El secreto de la gente que pierde peso y nunca más lo recupera
INÉS ROIG (*)
Cuesta hambre, sudor y un cambio de hábitos, pero se puede vencer al efecto rebote, la bestia negra de quienes desean perder los kilos de más.
Últimamente se habla mucho de los efectos beneficiosos de la dieta cetogénica para no engordar. Este enfoque del control del peso habla que el tipo de calorías que ingerimos es más importante que su número. Una dieta baja en hidratos de carbono funciona a la hora de mantener el peso a largo plazo porque la reducción de los carbohidratos aumenta el gasto de energía. Pero seguir este plan alimenticio es algo que hay que hacer de manera individualizada, que no vale para todos. Hay estudios muy rigurosos que advierten de los peligros de no ingerir carbohidratos. Entre los riesgos destacan que prescinde de las vitaminas, los minerales y la fibra, y que en algunos casos produce estreñimiento y halitosis, síntomas inequívocos de un proceso biológico conocido como cetosis. Además, no es una dieta fácil de mantener en el tiempo y puede ser bastante agresiva, ya que suele incluir el ayuno. A eso se añade que el peso desciende porque el cuerpo echa mano de las reservas de grasa, que son finitas y también cumplen funciones biológicas.
La alimentación que hará que no volvamos a recuperar el peso perdido no está recogida en ninguna dieta, lo importante es haber aprendido a comer, haber desarrollado hábitos de vida saludables. Hacen falta rutinas que podamos seguir de por vida y eso, se consigue siguiendo la dieta mediterránea, un tipo de alimentación muy variada que, además de ser fácil de mantener a largo plazo, acelera el metabolismo, lo que se traduce en que el cuerpo quema hasta un 20% más de calorías al día.
Hay que tener mesura, pensarse bien cuándo va uno a permitirse un capricho gastronómico. Mantener el peso ideal requiere tener siempre conciencia de la ingesta de calorías, los periodos cortos de ingesta accidental pueden ser más que suficientes para provocar un aumento de peso. De hecho, hay evidencias de que esos kilitos de más que se acumulan porque nos hemos relajado durante las vacaciones de verano o en Navidades se mantienen durante el resto del año.
Nuestro organismo se estabiliza aproximadamente a los 12 meses de haber seguido el protocolo de mantenimiento, tras la dieta. Pero, aunque las primeras etapas tras una dieta hipocalórica son las más difíciles, los cambios en las hormonas reguladoras del apetito, que incrementan la sensación de hambre, se mantienen durante años tras la intervención dietética.
Los cambios en el estilo de vida deben ser mantenidos de forma prolongada, durante más de un año, y deben acompañarse de una dieta equilibrada y ejercicio físico para aumentar el gasto energético y evitar la recuperación del peso. El secreto es cuidarse toda la vida. Un ejercicio físico diario acompañado de una buena alimentación será clave en el mantenimiento del peso.
(*) Farmacia Las Marinas.