Botiquín de primeros auxilios psicológicos contra la fatiga pandémica
INÉS ROIG (*)
El 65% de los españoles tuvo síntomas de ansiedad o depresión durante el confinamiento. La mayoría fueron leves, pero no irrelevantes. Si hay una cosa que la fatiga pandémica está dejando claro es que necesitamos equiparnos con un botiquín de primeros auxilios psicológicos: técnicas básicas que nos que sirvan de venda y tirita para la mente.
Probablemente no nos damos cuenta de esta circunstancia, pero hay señales que delatan que la mente está cerca de un sufrir un requiebro. Hay tres que no hay que pasar por alto: tener una mayor dificultad para tomar decisiones, verse conquistado por la apatía y la negatividad; y sentir ansiedad, que es la que indica de forma más evidente que algo no está funcionando bien.
Por ejemplo, para aliviar la sensación puntual de angustia, tristeza e incertidumbre no hay nada mejor que el remedio de la risa. A la primera señal de bajón anímico, las actividades que fomenten la risa (desde ver comedias hasta buscar juegos que puedan hacerse en grupo) pueden ayudar.
El deporte ofrece un beneficio extra cuando se hace en la naturaleza. Conectar con la naturaleza ayuda a equilibrar la mente y alivia la angustia. La exposición a la luz solar también es importante, tiene cierto efecto antidepresivo. O sea, que salir a pasear es una cuestión de salud.
Para aliviar las alteraciones emocionales leves hay alternativas a los fármacos: la valeriana, que relaja y favorece el sueño; la amapola de California, con propiedades hipnóticas, relajantes y un leve efecto ansiolítico; la pasiflora, que relaja y reduce la ansiedad; y la tila, un relajante muscular. Para controlar la ansiedad, también se aconsejan técnicas como Pilates, yoga…
La idea de disponer de este botiquín mental ni es absurda ni podía ser más oportuna. Si desarrollar habilidades y aprender técnicas de primeros auxilios psicológicos es actualmente importante, todo apunta que va a serlo aún más en el futuro. Cada vez más voces alertan de que tras la de la covid-19 habrá que hacer frente a otra pandemia, la de la salud mental. Algunos efectos están notándose ya. Sin llegar a los niveles del síndrome de la cabaña, que se caracteriza por una negativa continua a salir a la calle, muchas personas confiesan que se les han quitado las ganas de participar en encuentros colectivos. En estos casos, se aconseja exponerse a salir de forma progresiva, retomar rutinas fuera de casa y propiciar el contacto con la gente.
El miedo extremo a contagiarse o contagiar la enfermedad, también son más comunes ahora que el otoño pasado. Las obsesiones están a la orden del día. La solución pasa por intentar aprender a convivir con la incertidumbre, normalizándola en la medida de lo posible y no actuar por miedo.
La dificultad de concentrarse es uno de los efectos colaterales de la crisis del coronavirus más generalizados, y está relacionada con el exceso de información, la incertidumbre y la nueva realidad que ha traído la pandemia. Basta con dedicar cinco minutos cada mañana a diseñar el día, definiendo qué es lo más importante de la jornada. Hay que evitar ir haciendo las cosas según van surgiendo, porque eso genera una sensación de frustración que, puede terminar afectando al bienestar emocional.
Hace falta un plan; el botiquín es solo para leves emergencias.
(*) Farmacia Las Marinas.