Mineralizarse y vitaminarse
??INÉS ROIG (*)
Los minerales y las vitaminas son el combustible para el buen funcionamiento orgánico, así como para la prevención y el tratamiento de enfermedades. Especialmente importantes son, por tanto, en esta época del año en que la vuelta a la rutina, la mala alimentación del verano y el aumento de virus que atacan nuestro organismo nos convierten en un blanco fácil si no estamos preparados.
Para ello la base está, como siempre, en una buena alimentación: Estar nutridos equivale a estar fuertes, y para ello no hay nada más importante que llevar una dieta equilibrada. Pero como no siempre es posible controlar completamente nuestros hábitos alimenticios, es aconsejable compensar las posibles carencias con complementos vitamínicos: No hay diferencia entre obtenerlas de un alimento o uno de estos productos, de hecho son recomendables si no podemos obtener esos nutrientes de otra forma.
Eso sí, hay que diferenciar entre suplementos y complementos alimenticios. Los primeros son recetados por un médico cuando detecta una carencia en nuestra nutrición y los segundos están indicados por si nosotros mismos queremos reforzar nuestra ingesta. Como siempre antes de empezar a consumir algo que pueda afectar a nuestra salud, lo mejor es consultar a nuestro médico de cabecera.
En otoño con la vuelta de las vacaciones solemos estar más cansados, por lo que un buen aporte de vitamina C por ejemplo puede ayudarnos a combatir el agotamiento y la fatiga. Suele combinarse esta vitamina con el zinc, un mineral que se encarga de fortalecer aún más el sistema inmunitario e intervenir en la creación de proteínas.
La vitamina D, cuya principal fuente es el sol, interviene en el cuidado de los huesos, protegiéndolos de enfermedades como el raquitismo o la osteoporosis.
Estas vitaminas y minerales son especialmente importantes durante la niñez, que es cuando preparamos nuestro cuerpo para la edad adulta. Para que todos esos cambios que sufrimos se realicen de forma correcta, necesitamos una buena nutrición. Para ello, debemos aportar ácido fólico para un óptimo desarrollo neuronal y celular; vitaminas A, C y E, que intervienen en el desarrollo del sistema inmune, y vitamina D que ayuda en la formación de los huesos.
Y éstas no son sólo fundamentales para los más pequeños. El invierno es época de resfriados por lo que todos deberíamos reforzarnos con los minerales y vitaminas que intervengan en mejorar nuestro sistema inmunitario, es decir, las A, C, D, E, B6, B12, biotina y coenzima Q10, que no sólo protegen nuestro sistema inmunitario en estas fechas tan complicadas sino que sirven para prevenir enfermedades durante todo el año.
Por ejemplo, la vitamina D interviene en el cuidado de la salud de los huesos, protegiéndonos de enfermedades tales como el raquitismo, la osteoporosis o la osteomalacia, es decir, el reblandecimiento óseo por la carencia de este micronutriente que obtenemos principalmente a través del sol.
Pero si lo que queremos es reforzar el número de activos que defienden nuestro organismo, debemos acudir a los probióticos. Se trata de microorganismos vivos, pequeñas bacterias, que viven naturalmente en nuestro cuerpo y que nos ayudan de muchas formas. Entre otras cosas, potencian el sistema inmune evitando que se desarrollen los patógenos, previenen enfermedades intestinales, reducen el colesterol e incluso algunos estudios aseguran que podrían ayudar en la prevención del cáncer de colon. Por eso, necesitamos repoblarnos de bacterias buenas que aprovechen los nutrientes de nuestro cuerpo para combatir cualquier posible enfermedad. Los probióticos son los tipos más beneficiosos de bacterias que se encuentran en la microflora normal del intestino. Y no sólo eso, sino que estas pequeñas bacterias también nos ayudan a asimilar mejor todos los nutrientes que consumimos. Es decir, que si no tenemos las suficientes, por muchas vitaminas y minerales que suministremos a nuestro organismo, éste no conseguirá asimilarlas todas por completo. Por este motivo, es tan importante lograr un equilibrio entre el número de bacterias buenas que tenemos y la cantidad de combustible que les damos.
¡Y no olvide súper vitaminarse y mineralizarse!