La prueba de esfuerzo

  23/07/2013

??Dr. V. PALAZUELOS BERTÓ (*)

En ausencia de enfermedad cardiaca, el corazón se adapta automáticamente a la demanda (necesidades), que el cuerpo precisa, no es lo mismo en ayunas que tras la comida, no es lo mismo a una hora del día que a otra, que haya fiebre o no que se esté en reposo o realizando un esfuerzo.
Desde los años 50/60 se intentó evaluar la repercusión del esfuerzo en el corazón, tanto para descubrir enfermedades cardiacas como para ver el estado en que se encontraba. Primero, se realizaba el llamado “Test de Masters”, que era tomar la tensión arterial y la frecuencia cardiaca antes y después de estar durante 90 segundos subiendo unos escalones. La información que se obtenía era escasa y confusa, pero  sirvió para valorar la importancia del ejercicio a nivel cardiaco. Posteriormente, se iniciaron los estudios con el cicloergómetro, iniciándose la clasificación del esfuerzo y la respuesta cardiaca, generaba, bastantes errores, sobre todo por la interferencia de esfuerzos llamados anaeróbicos, por lo que  a mediados de los 70, aparece en Estados Unidos lo que ellos denominaron el “Tread mill”, que aquí conocemos como “cinta rodante”. Se creó un protocolo, de Bruce, que es el que actualmente se emplea hoy en día en todo el mundo, y adapta el esfuerzo a la frecuencia, tensión, sexo y edad del que lo realiza.
La prueba, que tiene cierto riesgo, consiste en un aumento progresivo de la velocidad y pendiente de la cinta, valorando los parámetros antes indicados. Existen dos grandes indicaciones para la ergometría: 1º) Diagnóstica, ante la sospecha de cardiopatía isquémica (angina), arritmias, hipertensión arterial (comportamiento con el esfuerzo, con o sin tratamiento) y miocardiopatías; 1a) Evolutivas: Valoran la evolución de una enfermedad cardiaca, haya sido sometida a procedimiento invasivo o no. Son pruebas, como hemos dicho, de riesgo y siempre deben de realizarse en medio hospitalario; 2º) Valoración de capacidad funcional y despistaje de enfermedad cardiaca en individuos aparentemente sanos. Este tipo es tan importante, que nadie, debería realizar deporte, sin pasar cada cierto tiempo por el estudio. Evidentemente existen exigencias diferentes , dependiendo el tipo de deporte a practicar, siendo en ocasiones necesarios completar los estudios con ecocardiografía o Holter de ECG/ TA. De hecho, la nueva Ley del Orgánica del Deporte y Dopaje, recientemente publicada, obliga a realizar una prueba submáxima, en todo practicante federado. Desgraciadamente, existe muchas falsas pruebas de esfuerzo, puesto que sino se alcanza el 85% de al frecuencia máxima, NO se puede realizar diagnóstico cardiológico alguno, de normalidad, ya que no consiste en subirse un rato a una bicicleta o cinta, sudar y bajar.
La prueba de esfuerzo, la vemos en TV cada vez que un club ficha a un jugador nuevo, puede diagnosticar (estamos en sujetos aparentemente sanos), puesto que pueden presentar arritmias asintomáticas, que conducen a patología en un futuro e incluso a la muerte súbita, toda vez que como ya se comentó en las Jornadas de Riesgo Cardiovascular, celebradas recientemente en la Marina de Dénia, no existen estadísticas de muerte súbita, ni en España ni en la Comunidad Europea.
Conclusión: Tenemos que hacer deporte/ejercicio, pero con seguridad y adaptado a nuestras características constitucionales, no todos podemos hacer cualquier deporte.

(*) Médico especialista en Cardiología y Medicina Interna.

 

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