¿Hábitos saludables para después de verano? No, mejor para siempre
Por Nico Haros (*)
“Hay todo un mercado ahí fuera ejerciendo esfuerzos denodados por acaparar parte de nuestra cota de salud”
“Cuidarte implica que pases tu vida luchando conscientemente contra el entorno y contra ti mismo, y ¿qué tienen de malo las luchas? Que desgastan”
Tentaciones que se tornan hábitos: La búsqueda de placer es, sin ningún género de duda, la mayor perdición de la raza humana. Oscar Wilde dijo; “puedo resistirlo todo excepto la tentación”. Y ¿qué es una tentación? Según la RAE es el “impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar inconveniente”.
Existen muchos tipos de tentaciones, vamos a centrarnos en dos: la tentación de beber más de la cuenta y sin tener sed y la de comer por encima de nuestras necesidades y sin tener hambre. Sucumbir puntualmente a la tentación puede ser hasta divertido y anecdótico. Y ya no sólo hablo de comer y beber. El verdadero problema viene cuando lo que comienza siendo ocasional se acaba convirtiendo en un hábito fuertemente instaurado.
A estas alturas de la película conocemos muy bien los problemas derivados de la rendición absoluta a estos dos placeres. No obstante, es curioso observar como tarde o temprano todos los seres humanos llegamos a la reflexión de que hay que tomar el control. Algunos lo intentan y fracasan, otros se quedan a medio camino, hay quienes lo piensan pero de ahí no pasan y, afortunadamente, también hay quien toma la decisión férrea, busca la ayuda adecuada, se adhiere a la disciplina necesaria y finalmente lo logra.
¿Quién se beneficia de nuestra dejadez?: Tomar el control no es tarea fácil en un entorno diseñado para que toda una industria se lucre de nuestra achacosidad. Dicho de otra manera, si no existiesen las altas tasas de sobrepeso y obesidad ni la alta incidencia de problemas cardíacos, si las cifras de diabetes tipo II fuesen mínimas, si no hubiese apenas casos de cáncer inducidos por el consumo de alcohol, si nada de esto fuera como es, no podría subsistir la monstruosa y omnipresente industria de productos malsanos.
Si todos hiciéramos gala de esa elegante moderación de la que hablan las autoridades sanitarias, ¿cómo sobreviviría este lucrativo negocio? En definitiva y hablando claro; hay todo un mercado ahí fuera ejerciendo esfuerzos denodados por acaparar parte de nuestra cota de salud.
Meditar sobre esta cuestión nos puede ayudar a enderezar nuestro camino tomando mejores elecciones. Como ya te dije antes, tarde o temprano debemos decidir intervenirnos.
¿Por qué nos cuesta tanto actuar a tiempo? Los mayores enemigos de cualquier proyecto que queramos emprender se llaman: procrastinación, baja autoestima, impaciencia, pereza, miedo y excusas.
Las excusas son esas verdades a medias que nos contamos y nos creemos para justificar nuestra continua procrastinación; “no puedo ahora porque no tengo tiempo”, “estos meses tengo bodas y cumples; imposible cuidarse”, “después de verano comenzaré”, “ya me cuidaré cuando el niño vaya al cole”, “ya saldré a caminar cuando haga menos calor”, “ya saldré a caminar cuando haga menos frío”, “ya iré al nutricionista a partir de enero; Navidad no es buena fecha”.
Y los años van pasando y la bola de nieve cada vez se hace más grande. Creemos que llegará el momento perfecto pero en realidad nunca llega. Con los años nos acostumbramos a la molestia que provoca esa pequeña astillita en nuestro subconsciente e incluso nos encariñamos con esta. Los achaques se van sucediendo y la medicación comienza a formar parte de nuestro día a día. Nos cuesta respirar, aumentamos de peso, la tensión siempre disparada, la dislipidemia es una constante y así vivimos pasando con la justa y con todo tipo de parches médicos.
¿Qué podemos hacer ante tal panorama? ¿Cómo romper con este ciclo? Se suponía que en este artículo hablaría sobre retomar los buenos hábitos tras el verano, y proporcionaría toda una lista de consejos para ayudarte a conseguir mejorar pero, ¿sabes qué? De eso ya he escrito y ya he dedicado muchos programas de radio. Hoy quiero contarte un secreto mucho mejor ¿Estás listo? Allá va… Yo no me cuido. No me cuido nada. Es más, todos mis pacientes al acabar el tratamiento, aprenden a no cuidarse. ¿Qué estás diciendo Nico? ¿Te has vuelto loco?... Déjame que te explique:
La idea de que debemos cuidarnos es la más clásica siempre que hablamos de hábitos saludables y parece una buena idea ampliamente aceptada por todo el mundo, pero ¿por qué no lo es? Porque cuidarte implica que pases tu vida luchando conscientemente contra el entorno y contra ti mismo, y ¿qué tienen de malo las luchas? que desgastan. Que implican una continua pérdida de energía y que en cualquier momento podremos bajar la guardia y perder una batalla y otra y otra y otra…
Mejor es tomar la elección una sola vez y dejar de luchar. Elegir una disciplina de vida nos ahorrará muchos malestares. Cuando digo que no me cuido, lo que quiero decirte es que camino feliz por la vida con los valores y hábitos que hace años decidí tener. No soy yo quien se cuida, son mis férreas convicciones las que siempre me llevan por el camino adecuado. Viajo con el piloto automático de mi estilo de vida y la verdad es que me encanta. Cuando estás en este modo crucero, ya da absolutamente igual si estás en la boda de tu prima Catalina, en la comunión de tu sobrino Borjita, en un restaurante con raciones y postres abundantes o en la tienda de una gasolinera. Pasas a ser ese ciudadano consciente y tranquilo que disfruta de la compañía de los otros y que la ansiedad por la comida y la bebida no tienen nada que ver con él.
Me hace gracia cuando me dicen “bueno, pero de vez en cuando hay que disfrutar”. Lo cierto es que no podría disfrutar más, ni imaginar un camino mejor que el del respeto por mí mismo y por la salud que me ha tocado tener. La ilusión de cada sesión de ejercicio o paseo por la playa o montaña y el bienestar que se siente después, el exquisito sabor de la comida hecha en casa y de las deliciosas frutas, el disfrutar de respirar aire puro y de beber agua fresca… No puedo imaginar una vida mejor.
Buscar ayuda y elegir un buen proceso. Para ir acabando, mi último consejo es que busques ayuda profesional y te olvides de los atajos que prometen increíbles avances sin apenas esfuerzos. Elegir un proceso de cambio adecuado es crucial para conseguirlo. Todo lo que vale la pena requiere que nos apliquemos y pongamos de nuestra parte. Sobre todo en la fase inicial, cuando estemos instaurando esos nuevos hábitos. Una vez logrado, se acaban las luchas internas y el enorme desgaste mental que estas provocan. Al liberarnos de esto tenemos mucha más energía para dedicar a otros asuntos.
(*) Dietista-Nutricionista. Técnico deportivo ADAFE. Nº de Colegiado: CV00471