In conversation with / en conversació con: Josep A. Gisbert Santonja :Diez horrea para un puerto

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  25/06/2022

ROSA RIBES FORNÉS

 

Dianium, como hemos indicado ya tantas veces, es una ciudad portuaria que nace y se hace a partir de su puerto, eminentemente comercial. Nos acercamos hoy al área portuaria de la ciudad romana y nos detenemos en unos singulares edificios, los horrea, donde se almacenaban los productos que iban a ser embarcados y también los que llegaban a puerto. En artículos anteriores, tratamos la epigrafía monumental del foro y el papel activo de los principales personajes que gobiernan la ciudad en su construcción. Vimos cuál era su emplazamiento y sus características y, tomando como ejemplo una ciudad de Argelia, la función en la arquitectura del foro que podrían tener estos bloques. También nos detuvimos en su urbanismo, regular y geométrico, dibujado por cardines y decumani y perfectamente consolidado durante la primera mitad del siglo I. Los horrea de los que hoy hablamos, dice Josep A. Gisbert, están perfectamente imbricados en este urbanismo regular que de alguna manera forma una trama que ocupa todo el espacio urbano. 

“El puerto es el motor del municipium, fundado en época de Augusto, a finales del siglo I a C, y que tiene un proceso de urbanización durante prácticamente todos los primeros tres cuartos del siglo I d C”, explica el arqueólogo. Es junto a ese puerto donde crece la ciudad y donde aparecen durante unas excavaciones realizadas a finales de los años 80 los primeros horrea. 

La apertura de la Avenida de las Industrias (ahora Miguel Hernández) en los años 1987-88 obligó por ley a documentar arqueológicamente todo trazado donde pudiera haber vestigios arqueológicos. La excavación provocó un hallazgo inesperado en el trazado de la avenida, cerca de la que es hoy casa o convento de los frailes Servitas. “Aparecieron un vial frente a la playa marina y una especie de dique de contención de ese vial hecho con grandes sillares opus quadratum reutilizados”, detalla Gisbert. “Al sur de ese vial se descubrieron vestigios arquitectónicos que luego pudimos individualizar como tres horrea”, añade. Fueron los primeros horrea portuarios publicados en Hispania. Se conocía de su existencia en el Imperio Romano, especialmente a través de una obra de referencia (Horrea and Roman Granaries, de Geoffrey Rickman) pero realmente no había evidencias arqueológicas de estos almacenes. Junto a los hallados en Dénia, en la cimentación, se encontraron inhumaciones infantiles relacionadas con ritos mágicos de iniciación de la actividad. De ahí que la primera comunicación de los horrea se insertase en una monografía sobre inhumaciones infantiles que se publicó 1989.

La tipología de estas singulares edificaciones, de planta rectangular, gran puerta recayente al decumanus (calle) y con estancias de planta cuadrada o rectangular a ambos lados, pasillo central y un pozo, hizo pensar a los investigadores en edificios paralelos existentes en el Mediterráneo pero más lejanos, en Masada y Caesarea Marítima, actualmente en Israel. En los últimos 20 años se han documentado horrea en dos puertos de la Hispania Tarraconensis: Valentia y Tarraco.

A raíz de las nuevas intervenciones urbanísticas llevadas a cabo al norte de Miguel Hernández, entre 2007 y 2012 se desarrollaron un conjunto de importantes excavaciones arqueológicas que dieron con el hallazgo de más edificios de este tipo. “Se triplicó el número de hallazgos -dice el arqueólogo- y de tres edificios que considerábamos horrea pasamos a conocer al menos 10 que se podían de alguna forma individualizar y considerar como tales”. La tipología se enriqueció notablemente. Por una parte, se encontraron “clones” de los edificios excavados en 1987. Y por otra, se descubrió un gran edificio cuadrado -tal y como se puede ver en la planimetría- que tendría probablemente un gran patio central y unas galerías internas porticadas. Por la técnica de calidad y por su solidez, todo apuntaba a que pudo tener dos plantas.

Josep A Gisbert sostiene que el sector portuario fue urbanizado con la fundación de la ciudad y dio pie al trazado de las líneas maestras del urbanismo de Dianium mediante esa retícula de cardines y decumani. El frente portuario, en uso desde el siglo IV a C, se utiliza para instalar una serie de infraestructuras portuarias. “Pero son estos diez horrea, que tienen una fecha de construcción de mediados del siglo I, los que constituyen el gran frente marítimo, ese Raset del siglo I d C, de hace 2000 años, que da alguna forma configura la banda portuaria de la ciudad”, asegura el arqueólogo. 

El barrio portuario, al norte del actual, inicia su actividad a mediados del siglo I y a principios siglo II es abandonado, desaparece en parte y es reutilizado ese terreno, sobre los vestigios del horrea, como espacio funerario, de necrópolis, de manera que “desaparece por completo cualquier actividad comercial a partir de la primera mitad del siglo II”. Gisbert explica que hay un aterramiento importante, “una dinámica costera digamos ‘maligna’ que hace que exista un terraplenamiento y se gane tierra al mar, de modo que hay un cambio en la ubicación del uso del lugar de fondeo y embarcadero principal del puerto de Dénia y ese cambio conlleva que prácticamente unos espacios que habían tenido una actividad comercial trepidante a lo largo del siglo I d C queden de alguna forma en la absoluta periferia urbana, con funciones básicamente funerarias y sin actividad portuaria prácticamente, a partir de las primeras décadas del siglo II. 

Gisbert nos emplaza al próximo capítulo para conocer más detalles de lo que ocurrió y cómo fue el puerto de Dianium. Concluye que “el estudio de los horrea, de las técnicas de construcción y los métodos de verdadera ingeniería que están en uso para estabilizar el suelo dentro de la playa marina y el cordón dunar, son una serie de elementos que nos ayudan a conocer la logística del puerto, la actividad del puerto, qué tipo de productos son objeto de intercambio, embarque y desembarque y conocer un aspecto básico que fue el que de alguna forma propició la creación del municipium de Dénia, la actividad comercial a través de uno de los puertos naturales más importantes que tenía el levante de la península Ibérica”.

 

Vino, salsas y aceite

 

Los horrea situados en torno al decumanus que había frente al espejo portuario tuvieron una importancia crucial en la actividad económica de la ciudad. El registro arqueológico de los niveles subyacentes, sobre todo de ánforas, nos permite conocer que cumplieron la función de lanzadera para el embarque de la producción del territorio de Dianium. Estaríamos hablando principalmente de vino pero también de aceite, si bien este producto iba destinado a un mercado más regional. El 30% del espacio de almacenamiento lo ocuparía la producción local. El gran porcentaje de ánforas y de contenedores encontrados son de productos importados del sur de la Tarraconense, sobre todo de la bahía de Cádiz. Dénia tiene un consumo elevado de salsamenta y derivados del pescado que importa con ánforas de la bahía de Cádiz, explica Gisbert, también vino de Saguntum y del sur de la Tarraconense, así como aceite de la Bética. Los contenedores encontrados prueban que básicamente estos edificios sirvieron para poderse abastecer y almacenar productos que mediante transporte marítimo habían llegado a Dénia para el consumo de la ciudad pero también, en un porcentaje de un 30%, para almacenar los productos procedentes del territorium”.

 

 

 

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