Ennedi, el paraíso africano de Dieter Moll

Un aventurero que conoce todos los secretos del Sáhara y financia proyectos educativos y sanitarios

“Las grandes potencias han moldeado el continente a su gusto y no podemos seguir impasibles”

DÍDAC VENGUT

“Si te enamoras una vez de África, es para siempre”. En su caso no es un amor de leyenda, imaginario, sino terrenal, es decir, del bueno. Un amor a primera vista que Dieter Moll encontró en su primer viaje allá por 1978 y sigue más vivo que nunca. Estuvo un año entero con la mochila a cuestas para cumplir un sueño y recorrió miles de kilómetros para descubrir la riqueza del continente africano. “Sabía que a partir de ese momento íbamos a ser inseparables”, indica. Según su testimonio, conoció un mundo totalmente nuevo, con gente muy hospitalaria y cordial y unos paisajes de ensueño. Pero había algo que no encajaba en su sueño, la tremenda pobreza material, la sequía, animales desnutridos, plagas de insectos, deforestación, no había carreteras, ni luz, ni colegios… “¿Cómo el resto del mundo podía permitir que África y sus habitantes sufrieran de esa manera?”, se preguntaba.

            En su cabeza y en su corazón tenía a África y su trabajo como periodista le permitió volver. De 1980 a 1995 entrevistó a comerciantes, mineros y campesinos y discutió con políticos e inversores de diferentes países extranjeros. Durante este tiempo conoció grandes proyectos solidarios de la iglesia y de varios Estados e indagó en otros menos ambiciosos de ámbito privado. En sus investigaciones dio con planes de explotación petrolífera, zonas de caza furtiva, explotación de recursos, canteras y minas de oro y diamantes y un largo etcétera.