Repasando los mitos sobre la gripe
INÉS ROIG (*)
Los abrigos, bufandas, gorros y guantes nos acompañarán varios meses para protegernos de las bajas temperaturas. Y también llega la gripe, ese compañero que parece ligado al frío año tras año y que, con frecuencia, confundimos síntomas y tratamientos con los del resfriado.
Una gripe no es lo mismo que un resfriado. Aunque ambas son enfermedades respiratorias causadas por virus, el responsable de la gripe es conocido como influenza, mientras que para el resfriado hay más de 200 tipos. Además, en el caso del resfriado, las complicaciones son menos frecuentes, su duración suele ser menor, y su sintomatología también es distinta.
Si tienes fiebre alta, dolor de cabeza y muscular, y tos intensa, entonces, seguramente, se trata de una gripe. Suele incubarse durante 18 a 36 horas, y provoca fiebre de entre 38 y 40 grados que produce una sensación de cansancio elevada. Ocasionalmente, puede ir acompañada de dolor de garganta, irritación ocular, secreción y congestión nasal, y estornudos. Sin embargo, un resfriado rara vez da fiebre. Si acaso, unas décimas. Sus síntomas típicos son: mocos, estornudos y dolor de cabeza.
El pico epidémico se da durante unas pocas semanas al año. En la última semana de diciembre suele empezar el aumento de los casos de gripe, aunque sin llegar a la epidemia, que llega entre enero y febrero y dura entre 8 y 10 semanas.
El frío influye en la aparición de la enfermedad. El frío debilita las defensas de las vías respiratorias y facilita que entre el virus al organismo. Y, por transmitirse por esas vías -a través de las gotitas que inhalamos y exhalamos al respirar, estornudar o toser- es mucho más frecuente donde hay aglomeraciones de personas. Suele darse mucho en colegios, guarderías o residencias de ancianos.
Abrigarse es bueno. Cuando la temperatura corporal baja mucho, las defensas del cuerpo se debilitan y es más fácil coger infecciones. No es malo tomar zumo de naranja, pero no vamos a evitar ni acortar la gripe. Lo más importante es mantener una buena higiene de las manos, para evitar llevarnos el virus a los ojos, boca o nariz al tocarnos. Además, también es importante limpiar las superficies de contacto común, evitar el contacto cercano con las personas que lo padezcan y compartir objetos en contacto con saliva o secreciones.
La medida de prevención más eficaz es la vacuna, porque protege al 90% de los que se vacunan.
Si has cogido una gripe, los antibióticos no te van a servir de nada. Los antibióticos no funcionan con las gripes, porque están provocadas por virus y no por bacterias. El único tratamiento que merece la pena es el de los síntomas: tomar un antitérmico para la fiebre, o un jarabe para la tos.
Aunque te encuentres bien, puedes contagiar la gripe. Durante el periodo de incubación también se pueden producir contagios. Además, cuando ya hayan aparecido los síntomas, se recomienda evitar ponernos en contacto con otras personas. Por ejemplo, no llevar a los niños a la guardería o no ir al centro de trabajo si hay más personas. También es efectivo protegerse con un pañuelo o con la manga al estornudar o toser. Debemos evitar diseminar los virus al aire.
(*) Farmacia Las Marinas.