¿Protegemos demasiado a nuestros hijos e hijas?

¿Protegemos demasiado a nuestros hijos e hijas?
  04/09/2017

VERÓNICA MONSONIS (*)

La sobreprotección se define como el exceso de cuidado y/o protección de los hijos, por parte de los padres, abuelos o de las personas que se hagan cargo del menor. Se teme, sobre todo en los más pequeños, que puedan golpearse o lastimarse si van andando por el sofá, o si intentan alcanzar por sí mismos un juguete o algún objeto llamativo que se encuentre un poco más alejado.

            Sobreproteger a los niños dificulta su crecimiento y desarrollo; no es adecuado crear una “burbuja de cristal” a su alrededor, por tal de que no se manche o no se golpee, pues de esta manera se le limita la exploración del entorno y se le trasmiten todas nuestras inseguridades.

            Está demostrado que la sobreprotección deriva en la mayoría de los casos en adolescentes inseguros e inmaduros, acostumbrados a que sus problemas les sean resueltos y con poca o ninguna gana de emprender proyectos personales que demanden cierto grado de esfuerzo.

            Evitar la sobreprotección es complicado, pues se puede llegar a ella en el momento menos pensado y sin darnos cuenta. ¿Cómo podemos prevenirla?

            Para prevenirla, hay que tener en cuenta, que es importantísimo fomentar la autonomía de los niños por tal de conseguir que tengan una autoestima positiva, sean seguros de sí mismos, independientes y libres... Explorar, investigar, conocer el mundo que le rodea, es indispensable para su crecimiento personal.

            Cuando un bebé empieza a moverse por sus propios medios, primero gateando y después andando por toda la casa, tenemos que procurar que tenga total libertad para la exploración. Debemos acomodar la casa (enchufes, escaleras, puntas salientes...), por tal de protegerlo de cualquier peligro potencial y que así pueda sentirse cómodo, y campar a sus anchas por ese entorno. De este modo evitaremos estar a la expectativa, sin agobiarlo para que no se haga daño, dejándolo que investigue él solo y, que incluso trasgreda ciertas normas, pero siempre con seguridad.

            Tanto en bebés como en niños más mayores, es fundamental felicitarlos cuando consigan sus logros, por pequeños que sean. Nuestra aprobación y nuestros elogios son para ellos un gran premio que les motiva a seguir adelante.

            Del mismo modo, dejar que tome pequeñas decisiones, ya sea en el juego o en cualquier situación cotidiana, les ayudará a estimular su capacidad para escoger y decidir. Es imprescindible brindar al niño una crianza equilibrada, en la cual haya afecto y protección, no sobreprotección. Tenerlo en una cajita de cristal solo hará que el niño adquiera desconfianza por todo lo que hace, convirtiéndolo en un niño inseguro e incapaz de hacer las cosas por sí mismo.

(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y experta en Atención Temprana.

<<< Volver a la portada