Solidaridad en tiempo de guerra

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  27/05/2022

 

El libro sobre el Hogar Sueco para Niños nos revela cuál fue el papel y como funcionó el centro de acogida para niños procedentes de la zona ocupada que un comité de mujeres suecas montó en Dénia

 

 

Los comités de ayuda escandinavos creados durante la Guerra Civil española tuvieron un papel importante a nivel humanitario. Entre sus actuaciones destaca la creación de hogares de acogida para los niños. Es el caso del Hogar Sueco para Niños de Dénia, que se puso en funcionamiento en el mes de julio de 1937. El centro de refugiados fue iniciativa de un grupo de mujeres que buscaron una mujer puericultora, Magnhild Olsson, para dirigirlo. Sus diarios y la documentación que guardaba, entre ella importando material gráfico, han permitido recrear la historia de una institución que dio acogida a 126 niños refugiados procedentes de la zona ocupada, principalmente de Madrid. Àngel Beneito, Alan Swan y Jon Olav Myklebust han registrado en archivos y han recaudado la información necesaria para plasmarla en un libro que ha sido coeditado por el Ayuntamiento de Dénia y el Instituto de Estudios Comarcales de la Marina Alta (IECMA).

El Comité Sueco de Mujeres se creó el mes de diciembre de 1936. Contaba con el aval de la Cruz Roja internacional y de Save de Children y se declaraba apolítico. Dos de sus proyectos prioritarios fueron la creación de los hogares para niños de Dénia y de Getaria, uno en la España republicana y el otro a la zona controlada por Franco. Para financiarlos, se pusieron en marcha varias campañas de recogida de dinero, como la venta de sellos benéficos, postales, fiestas solidarias, proyección de por el•lícules... El pueblo sueco demostró su solidaridad, como queda demostrado en los numerosas donaciones que recibió el comité.

Magnhild Olsson, Frida Hylander (la gobernanta), Eola Hannson (la enfermera) y Kerstin Palmér (la fisioterapeuta y profesora de educación física) llegaron a Dénia el 22 de julio de 1937. El hogar de niños refugiados se había montado en una finca conocida como la Torreta de Gavilà, a la partida de Beniadlà, con una casa señorial rodeada de jardines, naranjos y almendros donde los niños y las niñas encontraron refugio y vivieron la guerra de una manera menos mala. Se había dotado de 106 camas y de todo el necesario para empezar a funcionar (vajillas, cubiertos, detergente, material de escritorio, juguetes, estufas, medicamentos, ropa, alimentos). A la pared del edificio se había rotulado el nombre en grande y a la torreta se había izado la bandera sueca. Entre mayo y diciembre de 1937 se enviaron unos 8.000 kilos de víveres y suministros, además de la furgoneta del hogar. 

Los primeros niños habían llegado el 8 de julio. El 1 de agosto, cuando se hace la inauguración oficial del Hogar Sueco, son ya 36 y en Navidad del mismo año, 95. No todos eran huérfanos, como algunos pensaban. La mayoría de los que pasaron por allí tenían padre y madre y solo 9 habían perdido a los dos. Al cerrar el centro, el 1 de julio de 1939, la mayoría volverían a vivir con los padres. Los que no tenían o se desconocía su paradero, fueron enviados a orfanatos o colonias. Una niña fue adoptada en Pedreguer. 

Magnhild Olsson volvió a Suecia el 22 de septiembre de 1938. Entre el material relacionado con el hogar de niños que conservó figuran los dibujos, las cartas y las postales que le enviaron, donde le muestran su aprecio. Nos dan también una imagen “idíl•lica” del centro, como han remarcado los autores del libro. En los dibujos no aparecen bombas ni dolor, nada que haga pensar en un país en guerra. Dibujan casas rodeadas de árboles, montañas, el mar, barcos, molinos, flores, el hogar de acogida, la furgoneta.... y hablan de la poda de los rosales, los almendros y los albaricoqueros en flor, del que han comido, de cómo están engordando, de las ganas que tienen que llego el buen tiempo para volver a la playa, los regalos de Navidad...

A las fotografías de la directora del Hogar Sueco para Niños de Dénia aparecen las tres maestras, que daban clase en la antigua capilla reconvertida en aulario para el estudio y el aprendizaje; imágenes de las clases de gimnasia, que se consideraban fundamentales para la formación de los pequeños; retratos de las cocineras y del personal de servicio, de las salidas, de las visitas recibidas... Entre los asistentes miércoles a la presentación del libro figuraban familiares de un médico que aparecía en algunas fotos y que no estaba identificado. Era Eduardo Gómez Súñer, pediatra, que -como explicó su nieto- iba todos los días en bicicleta desde Las Eructas al Hogar Sueco. 

El libro cuenta muchas más cosas, que el lector tendrá que descubrir por sí mismo. Es una herramienta importante para conocer un poco más que pasó en Dénia en tiempo de guerra, donde también se refugiaron en casas de particulares muchos niños venidos de Madrid, algunos de los cuales se quedarían a vivir con las familias de acogida. Pero es también, como dijo Rosa Seser, la archivera municipal y coordinadora del trabajo, un homenaje a las mujeres que hará pronto 85 años pusieron en marcha esta iniciativa solidaria, mujeres valientes que han sido olvidadas y de las cuales se sabía muy poco.

EL VEHÍCULO. Los niños del centro hacían excursiones los domingos y salidas en la playa y llevaban una vida saludable. Muchos llegaban con malnutrición o heridas. La atención que los dispensaban y la buena alimentación contribuyeron a mejorar su estado de salud. Durante el segundo año, hubo periodos en los cuales ningún niño se puso enfermo.

 

Memoria y Futuro

La presentación del libro ha cerrado las jornadas Memoria y Futuro, que han englobado una serie de actividades encaminadas a recuperar la memoria histórica. La programación se comenzó en el mes de abril y ha incluido una exposición, teatro, el homenaje a los deniers prisioneros en el campo de exterminio nazi de Mauthausen, un documental y la presentación de estudios y trabajos de investigación relacionados con la memoria histórica, como por ejemplo el libro que presentaron miércoles a la Biblioteca Àngel Beneito y Alan Swan. Está escrito en valenciano, castellano e inglés y de él se han editado 1.100 ejemplares.

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