En dietas no hay milagros
??INÉS ROIG (*)
Afortunadamente, la capacidad de sorpresa es algo que no se agota a pesar de que en ocasiones parezca que en nuestro cerebro no queda espacio para el asombro. Cada año surge una dieta rápida que promete adelgazar sin esfuerzo. Hay una lista interminable que incluye la dieta de la Luna, la de la alcachofa, la del grupo sanguíneo…
La dieta de la Luna, interpreta que las diferentes fases lunares afectan el “ritmo corporal interno” siguiendo la misma pauta que mares y océanos.
En cuanto a la dieta del grupo sanguíneo, sugiere que cada persona ha de alimentarse en función de la evolución histórica de su grupo sanguíneo. Según esta hipótesis las personas con sangre de tipo O fueron cazadores, lo que les proporcionó un tubo digestivo muy resistente ay bien preparado para metabolizar la carne, pero no los lácteos y los cereales. Por su parte, los agricultores (grupo A) deben comer cereales, mientras que los pastores (grupo B) han de priorizar en el consumo de lácteos.
No obstante, el problema de apostar por un determinado tipo de alimentos y descuidar otros es que se registran carencias de los minerales, vitaminas y micronutrientes que precisamente esos alimentos prohibidos deberían aportar.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que no hay alimentos buenos y malos, sino formas de alimentarse equilibradas o desequilibradas. Y también la razón por la que se engorda: Porque se ingresa a través de la alimentación más energía de la que posteriormente se gasta con la práctica de la actividad física.
Cada persona ha de seguir una dieta personalizada que se adapte a sus circunstancias, supervisada por un especialista para que pueda evaluar los riesgos que presenta cualquier dieta rápida y no dejarse guiar por los consejos generales de un libro
Pero la pregunta es… ¿Por qué se pierde peso con estas dietas milagro? La primera reflexión es que cualquier sistema basado en comer menos, acaba funcionando al principio. Es decir, si alguien se alimenta únicamente de alcachofas, baja de peso. Y si ese alguien no come ni siquiera alcachofas y sólo bebe un sirope de salvia de arce, pierde todavía más peso. Pero no porque la alcachofa tenga un principio activo o un enzima o porque el sirope disuelva la grasa del mismo modo que un spray para limpiar encimeras, sino porque come menos.
Sin embargo hay algo muy importante: una cosa es perder peso al principio y la otra muy distinta adelgazar a la larga. Pero cuando uno se aburre de una dieta y vuelve a la normalidad, el cuerpo reacciona acumulando grasa para garantizar la supervivencia si en el futuro se ha de enfrentar a una situación parecida. Esta es la razón por la cual las personas que han realizado muchas dietas rápidas se encuentran cada vez con más dificultades para perder peso y, por el contrario, más facilidad para ganarlo.
Adelgazar no es fácil ni rápido y quienes han tomado la siempre saludable decisión de quitarse unos kilos de encima deben decidir si llevan intención de pasarse el resto de su vida comiendo alcachofa, bebiendo sirope de savia de arce, tomando cucharadas de salvado de avena, prohibiendo alimentos y demás parafernalia que se da en todas esas dietas.
Recurrir a una dieta rápida durante un breve periodo de tiempo puede ser una buena estrategia para motivarse y perder peso rápidamente, siempre y cuando lo decida un especialista tras analizar las características personales.
Todo lo que no sea eso, significa pelearse con la comida, en lugar de gozar de uno de los grandes placeres terrenales…
(*) Farmacéutica