Si quiere adelgazar, no siga estas dietas
??INÉS ROIG (*)
Existen dietas para todos los gustos. Si no le gusta la alcachofa, puede probar con la del espárrago. Y si esta no funciona, darle una oportunidad a la piña (desayuno, merienda y cena durante una eterna semana).
A continuación, desmentimos las cinco dietas más populares y le contamos por qué no son la mejor opción para un plan de adelgazamiento (en ocasiones, incluso son la peor).
1. Dietas depurativas: no cumplen su objetivo. Cualquier dieta que haga comer menos calorías va a inducir a una pérdida de peso, sin embargo, muchas de ellas son deficitarias de algún nutriente esencial. El objetivo de un plan depurativo (el famoso fenómeno detox) pasa por evitar la retención de líquidos y la hinchazón debido a los excesos: regular el organismo y eliminar toxinas, dicen los que se pasan unos días a base de infusiones, verduras y frutas, o incluso en ayunas. Nuestro cuerpo elimina toxinas a través del sudor, la orina y la defecación, no pasa nada por pasarse un día en ayunas, pero no sucederá la ansiada depuración, más allá de una sensación subjetiva.
2. Dietas monotemáticas: rompiendo el equilibrio. Se estructuran a partir de un alimento con pocas kilocalorías. El régimen de la alcachofa, la piña y el espárrago son tres de los más populares. Una dieta basada en un alimento concreto provoca un déficit de macronutrientes, básicamente de hidratos de carbono. El equilibrio nutricional está muy bien estudiado y contrastado. Una dieta equilibrada se compone por un 15% de proteínas, un 30% de grasas (de las cuales, máximo, un 10% son saturadas) y un 55% de hidratos de carbono, preferiblemente de absorción lenta, como el pan, la pasta y el arroz.
3. Dietas hiperproteicas: maltratan el riñón. El método Dukan es la dieta hiperproteica por excelencia, basada en el consumo excesivo de proteínas de origen animal. Numerosos estudios ya han demostrado las consecuencias sobre la salud después de haber seguido pautas alimentarias de este estilo. El riñón necesita trabajar más para excretar el exceso de urea proveniente de las altas dosis de proteína.
4. Dieta macrobiótica: sin rigor científico. Este tipo de dieta es más un estilo de vida que influye en la persona que una pauta alimentaria. Sus defensores comen productos de temporada, la mayoría de origen vegetal. La base nutricional son los cereales, que se consumen preferiblemente en forma de grano integral, como el arroz. La dieta macrobiótica se inspira en tradiciones gastronómicas orientales y en el equilibro entre el Yin y el Yang.
5. El crudiveganismo: un trabajo extra. Los crudívoros y veganos se alimentan de productos vegetales sin cocinar ni procesar. Sus practicantes, vegetarianos, aseguran que los alimentos crudos son mejores para la salud porque no eliminan vitaminas ni minerales, pero cocinar es básico en la alimentación, aunque sea complicado para la ciencia determinar si los vegetales se consumen mejor crudos o cocidos. Un estudio, publicado hace unos años hizo un seguimiento a crudívoros, aunque falta evidencia científica. Lo que sí está claro es que el vegetarianismo ha de ser una opción vital, y no un plan de adelgazamiento.
(*) Farmacéutica