se lava menos el pelo al no salir. Y esto, no debería ser así.
También ajustar la alimentación mejora la salud del cabello. La compra ha cambiado debido a la situación actual, desde que empezó el confinamiento ha crecido la adquisición de productos “capricho”: ingredientes para repostería, la cerveza y los aperitivos. Se debe apostar por una dieta equilibrada. Se recomienda una dieta rica en antioxidantes y vitaminas, como frutas y verduras, porque favorece un pelo más fuerte y resistente y mejor cuero cabelludo.
¿Y si ya se ha manifestado el daño? Usar el tratamiento adecuado al tipo de cabello y al problema lo revertirá. Es importante usar un champú que equilibre el cuero cabelludo. Ingredientes como el aceite esencial del árbol del té o las algas marinas previenen la acumulación de sebo. Para la descamación, optaremos por productos como las ya mencionadas algas marinas, y tonificantes como el romero.
(*) Farmacia Las Marinas.