El 23 de abril se casarán de nuevo los libros con las rosas

 El 23 de abril se casarán de nuevo los libros con las rosas
  17/04/2021

 

Librerías y bibliotecas han fidelizado a muchos de esos lectores que acudieron a ellas durante el confinamiento

El índice de lectura entre los valencianos sigue la tendencia al alza de los últimos años

Las comunicaciones breves y con mucho emoticono van en detrimento de la concentración necesaria para disfrutar de un libro

 

A las puertas del Día del Libro, el 23 de abril, las grandes editoriales preparan ofertas y lanzamientos, las bibliotecas organizan todo tipo de actividades y las librerías se visten de fiesta. El viernes que viene es el día de la gran fiesta de los libros, de la lectura, de la imaginación, del descubrir y el viajar con las letras, las palabras y las historias. Hay muchas maneras de celebrarlo y también cosas que celebrar. El último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros elaborado para la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) revelaba hace unas semanas que el índice de lectura en la Comunitat Valenciana se acerca a la media nacional y continúa su tendencia al alza de los últimos años. La pandemia tuvo además consecuencias positivas para la lectura. Mayor demanda en librerías y bibliotecas, que han fidelizado a muchos de esos lectores, y la búsqueda de nuevas fórmulas para acercarse a los libros que llegaron para quedarse. También entre los jóvenes, para quienes en la mayoría de los casos el confinamiento se tradujo en muchas más horas de pantalla, hubo sin embargo un interés mayor por matar el tiempo leyendo. Y eso es bueno: ellos son los lectores del mañana.

El porcentaje de lectores en tiempo libre se situó en 2020 en la Comunitat Valenciana en el 63%, algo más de un punto por encima de 2019 (61,9%) pero aún por debajo de la media española (64%). En todas las comunidades autónomas hubo un aumento de lectores generalizado con el confinamiento y los valencianos nos quedamos lejos de los primeros: Madrid, con el 73,8%; País Vasco, 66,9%; Navarra, 66,5%; y Cataluña, 65,9%. 

No obstante, no solo las cifras no son malas sino que han llegado lectores nuevos, como declaraba el presidente del Gremi de Llibrers de València, Juan Pedro Font de Mora. Desde la librería Publics de Dénia reconocen que ha habido quien ha recuperado el hábito con la pandemia pero “también mucha gente que se ha enganchado a la lectura”. Como otros muchos, ellos pusieron en marcha el servicio de envío a domicilio, “que funcionó muy bien y que ahora sigue funcionando”, explica Esther Mallol. La página web o plataformas como todostuslibros.com (que te posibilita realizar los pedidos directamente a la librería) o bookshop.org (que ha iniciado su andadura esta misma semana en España) facilitan a las librerías independientes vender por internet. En ellas se pueden consultar listas de recomendaciones y de ventas. “Son fórmulas que nos permiten ir contra los grandes depredadores que, como Amazon, que se comen todo el comercio electrónico y sangran bastante a los vendedores”, explica Mallol. 

El barómetro de Hábitos de Lectura pone de manifiesto que las librerías son los lugares preferidos por los lectores para acceder a los libros. A la librería tradicional le sigue Internet como canal de compra (incluidas las plataformas de las librerías), que fue elegido por el 38,4% de los compradores en alguna de sus adquisiciones. Entre la población con edades comprendidas entre 25 y 44 años, este porcentaje sube hasta el 49%.

Esther Mallol anima a celebrar el Día del Libro yendo a las librerías. “Nuestro valor es que no somos algoritmos -señala- y nos diferenciamos de las grandes superficies y de internet en que ellos no interactúan, no tienen a alguien que te recomiende, que te dé consejo”. Aunque, como ella reconoce, “también hay lectores que tienen las cosas muy claras, buscan algo en concreto o saben que algo ha salido casi antes que tú”. En este caso, añade, “tu también aprendes de ellos”.

 

UN DESCUBRIMIENTO

 

La pandemia ha cambiado rutinas y nos ha hecho adquirir hábitos nuevos. En la Biblioteca Pública Municipal de Dénia se nota. La abundancia de tiempo libre hizo que muchos retomasen el hábito de leer y que otros lo adoptasen. “Aunque se crea lo contrario”, dice Llúcia Signes, la bibliotecaria, “la gente es muy lectora”. Para algunos, como ella dice, la biblioteca ha sido algo así como un refugio “ante tanta serie y tanta pantalla”. Han echado mano de ella muchas familias con niños que buscaban ofrecerles una distracción distinta y también personas mayores o segundos residentes sin Inernet en casa que necesitaban matar el tiempo. “Para algunos ha sido un descubrimiento, se han dado cuenta de que las bibliotecas no son ya esa caverna de su época de estudiantes que tenían en mente”, matiza. Además de las novedades, una apuesta importante que está dando su rédito es que han encontrado en la biblioteca pública revistas, todo tipo de libros, acceso a internet, un lugar donde estudiar y una amplia oferta de cómics y literatura juvenil e infantil. La suspensión de las actividades -que precisamente se retomarán ahora, a partir del 17 de abril, con las celebraciones del Día del Libro- obligó a echar mano de la imaginación, con vídeos y contenidos digitales. Fue algo así como “ponerse las pilas”. Hay que “estar a la última en todo”, sobre todo en el material, y para conseguirlo se trabaja a demanda. “Nuestra prioridad es el usuario y si algo no lo tenemos, lo pedimos y lo avisamos de inmediato cuando llega”, remarca Signes. El lector, es obvio, lo agradece.

La bibliotecaria invita a descubrir esta casa de los libros a quien no la conozca y recuerda que los que se dan en préstamo pasan tres días de cuarentena cuando son devueltos. “Las normas covid se respetan al cien por cien”, añade.

JÓVENES LECTORES

Según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros, el tramo de edad con mayor población lectora es el comprendido entre los 14 y los 24 años (73,8% de población lectora en tiempo libre). A partir de los 25 años se produce una caída en los índices de lectura (64,2%). Se recupera entorno a los 35 años y vuelve a caer de forma significativa entre la población con edad superior a los 65 años (49,2% de la población). Susana Heras es profesora de Lengua Castellana y Literatura en el IES Maria Ibars, donde también imparte español para alumnos extranjeros con los que, como con otros grupos, organiza lecturas colectivas. Por su experiencia con jóvenes y adolescentes prefiere no generalizar al hablar de hábitos lectores: hay quien lee mucho y hay quien lee poco. Ahora bien, “los lectores son muy lectores -dice- y tienen acceso a materiales que yo no tuve cuando tenía su edad”. Incluso hay quienes hablan de libros en las redes sociales. A algunos, en cambio, leer “les cuesta la vida”, asegura. Y entonces organiza lecturas con ellos y las comentan. Entre los lectores, parece que la balanza se inclina por el lado de las chicas. 

Susana Heras opina que un lector se hace desde la infancia. “El hecho de que los padres les lean a sus hijos un cuento desde que son pequeños hace mucho”, sostiene. En el aula se detecta muchas veces si en una casa hay hábito de lectura. Pero también se ha encontrado con “alumnos superlectores” en cuya casa “no ha entrado un libro en la vida”. 

Se confiesa “optimista” respecto al hábito lector del alumnado. Durante el confinamiento, fueron los propios alumnos de Bachillerato quienes demandaban libros para leer. Ella los anima a seguir leyendo al margen de las obligaciones escolares, si bien considera que “una vez hecho el lector es difícil que no continúe leyendo”. 

Para los jóvenes, y también para los niños, asegura que “se publica muchísimo y cosas muy buenas”. A los detractores de la literatura para adolescentes les invita a descubrirla. “Has de buscar -añade-, y hay cosas de mucha calidad que pueden ser la puerta de entrada para llegar a leer otro tipo de literatura”. 

La falta de comprensión lectora, una de las causas del fracaso escolar, la intenta combatir con lecturas comunitarias y tertulias literarias. Acostumbrados a usar las redes sociales, con comunicaciones breves y mucho emoticono, para algunos jóvenes es casi imposible mantener la concentración y disfrutar de una lectura solitaria, subraya la profesora de literatura. En sus clases, echa también mano de la animación lectora y premia la lectura voluntaria.

Como responsable de la biblioteca del centro, Heras procura estar al día en las novedades editoriales. A veces son los propios alumnos los que hacen el papel de catadores, incluso su hija adolescente, porque hay mucho donde elegir. “Ampliamos constantemente con nuevas adquisiciones”, comenta, “que van más allá de los clásicos”. Libros que abordan la igualdad de género o el papel de la mujer a través de historias de amor o intriga, como ocurre en El Efecto Frankenstein, de Elia Barceló, tienen presencia en ella. “A algunos les ha gustado tanto que después se han leído el Frankenstein de Mary Shelley. La suya es una biblioteca muy dinámica en la que tienen cabida todos los libros que se piden para leer en alguna de las asignaturas a fin de que nadie tenga problemas de acceso a ellos por cuestiones económicas. “Nuestra biblioteca echa humo desde principio hasta fin de curso”, apostilla satisfecha.

 

La costumbre de regalar rosas con los libros va ligada a la leyenda de Sant Jordi i el drac. En ella, el santo salvó a la princesa de ser devorada por un dragón y de la sangre que este derramó nació una rosa. Existen muchas leyendas asociadas a la figura de este militar que sería proclamado santo y que falleció el 23 de abril del año 303. Esta fecha fue también la escogida mucho más tarde, en el siglo XX, para celebrar el día del libro en Cataluña. Su elección no es casual, ya que se dice que dos importantes escritores fallecieron ese día: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. La celebración se universalizó a finales de siglo cuando la UNESCO lo declaró Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor. Lo de la rosa se remonta al s. XV, cuando ya se celebraba en Barcelona una Feria de Rosas con motivo de Sant Jordi, en la que principalmente participaban las parejas de jóvenes que estaban a punto de casarse. Libros y rosas siguen ligados.

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