Tabúes no resueltos de la menopausia
INÉS ROIG (*)
Si no es sinónimo de vejez ni enfermedad, ¿por qué asociamos el climaterio como una etapa negativa en la vida de la mujer?
La regla llega a la vida de las niñas más o menos a los 12 años. A partir de entonces, se presentará una vez cada mes hasta alcanzar los 51 años de media.
Para muchas mujeres, es el comienzo de una época complicada de cambios físicos y psicológicos que empeoran su calidad de vida. Nadie puede negar que los síntomas son importantes: sofocos, osteoporosis, molestias vaginales, dolor articular, ansiedad, depresión... ¿Pero es cierto todo lo que se dice de la menopausia?
Sofocos: ni todas los sufren ni todos son iguales. Un 20% de las mujeres pasa por su menopausia sin apenas enterarse. Son las más afortunadas. Del otro 80% restante, la mitad tiene una sintomatología ligera, con algunas molestias. El problema serio es para el resto: sufren lo que se conoce como síndrome climatérico, que es un conjunto muy variable de síntomas. Agrupa los sofocos y las alteraciones del centro de control de los cambios de temperatura corporal, las artralgias (que se caracterizan por dolor en las articulaciones), el insomnio, que frecuentemente se acompaña de una incomodísima sudoración, los mareos, las palpitaciones que tanto agobian, la inestabilidad emocional con tendencia al llanto y a la depresión sin motivo aparente, la susceptibilidad, la pérdida de concentración.
El deseo sexual sí decae, pero no muere. Al cesar la función ovárica y disminuir los niveles de estrógenos, se produce una atrofia del aparato genital femenino, que provoca sequedad vaginal que es algo de lo que prácticamente no se libra nadie, pero también es justo señalar que no se relaciona ni es causante directa de la pérdida del deseo, que, sobre todo en las mujeres, es multifactorial.
La buena noticia es que la sequedad vaginal tiene tratamiento. Sin embargo, ¿las mujeres consultan este problema con el especialista? La respuesta es no. Los ginecólogos inician un interrogatorio alrededor de esta sintomatología, que condiciona gravemente la calidad de vida de la mujer. Aquí entran factores emocionales, culturales o incluso religiosos que hacen que muchas mujeres lo consideren normal y, por tanto, que pasen a decidir no seguir teniendo relaciones sexuales.
No engorda, aunque cambia el metabolismo y redistribuye la grasa. O sea, que la menopausia, más que engordar, redistribuye la grasa corporal en el cuerpo femenino. Lo que la mayoría de las mujeres notan es que empiezan a “echar tripa”, y esa acumulación de grasa abdominal es lo que realmente es peligroso, por el incremento que supone del riesgo cardiovascular.
Riesgo cardiovascular y masa ósea: aquí no hay bulo. A partir de la menopausia, con el descenso las hormonas, se pierde masa ósea con cifras de entre un 2 y hasta un 5% cada año durante los primeros años. Las fracturas óseas, a continuación, son la consecuencia lógica de esa enfermedad, aunque muchas pasen inadvertidas o no las relacionemos con una osteoporosis.
Los estrógenos son, en general, una gran defensa para muchos riesgos sanitarios para la mujer a lo largo de toda su vida fértil.
(*) Farmacia Las Marinas.