El poder de la palabra

El poder de la palabra
  24/07/2017

VERÓNICA MONSONIS (*)

En cierta ocasión se quejaba un discípulo a su Maestro: “Siempre nos cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado” El Maestro le replicó: “¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes de dártela?”

            De cómo seamos capaces de comunicar nuestro mensaje dependerá el éxito o el fracaso de lo que queremos transmitir, pero además tendremos que sembrar las herramientas para que nuestro interlocutor “aprenda a pensar” por sí mismo.

            Hoy os presento un nuevo recurso:

            El poder de la palabra

            Un Sultán soñó que había perdido todos sus dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.

            -“¡Qué desgracia, Mi Señor!”, dijo el sabio. “Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad”.

            -“¡Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! ¡Castigadle!”, gritó el Sultán enfurecido.

            Más tarde, el sultán consultó a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

            -“¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos tus parientes”.

            El semblante del Sultán se iluminó con una gran sonrisa y ordenó que dieran cien monedas de oro al sabio. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

            -“¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo porque al primero se le pagó con un castigo y a ti con cien monedas de oro”.

            El segundo sabio respondió:

            - “Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado”.

(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y experta en Atención Temprana.

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