¿Me preocupo por todo?
Por Verónica Monsonis
Un psicólogo estaba desarrollando una sesión grupal cuando, de repente, levantó un vaso de agua. Todos esperaban la típica pregunta: "¿Está medio lleno o medio vacío?"
Sin embargo, preguntó:
- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo les respondió:
- El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no representará un problema, pero si lo sostengo durante una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no ha cambiado, siempre es el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más difícil de soportar se vuelve.
Moraleja: Este cuento psicológico nos recuerda que las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores y el resentimiento son como ese vaso de agua. Si pensamos en ellos un rato, no pasa nada. Si pensamos en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si pensamos en ellos durante toda la semana, acabaremos sintiéndonos paralizados e incapaces de hacer nada. Por eso, debemos aprender a dejar ir todo aquello que puede dañarnos.
Las preocupaciones son más sencillas de manejar si se trabaja sobre ellas desde su inicio dado que posteriormente desencadenan una serie de pensamientos y conductas que van haciéndolas más complejas, y por lo tanto, más resistentes.
Posibilidades:
- Analiza tus preocupaciones:
Describe con claridad cada una de las preocupaciones que ronden tu cabeza y escríbelas.
Piensa si puedes hacer algo al respecto. Puede ser de ayuda responder a las preguntas expuestas más arriba.
Detalla en una lista las cosas que podrías hacer para resolver cada una de las preocupaciones que tengas anotadas.
¿Hay algo que puedas hacer ahora? Hazlo.
Si no hay nada que puedas hacer ahora mismo, elabora un plan especificando cuándo, dónde y cómo afrontar el problema.
- Distráete:
Las personas tenemos una capacidad de prestar atención a las cosas que es limitada, por lo que mantenerse ocupado en actividades agradables que ocupen nuestra mente, puede ser un gran recurso para romper la cadena de preocupaciones. Algunos ejemplos de actividades pueden ser:
Ejercicio físico, que además de mantener ocupada nuestra mente nos ayudará a mejorar nuestro estado de ánimo. Las endorfinas que libera nuestro cuerpo durante el mismo son nuestras mejores aliadas.
Juegos mentales: Hacer rompecabezas, crucigramas, escuchar música o hacer juegos de palabras con las matrículas de los coches que ves pasar, el límite lo pone tu imaginación.
- Planifica la "Hora de preocuparse":
Las preocupaciones nos inundan en cualquier momento, cuando nuestra atención debe estar fijadas en otras tareas importantes. Para evitar que afecte a nuestro rendimiento en el trabajo o en cualquier otra tarea es importante fijar todos los días con antelación una hora de la preocupación, en la que dedicar 30 minutos a sentarnos con papel y lápiz a afrontar las preocupaciones que hayan ido surgiendo durante el día y a buscarles solución.
Resulta indispensable tener voluntad de aplazar los pensamientos que te abordan con la tranquilidad que te da el saber que vas a ocuparte de ellos a la hora fijada.
Además, esta estrategia puede ser muy beneficiosa para irnos a la cama más tranquilos, evitando que las preocupaciones nos aborden a la hora de dormir y reduciendo la posibilidad de sufrir insomnio.
- Comparte tus preocupaciones:
Buscar a alguien de confianza con quien compartir nuestras inquietudes resulta muy efectivo, alivia y puede ser de gran ayuda a la hora de reinterpretar los problemas o buscar soluciones a los mismos al contar con nuevos puntos de vista.
Fuente: Marín A., (2018). Consejos para afrontar las preocupaciones de forma más eficaz. COPMálaga.
Monsonís, V. (2009). Pensamientos Irracionales, ¿qué son? Guíame, Dénia.
(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y especializada en Educación Emocional y en Atención Temprana.