Me rechinan los dientes
INÉS ROIG (*)
Es un hábito involuntario de la musculatura masticatoria que consiste en apretar o rechinar, o en tensar la musculatura mandibular de manera sostenida. Se manifiesta de dos formas: mientras dormimos (Bruxismo del sueño) y mientras estamos despiertos (Bruxismo de vigilia).
En la actualidad se sabe que tiene un origen multifactorial: condicionantes genéticos, la nutrición, el ambiente profesional y social, la educación, el estrés, la calidad del sueño… La hipótesis de más soporte científico es la que sostiene que tiene su origen en determinadas alteraciones del funcionamiento del sistema nervioso. También puede deberse a la ingestión de nuevos antidepresivos, como la fluoxetina, la sertralina, la paroxetina, el citalopram o de sustancias estimulantes como la anfetamina, la cocaína o el éxtasis.
Frenar el bruxismo no es sencillo. Se habla mucho de coeficiencia intelectual, pero nos olvidamos de otra gran cualidad: la coeficiencia emocional. Debemos aprender a gestionar las emociones, saber dónde están los límites y establecer prioridades. Después de que la mala oclusión haya sido descartada, el estrés y los sentimientos mal digeridos se erigen como los principales desencadenantes, según confirman los numerosos estudios sobre este tema. Este mal afecta en España a más del 70% de la población adulta; sobre todo a los mayores de entre 35 y 40 años.
El cuadro típico de mis pacientes combina estrés y un déficit de magnesio relacionado con la dieta. Este mineral es esencial para que los impulsos nerviosos permitan contraer los músculos, una aptitud que se ve alterada con la ansiedad. Asimismo, es vital para conservar unos huesos y una dentadura sanos. Los niveles de magnesio, que regula el sistema nervioso, bajan con la edad; en especial en mujeres. Se encuentra en legumbres, nueces, semillas, cereales integrales, en hortalizas verdes como la espinaca, en la leche y en el yogur.
¿Cuál es el mejor enfoque de tratamiento? Ninguno lo elimina de forma eficaz y permanente. De momento, el abordaje terapéutico va orientado a paliar su incidencia, así como a prevenir y tratar los efectos patológicos sobre el aparato masticatorio. Es importante que el paciente colabore en la estrategia terapéutica que incluye el uso de farmacología (relajantes musculares y neuromoduladores), ortopedia (órtesis orales, conocidas como férulas), fisioterapia, tonificación cardiovascular, técnicas de control del estrés, relajación y psicoterapia cognitivo conductual, regulación nutricional, suplementos dietéticos y optimización de la calidad del sueño.
Solo en casos excepcionales es recomendable una operación odontológica para modificar el tipo de mordida. Si es muy intenso, se puede considerar una infiltración de toxina botulínica en la musculatura masticatoria que favorece la relajación muscular y facilita el resto de medidas terapéuticas.
(*) Farmacia Las Marinas.