Piezas para el día a día y creaciones con estrella
Angelica Fossemo y Jean Fleche se adentraron en el mundo de la cerámica hace tres años. De espíritu inquieto, con imaginación, creativos, amantes de la tierra y el movimiento, empezaron a hacer sus pinitos por aquello de que uno no se ha de poner limitaciones y ha de atreverse con esas cosas que le atraen. Eligieron un entorno mágico, rodeados de viñedos y bosque, y se pusieron manos a la obra con este nuevo proyecto, Magari Things. Hoy sus platos y servicios de mesa son utilizados por chefs con y sin estrella y llegan a los hogares de quienes buscan enseres de cocina útiles, bellos y con corazón.
Trabajar la cerámica requiere de un aprendizaje continuo. Aquí, como ellos dicen, nunca lo sabes todo. Para ambos ha supuesto un cambio en el ritmo de vida y un descubrir y experimentar constantes. No valen los pedidos de hoy para mañana, “porque aquí es la pieza quien decide”. El proceso creativo, el trabajo de modelado y la cocción tienen sus tiempos. Ellos usan técnicas distintas para sus creaciones, piezas utilitarias y decorativas, se sirven del modelado a mano y el torno y cuecen en hornos de gas.
Trabajan el gres en alta temperatura, con cocciones a 1280 º que aseguran la resistencia y la calidad del producto en el caso de las utilitarias, como los servicios de mesa, que pasan dos periodos de cocción. Tras el modelado y el secado, se introducen en el horno durante unas 8 horas. Es el momento de aplicar el esmalte y darles el segundo ‘golpe de horno’, esta vez de entre 10 y 12 horas. “Has de estar pendiente por seguridad y para que todo salga bien, controlando el gas, la presión, el oxígeno”, comentan.
Como buenos artistas -ella es una apasionada del mundo de la danza y él ha trabajado la fotografía, el diseño, el vídeo, la joyería y la restauración-, sienten especial debilidad por la antigua técnica japonesa del raku y el raku desnudo, donde intervienen los cuatro elementos -tierra, fuego, agua y aire- y que da lugar a piezas únicas. En este caso, a grandes rasgos, las piezas se extraen cuando se alcanzan los 950º de temperatura en el horno, cuando están al rojo vivo, y se introducen en un recipiente con serrín u otro material que se incendia y genera un denso humo que penetra en la pieza, que luego se enfrían bruscamente. Son especialmente curiosos y admirados sus juegos de mesa realizados con esta técnica -dominó, ajedrez, backgammon…-; eso sí, siempre por encargo porque el proceso es muy laborioso.
Pero ahí no queda la cosa. Puestos a aprender, y rodeados de los mejores maestros, nada como experimentar. Por ejemplo, buscando texturas volcánicas o con cocciones en tierra. Están “abiertos a ideas nuevas”, señalan, y “bien apadrinados” por ceramistas con mucho recorrido en el arte de la cerámica, como Manuel de la Cruz (Pedreguer).
“Este es un mundo infinito”, dicen con la ilusión de seguir adentrándose en él y compaginar creatividad, belleza y armonía. Subrayan la larga tradición ceramista de los valencianos y de la comarca. El mejor ejemplo, Orba y, si nos remontamos en el tiempo, recuerdan, l’Alt de Benimaquia, donde los íberos utilizaron los primeros contenedores cerámicos para el vino. Sostienen que hoy en día sigue habiendo muy buenos talleres de cerámica en la Marina Alta, como el citado de Manuel de la Cruz o el de Encarna Soler (en Benissa).
Que sus piezas vistan las mesas de restauradores de prestigio, como Quique Dacosta, Ricardo Camarena, Miquel Ruiz o Borja Susilla, no es casualidad. A algunas llegaron por amistad, al principio de emprender esta aventura, y tuvieron buena aceptación. Otros las descubrieron por casualidad en el Riurau de Jesús Pobre, donde montan puesto de forma habitual. Para conocerlos se puede visitar también el taller, siempre con cita previa. Y si se quiere participar de alguna de sus experiencias cerámicas, ofrecen talleres para grupos reducidos en sesiones de uno, dos o tres días.
Su taller ha sido incluido en ADN cerámico de la Comunitat Valenciana, un mapa de ceramistas valencianos nacido al amparo de la designación Valencia Capital Mundial del Diseño 2022. Desde allí, siguen creando y dando rienda suelta a su imaginación y, a la vez, haciendo más placentera la vida a sus clientes. Magari es una palabra muy utilizada en italiano que significa algo así como ¡ojalá! Pues eso, ojalá que así sea durante mucho tiempo.