Ortorexia: cuando comer sano se convierte en una obsesión
Por Nico Haros
¿Qué es la ortorexia?
Hoy quiero hablarte acerca de un exceso diferente. El exceso de preocupación por la calidad de lo que se come, recogido en el término ortorexia.
El médico Steven Bratman en el año 2000 fue el primero en utilizar esta acepción que procede del griego (ortho, recto, justo y orexia, apetencia) y que viene a significar, “el apetito correcto”.
Aunque la ortorexia no ha sido reconocida oficialmente en los manuales terapéuticos de trastornos mentales,la evidencia científica de la que se dispone, parece confirmar que bajo esta obsesión excesiva por una alimentación perfecta, subyacen desequilibrios psicológicos fuertemente arraigados. Por todo esto, sí está considerada a día de hoy en el ámbito sanitario un TCA (trastorno de la conducta alimentaria).
¿Qué consecuencias tiene padecer este trastorno? Ansiedad, malestar, preocupación, culpa
La primera y más obvia es la continua preocupación y sensación de insatisfacción constante con prácticamente todo el entorno alimenticio. El ortoréxico vive en un mundo en el cual aquello que se salga de sus convicciones equivale a poco menos que un suicidio. Si ve a sus padres, amigos o familiares siguiendo una alimentación normal, cree que algo terrible les sucederá. Si por situaciones se ve obligado a traicionar sus convicciones y comer algo que piensa, no es bueno, un sentimiento de culpa lo aborda.
Consecuencias económicas. He conocido a personas que gastaban 10 veces más de lo necesario, entre ciertos alimentos de sitios o páginas webs muy concretas y determinados suplementos, por pensar que así cuidaban su salud. Y pese a la tendencia que tienen las clases altas hacia este trastorno también se ve a menudo en personas de economía más básica.
Carencias y enfermedades. En la mayoría de los casos los métodos a los que se ciñen quienes presentan ortorexia, llevan a la persona a un estado nutricional de alerta. Falta o exceso de algunos nutrientes, restricciones calóricas muy severas, prohibiciones de grandes familias de alimentos saludables y otras condiciones que llevadas a término pueden derivar en enfermedades o estados carenciales. Fíjate qué paradoja; me obsesiono por la dieta sana y pongo en peligro mi salud.
Renunciar al conocimiento científico, el principio de grandes calamidades. Dar la espalda a la ciencia puede tener consecuencias nefastas. Quienes padecen ortorexia normalmente tiene una tendencia hacia lo místico, mágico, holístico, etc. y es normal verlos siguiendo falsas dietas como la famosa dieta macrobiótica, o la del grupo sanguíneo, o la dieta detox y otras muchas doctrinas inventadas por charlatanes, ampliamente desacreditadas por la comunidad científica mundial.
El problema es que, aunque creer en las bondades de, digamos, la dieta ayurvédica (otra gran patraña) puede parecer bastante inofensivo inicialmente, esta y otras “inofensivas” formas de pseudociencia pueden actuar como puerta de entrada hacia otras más peligrosas. Al creer ciegamente en las “bondades” del método Dukan, estás rechazando las múltiples líneas de abrumadora evidencia científica contra este o, al menos, no estás requiriendo evidencia sostenible como condición para adoptar nuevas creencias. Sin esta condición, uno puede llegar a creerse cualquier cosa.
Comienzas implementando la dieta alcalina (otro peligroso método, muy recurrido por quien tiene ortorexia) y un buen día estás tratando de curar un cáncer con hierbas y medicina natural, o privando a tus hijos de la tan necesaria vacunación.
¿Cómo puedo saber si padezco ortorexia?
Los criterios diagnósticos de la ortorexia no están del todo definidos pero existen patrones que se repiten constantemente en quienes presentan este TCA:
-Aislamiento social. Personas que no quedan con nadie por temor a comer algo “malo”.
- Renunciar al placer que proporciona comer. El ortoréxico se preocupa más de la calidad de lo que come que del factor hedónico.
-Planificación excesiva. Pasar varias horas al día planificando lo que se va a ingerir.
-Calidad de vida disminuida. Conforme se adentra en sus convicciones, su alimentación se convierte en una obsesión que compromete su bienestar.
-Alimentación exclusiva. A veces necesita comprar en 20 sitios distintos para obtener lo que él considera necesario.
-Inversión desmesurada. Si todo lo que consume debe ser “bio”, “energizado”, ecológico, “holístico”, “mágico”, “ionizado”, “alcalinizado” el desembolso económico puede ser exorbitante.
¿Qué hacer si sospechamos que tenemos ortorexia?
¿Sospechas que tienes ortorexia? Buenas noticias, lo más importante ya lo has hecho. Tomar conciencia de que algo no va bien es el primer paso hacia la solución. Normalmente, el paciente ortoréxico no se reconoce como tal, es su entorno inmediato quien percibe que algo no va bien.
Afortunadamente, tiene tratamiento y es más sencillo de lo que puede parecer. Estas personas cuando comprenden lo que les ha pasado, respiran relajadas y caen en la cuenta del infierno en el que vivían. Parece exagerado, pero créeme, no lo es. Oído en consulta de una paciente ex ortoréxica: ´ahora vivo tranquila. Abro el grifo y bebo agua sin miedo. Mi madre me invita a comer paella y disfruto feliz de la comida y de su compañía. Ya no me estoy fijando ni condenando lo que hacen los demás. Que descanso por Dios!´
Si piensas que puedes estar padeciendo esta obsesión, no dejes de buscar ayuda profesional. El tratamiento viene de la mano de un psicólogo y un dietista-nutricionista. Si crees conocer a alguien que lo padece y quieres ayudarle, no lo confrontes directamente ni discutas con él.
Cuando peleamos y nos burlamos de alguien con convicciones férreas, ejercemos un efecto contrario al deseado. La persona se adhiere aún con más fuerza a sus creencias. Trata de ponerte en su lugar y muéstrale sin acritud la importancia de confiar en las figuras sanitarias de autoridad. Sugiérele que visite a un profesional cualificado dietista-nutricionista para que este pueda valorar lo que está haciendo.
Una vez en consulta, el DN sabrá cómo convencerle de qué opciones más sanas y menos estrictas tiene y podrá argumentar científicamente y en un lenguaje comprensible, todo lo que le exponga. No es lo mismo pelear con alguien queriendo someterlo sin saber muy bien ni el por qué, que dejar que sea un profesional quien valore y determine con tacto la mejor manera de intervenir. Si es alguien muy cercano, incluso págale la visita, lo creas o no, puedes estar salvándole la vida.