Seis sombreros para pensar
04/07/2014
Verónica Monsonís (*)
Seis sombreros para pensar es el nombre de un método inventado por Edward de Bono como marco para resolver problemas.
Es una técnica creada para expandir el pensamiento, tomar decisiones e intentar encontrar soluciones que de otra manera no nos resulta fácil hacerlo. La técnica puede realizarse bien de manera imaginada, bien poniéndola en escena mediante sombreros de papel o cartulina.
Lo primero que tenemos que hacer es definir el problema que queremos resolver. Tenemos que tener en cuenta que debemos definirlo de manera concreta no general; Por ejemplo si decimos “quiero encontrar trabajo”, estamos afirmando algo muy general; para ello lo que haremos será establecer pequeñas metas hasta intentar llegar a nuestro objetivo final; la primera meta en nuestro ejemplo podría ser “echaré el currículum vitae para encontrar trabajo”
El método consiste en lo siguiente:
Imaginamos (o escenificamos) que en una mesa ponemos seis sombreros diferentes, y que cada uno de ellos es de un color: blanco, rojo, negro, amarillo, verde y azul.
Cada sombrero representa una manera de pensar, un estilo de pensamiento.
Imaginamos que vamos colocándonos en la cabeza de forma progresiva un sombrero, luego otro... y así los seis. Cada vez que nos ponemos un sombrero en la cabeza, solo vamos a poder pensar de la manera que ese sombrero nos dice, no podemos pensar de ninguna otra forma.
Es importante tener en cuenta que hay que ir en orden, es decir, que nos iremos poniendo los sombreros del color en el orden descrito arriba.
El primero que nos ponemos es el sombrero blanco; éste es el sombrero de la objetividad. Lo que nos dice, es que solo podemos pensar con los datos que tenemos, es decir, de una manera racional y objetiva, a partir de los datos reales que tenemos, no con la intuición o con la subjetividad (no con el yo creo, yo pienso...); Así pues, cogemos el problema definido anteriormente y lo analizamos según esta perspectiva, tal y cual hemos descrito.
Realizado lo anterior quitamos el sombrero blanco y nos ponemos el sombrero rojo; este sombrero, por lo contrario, analiza el problema desde la intuición, la subjetividad; desde lo más emocional, emitiendo opiniones, no hechos.
Después nos ponemos el sombrero negro, el del pesimismo. Este sombrero es importante porque nos ayuda a ver los aspectos negativos del problema.
El siguiente sombrero, el amarillo, es el sombrero del optimismo; lo que haremos será llenar nuestra cabeza de aspectos positivos, analizando el problema desde una perspectiva totalmente positiva.
El sombrero verde, es el sombrero creativo; vamos a liberar la mente y, sin detenernos a valorar y enjuiciar, vamos a dar rienda suelta a ideas y pensamientos que pueden ayudarnos a resolver el problema. Vamos a intentar ser creativos y a imaginar toda clase de soluciones aunque parezca que son absurdas, incoherentes y sin sentido. Aquí todo vale.
Por último, el sombrero azul es el sombrero final, y lo que vamos a hacer simplemente es recapitular, sacar conclusiones, es decir, pensar qué es lo que nos ha aportado analizar el problema desde cada una de las perspectivas de cada sombrero. De esta manera llegaremos a la solución de ese problema que hemos definido en un principio.
(*) Psicóloga. Master en Psicología Clínica.