Una alimentación saludable comienza en la infancia
MARÍA ÁNGELES BALLESTER (*)
Según el Estudio de Vigilancia del Crecimiento, Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España (ALADINO), la prevalencia de sobrepeso fue del 23,2% y de la obesidad del 18,1% en 2015. Si bien es cierto que estos datos, obtenidos entre niñas y niños de 6 a 9 años, han decrecido respecto a los registros de 2011, donde las estadísticas estaban entre un 2 y un 5% por encima, aún queda mucho camino por recorrer. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que los infantes obesos tienen más probabilidades de desarrollar en la edad adulta cardiopatías, resistencia a la insulina, trastornos osteomusculares, algunos tipos de cáncer (endometrio, mama y colon) o discapacidad. En este sentido, existen multitud de factores que contribuyen. Por ejemplo, durante el embarazo, la diabetes gestacional puede dar lugar a un mayor peso al nacer y a aumentar el riesgo de padecer obesidad en el futuro, por lo que una adecuada alimentación de la embarazada es muy importante, tanto como la elección de alimentos saludables para lactantes y niños pequeños, ya que las preferencias de alimentación se establecen de manera temprana. En esta etapa los alimentos hipercalóricos con alto contenido en grasa, azúcar y sal son de las principales causas que propiciarán la aparición de la patología años más tarde.
Por otro lado, la falta de educación alimentaria y nutricional, siempre en desventaja respecto al bombardeo informativo y publicitario de la industria de alimentos y bebidas hipercalóricos al alcance de los niños y las familias, agravan aún más los problemas de peso en la infancia. En algunas sociedades persisten ciertas pautas culturales muy arraigadas como la creencia generalizada de que un bebé con sobrepeso es un bebé sano, lo que puede alentar a la familia a sobrealimentar a sus vástagos. En una sociedad cada vez más mecanizada y digitalizada, se produce una disminución de la actividad física a través de juegos saludables. Además, el sobrepeso o la obesidad reducen las oportunidades de los niños para participar en actividades físicas grupales, por lo que se vuelven menos activos aún, lo que los predispone a tener cada vez más sobrepeso.
Todo esto es prevenible desde la infancia. Junto al consejo de expertos como los de la Unidad de Nutrición de HLA San Carlos, los programas de prevención y promoción de la salud escolares, de centros de salud, municipios y cualquier entorno que rodee a los niños son fundamentales, pues colaboran en una correcta toma de decisiones de los padres y los niños en cuanto a sus costumbres, haciendo del consumo de alimentos saludables y la actividad física regular su modo de vida habitual, y la mejor prevención de estas patologías. Es importante que toda la familia aprenda a leer y comprender el etiquetado nutricional de los productos, conocer los diferentes tipos de alimentos y nutrientes que nos aportan, así como saber complementar las cenas cuando la comida principal se hace en el comedor escolar. En definitiva será crucial la acción conjunta de profesionales sanitarios, familiares y entorno escolar de los niños, enseñándoles la adecuada toma de decisiones en torno a su alimentación, para asegurar un crecimiento óptimo y prevenir ciertas enfermedades en la etapa adulta.
(*) Unidad de Nutrición de HLA San Carlos.