La Roca en el Camino
VERÓNICA MONSONIS (*)
En un reino lejano, hubo una vez un rey que colocó una gran roca en medio del camino principal de entrada al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver si alguien la retiraba.
Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron simplemente rodearon la roca. Muchos de ellos se quedaron un rato delante de la roca quejándose, y culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para retirar el obstáculo.
Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el suelo y estudió la roca en el camino observándola. Intentó mover la roca empujándola y haciendo palanca con una rama de madera que encontró a un lado del camino, después de empujar y fatigarse mucho, finalmente logró apartar la roca. Mientras recogía su carga, encontró una bolsa, justo en el lugar donde había estado la roca. La bolsa contenía una buena cantidad de monedas de oro y una nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien despejara el camino.
El campesino aprendió lo que los otros nunca aprendieron:
Cada obstáculo superado es una oportunidad para mejorar la propia condición.
Reflexión: Esta historia nos hace reflexionar sobre la importancia de afrontar los obstáculos que la vida nos pone delante.
Esquivar los problemas, buscar “culpables” o simplemente quejarnos no solucionará nada, y la “roca” seguirá estando allí. Afrontar los obstáculos, actuar, esforzarse… es lo que nos hará crecer como persona.
Mover las “rocas” seguramente implicará esfuerzo, sufrimiento, capacidad de análisis, constancia... y todo ello nos hará más fuertes y sabios. Superar los obstáculos nos hace mejorar nuestra condición, crecer, evolucionar.
La queja, y el evitar los problemas sin afrontarlos, nos estanca.
¿Tenéis alguna roca en vuestro camino por mover?
(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y especializada en Educación Emocional y en Atención Temprana.