HOSPITAL HLA SAN CARLOS/ El uso prolongado de auriculares puede producir daños auditivos irreversibles
El oído humano puede ser lesionado por los mismos estímulos que está destinado a percibir cuándo estos sonidos alcanzan niveles elevados superiores a los tolerables; el conjunto de estas lesiones se conoce como trauma sonoro o traumatismo acústico y es una de las especialidades clínicas que trata el Servicio de Otorrinolaringología del Hospital HLA San Carlos, en Denia.
“El oído humano es capaz de percibir sonidos de intensidades muy bajas y frecuencias sonoras comprendidas entre un 16 y 20.000 hercios (Hz), pero aquellos sonidos que superen los 90-100 decibelios (Db) de intensidad pueden ocasionar daños irreversibles en las células del oído interno”, advierte el especialista Federico De Grado Palomares. “Como ejemplo de los niveles de sonido, podemos citar las viviendas y oficinas tranquilas, que rondan los 40/50 Db; al pasar a un ambiente urbano como la calle, los decibelios escalan de 60 a 80; y ascienden de 70 a 90 si hablamos del metro y otros medios de transporte”, detalla el otorrino Federico De Gradoy enfatiza que “si nos fijamos en el caso de algunas fábricas identificamos de 90 a 110 Db, los martillos neumáticos que alcanzan 120 y 130 Db, o los más de 140 Dbde los reactores de aviones y deflagración de armas de fuego”.
Estos índices tienen su repercusión sobre el organismo humano, siempre que se superan los 36 Db. “Los efectos psíquicos llegan a tan sólo 36 a 60 Db, se suman también los efectos vegetativos entre 60 y 90 Dbde sonido, y las lesiones auditivas ya se presentan entre los 90 y 120, a partir de este dato además, aparece el dolor”, explica el facultativo de Hospital HLA San Carlos Federico De Grado.
Efectos psíquicos y físicos del traumatismo acústico
“Los efectos psíquicos de los sonidos pueden ser muy variados y dependen no sólo de la intensidad sino también del tiempo de exposición a los mismos y de factores individuales, pudiendo presentarse desde simples molestias, pasando por inatención, miedo e irritabilidad, hasta problemas de obsesión, falta de concentración, alteración del sueño, etc.”, relata el Dr. De Grado, e incluso que “a la larga, puede traducirse en causa de alteraciones del carácter o de trastornos mentales”.
En cuanto a los efectos patológicos de los sonidos, causados por intensidades superiores a 90 / 100 Db, pueden producir lesiones irreversibles en el órgano de la audición, siendo más dañinas las frecuencias agudas que las graves, y donde también son determinantes el tiempo de exposición y factores individuales.
“Desde el punto de vista casual, el traumatismo acústico puede ser agudo, ocasionado por una única exposición a sonidos de elevada intensidad (explosiones, detonaciones) en proximidad de la cabeza o de los oídos; o bien un trauma sonoro crónico, causado por sonidos de menor intensidad pero por periodos de tiempo más prolongados” como el uso frecuente e inadecuado de los cascos o auriculares para oír música, “en ambos casos, los efectos sobre el órgano auditivo son los mismos: pérdida auditiva de mayor o menor intensidad, asociada o no a otros síntomas audiológicos (acufenos y vértigos)”.
Irreversibles pero no progresivas, si eliminamos el causante
Desde el Servicio de Otorrinolaringología del Hospital HLA San Carlos recuerdan que “estas lesiones auditivas una vez instauradas son irreversibles, pero si se elimina el factor causante no son progresivas.
En cuanto al tratamiento médico, al tratarse de lesiones irreversibles, “únicamente empleamos medicación sintomática (sedantes, ansiolíticos, etc.) y para la pérdida de audición, prótesis auditivas (audífonos)” especifica el médico, que insiste en que “la mayor solución para evitar el traumatismo acústico es evitarlo, alejándose de las fuentes sonoras generadoras de sonidos capaces de provocarlo o con una adecuada protección individual capaz de evitar o disminuir la intensidad de los sonidos percibidos”.