Tiroides y Embarazo
Dr. MARIANO MARTÍN-LOECHES DE LA LASTRA (*)
El embarazo tiene un impacto importante sobre glándula tiroides y su función hormonal. Es una verdadera prueba de estrés para la tiroides. Normalmente, en el embarazo la función tiroidea aumenta un 50 %, junto con un incremento del 50-66 % en los requerimientos diarios de yodo. Las mujeres que tengan una reserva tiroidea limitada por una enfermedad previa diagnosticada o subyacente, y/o que tengan una deficiencia de yodo no podrán responder a las nuevas demandas metabólicas y es probable que desarrollen un hipotiroidismo durante el embarazo.
Para responder al desafío de las demandas metabólicas aumentadas durante el embarazo, el tiroides normal se adapta por medio de cambios en la producción hormonal y de la regulación de la TSH (eje hipotálamo-hipófiso-tiroideo). En consecuencia, los resultados de las pruebas de función tiroidea de una mujer sana y embarazada difieren de los de una mujer sana no embarazada.
Los rangos de referencia para la TSH son menores durante todo el embarazo. La mayor disminución de TSH en el suero sanguíneo se observa durante el primer trimestre y es transitorio, está relacionado con los niveles de la hormona placentaria HCG (gonadotropina coriónica), la cual está en sus valores más altos al principio de la gestación.
La TSH sérica y sus rangos de referencia aumentan gradualmente en el segundo y tercer trimestre, pero es notable que el intervalo de referencia de la TSH se mantiene menor que en la mujer no embarazada. Ya que las concentraciones de HCG son más altas en embarazos múltiples que en embarazos únicos, la desviación hacia abajo del intervalo de referencia de TSH es mayor en embarazos gemelares que en los simples. En un pequeño porcentaje de mujeres la TSH puede estar en niveles muy bajos o indetectables y siguen representando un embarazo normal. Los rangos de TSH varían ligeramente entre los diferentes métodos de análisis utilizados y también puede variar ligeramente en diferentes poblaciones.
Después de la concepción, las concentraciones de una proteína llamada globulina transportadora de tiroxina o T4 (TBG) aumentan alrededor de las 6-8 semanas lo que ocasiona un aumento de la T4 total circulante y permanecen altas hasta el parto. Los niveles en el suero de tiroxina no unida a las proteínas transportadoras (tiroxina libre ó T4L) van disminuyendo con el progreso de la gestación y sus mediciones pueden tener algunas dificultades técnicas por lo que la medición de TSH es más útil.
La TSH, hormona que gobierna a la tiroides, es el elemento que determina la función glandular. En pacientes hipotiroideas que usan hormona (T4) los valores deben mantenerse en rangos menores a los que se usan en la mujer no embarazada, por ciertas asociaciones con pérdida del embarazo y otras complicaciones fetales. Si el valor de la TSH es mayor o igual a 2.50 UI/L, la paciente recibirá tratamiento con hormona tiroidea (T4) durante todo el embarazo para prevenir trastornos del desarrollo neurológico fetal. El valor normal para el resto del embarazo es menor de 3.0 UI/L.
Del 10 al 20 % de todas las mujeres embarazadas con función tiroidea normal (eutiroideas), tienen anticuerpos anti peroxidasa tiroidea (TPO) y/o anti-tiroglobulina (Tg) positivos, lo que aumenta el riesgo de hipotiroidismo durante el embarazo y de tiroiditis postparto.
(*) Especialista en Ginecología y Obstetricia.