Cuando aprendí lo que es fundamental
VERÓNICA MONSONIS (*)
Me gustaría compartir con vosotros algunos párrafos del autor Robert Fulghum que llegaron a mi cuando empecé a estudiar educación infantil y que me hicieron entender el concepto “educación” de manera diferente. Dice así:
“Todo lo que realmente necesito saber sobre cómo vivir y cómo ser, lo aprendí en la Escuela Infantil.
La sabiduría no estaba en los títulos académicos, sino en el montón de arena del patio. Allí yo aprendí a: compartirlo todo, jugar sin hacer trampas, no empujar, poner las cosas en su sitio, resolver mis propios conflictos, sentirme capaz de resolver mis propias necesidades, a pedir ayuda, a decir “lo siento”, a limpiarme las manos antes de comer, a estirar la cadena del váter, a llevar una vida equilibrada y sana.
También aprendí a aprender, a pensar, a pintar, a dibujar, a soñar, a bailar, a jugar y a trabajar un poco cada día.
Aprendí a hacer la siesta después de comer, a ir con cuidado con los coches, a dar la mano y estar al lado de alguien, a estar atento a las maravillas que nos rodean.
Aprendí que la semilla crece con sus raíces hacia abajo y las hojas hacia arriba sin que nadie sepa como lo hace, y realmente nadie sabe cómo ni por qué, pero nosotros somos iguales.
Recuerdo la primera palabra que aprendí, la palabra más importante del mundo: “MIRA” (porque todo lo que necesitas saber está ahí, en alguna parte).
Coger cualquiera de estos aprendizajes y llevarlos al mundo del adulto, a la familia, al pueblo, con los amigos… y todo sigue siendo fundamental: dejar las cosas en su sitio, arreglar los propios problemas, pedir ayuda…
Continua siendo verdad, que sea cual sea la edad, cuando sales al mundo es mejor hacerlo cogido de la mano de alguien y permanecer juntos”.
Con este texto os quiero transmitir que a veces, éstos pequeños detalles a los que no les damos la importancia que deberían tener, son la base de toda educación para nuestros peques, y es en ésta etapa en la que hay que inculcarlos, ya que ahora es cuando estamos ayudándoles a formarse como personas, y ésta formación, en mi opinión, es mucho más importante que tener un hijo/a bueno en matemáticas, en química o en dibujo.
En CEI Colorets trabajamos des de que empiezan con nosotros las habilidades sociales, ya que creemos que son la base de todo aprendizaje. A través de la observación, imitación, juegos, correcciones, etc., nuestros peques poco a poco van aprendiendo lo que está bien de lo que no está bien, o cómo se debe actuar cuando saben que han hecho alguna cosa mal, y nos sentimos muy orgullosos de ver éstos resultados conforme va avanzando el curso.
Des de estas líneas os ánimo a dejarles jugar y aprender del juego, como dice Robert Fulghum, del “montón de arena”. Somos un ejemplo a seguir para nuestros peques, debemos ser conscientes de que ellos almacenan toda la información que captan a su alrededor y la irán adquiriendo poco a poco. Ahora es el momento de introducirles en el famoso mundo de las habilidades sociales y ayudarles a estar preparados para resolver sus propios conflictos cuando salgan “al mundo real” dentro de unos años. Dejémosles caer, tropezarse, probar nuevos alimentos, no tengamos miedo de que se hagan daño o se atraganten, les corregiremos y ayudaremos a que descubran el camino correcto para que no vuelva a pasar. De esta manera dejamos a nuestro hijo/a ser, y en un futuro estaremos orgullosos de todo el trabajo realizado durante esta primera etapa.
(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y especializada en Educación Emocional y en Atención Temprana. Artículo escrito en colaboración con Patricia Rubio Larrosa - Coordinadora RRSS C.E.I. Colorets.