In conversation with / en conversa amb: Josep A. Gisbert Santonja / La llum de l'Esperit Sant en Jesús Pobre

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  29/05/2022

In conversation with / en conversación con: Josep A. Gisbert Santonja

 

La luz del Espíritu Santo en Jesús Pobre

 

 

ROSA RIBES FORNÉS

 

La Festa Major de Jesús Pobre abre el calendario festivo de los pueblos de alrededor y es el anuncio de que estamos a un paso del verano. Se celebra por Pentecostés, cuando se conmemora la venida del Espíritu Santo y una de las fiestas más importantes en la liturgia católica. En 1851, el juez Remigio Salomón reparó en esta tradición, ligada en cierto modo a la devoción a Jesús Pobre y al Pare Pere, en un artículo publicado en el Semanario Pintoresco Español. Por la proximidad de las fiestas de la población, reparamos nosotros hoy en una obra de arte del siglo XVI que guarda un paralelismo iconográfico con el retablo de cerámica de la fachada del Convent de Jesús Pobre y que, a las puertas de Pentecostés, salió hace unos días a subasta.

            El plafón cerámico situado junto a la puerta del convento, formado por veinte azulejos, representa a la Virgen del Rosario. Su imagen, en el centro del retablo, aparece dando un rosario al fundador de la Orden de los Predicadores, Santo Domingo de Guzmán. Está rodeada por una serie de viñetas que representan diversos pasajes de su vida y la de Jesucristo. Son los llamados Misterios del Santo Rosario: gozosos, dolorosos y gloriosos. Uno de los azulejos representa el momento de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, uno de los cinco llamados Misterios de Gloria.

            Josep A. Gisbert, conocedor de la subasta en Madrid de una miniatura sobre pergamino que representa los Misterios del Rosario, con una imagen de la Virgen María en el centro dándole el rosario a Santo Domingo, vio inmediatamente el paralelismo de esta ilustración miniada con el plafón cerámico de Jesús Pobre. La obra subastada, una pintura al temple con oro, data de la segunda mitad del siglo XVI, de tiempos de Felipe II, y pertenece a la Escuela Escurialense. Es por tanto anterior -casi un siglo- al hospicio para franciscanos que fundó Fray Pere Esteve, el Pare Pere, en Jesús Pobre, datado en1648. Una inscripción en la fachada sitúa la construcción del convento en 1789, la fecha en la que posiblemente fue levantado ex nuevo cerca del lugar que ocupó el hospicio primigenio. El plafón cerámico de la Virgen del Rosario y los Misterios dataría de la segunda mitad del siglo XIX.

            El arqueólogo subraya el valor del retablo cerámico insertado en la fachada del Convent de Jesús Pobre, un bien de relevancia local que, como todos los plafones cerámicos anteriores a la Guerra Civil, goza de protección especial. Explica que en su día fue “magníficamente estudiado” por Beatriu Navarro y Josep Lluís Cebrián en un artículo de carácter monográfico sobre dos pintores ceramistas del siglo XIX. Por sus paralelismos iconográficos, en la técnica de dibujo y en la pintura, atribuyen su autoría al pintor M. Mollá, de Valencia. Lo relacionan con otro azulejo ubicado sobre el portal de la fachada del convento, que darían cuenta de que pudo ser un vecino de Agullent llamado Pedro Juan Plá y Belda, probablemente un fraile exclaustrado, quien lo sufragó. “Ponen así”, dice Gisbert, “nombre y apellidos al autor del plafón cerámico y a quien pagó el encargo”, realizado después de la desamortización de los bienes eclesiásticos pero en un tiempo en el que en la iglesia contigua al convento se seguían celebrando los oficios y la liturgia.

            Al pintor valenciano se le atribuyen más de 35 plafones dispersos en distintas poblaciones. Dos obras suyas, que llevan su firma, se encuentran en el Museo de Cerámica González Martí y en el Victoria and Albert Museum (V&A), con fechas que van entre 1855 y 1865, lo que hace pensar que el encargo de Jesús Pobre se haría realidad y se colocaría en la fachada del convento aproximadamente entre los años 1850 y 1860.

            Como hemos dicho, el hecho de que se desamortizase el convento y pasase a manos privadas no fue razón para que se dejase de celebrar la liturgia religiosa de la misa en la iglesia. A ella asistían los vecinos de Jesús Pobre y de los alrededores, como describe Remigio Salomón en su artículo, donde habla de sus fiestas -que por aquel entonces se hacían coincidir con el tercer día de Pentecostés- y de un templo lleno de exvotos, modelos tallados y pinturas de las embarcaciones de aquellos marineros que se habían salvado de algún peligro y agradecían la mediación del Pare Pere y Jesús Pobre.

El convento era propiedad de José Joaquín García, que hacía las funciones de alcalde pedáneo ‘del valle’ y quien, en compañía de un ermitaño llamado el Padre Ramón, cuidaba de su integridad con la intención de evitar que siguiese empeorando su estado y fuese declarado en ruina.

 

“Es tal y tan grande la devoción que se tiene en los pueblos comarcanos, y hasta en otros distantes, á Jesus Pobre, que muchas personas van á visitarle durante el año, pero principalmente el tercer día de Pascua del Espíritu Santo, en el que es extraordinario el concurso.

            También suele encontrarse con frecuencia en los caminos que conducen desde Alicante, Jábea, Denia, Valencia, etc. Á dicho exconvento, tripulaciones de buques náufragos ó que en sus largos y siempre arriesgados viajes se han visto en terribles apuros, cuyos individuos en unión de sus familias y amigos y llenos todos de recogimiento y de envidiable fé, van por lo regular descalzos los primeros á cumplir sus votos y promesas y á deposiotar en las paredes de la capilla de Jesus Pobre modelos exactos y lindos de sus embarcaciones, ó lienzos que representan el mar embravecido y las encrespadas olas sumergiendo aquellas”.

 

*Extracto del artículo de Remigio Salomón El ex – convento de Jesús Pobre. Publicado en 1851 en el Semanario Pintoresco Español, Madrid.

 

El retablo de Mollá

 

El retablo de Mollá situado junto a la puerta del convento se encuentra en un estado de conservación muy deficiente. En los años 80 fue objeto de una pequeña restauración, en la que se repintó aquello que había quedado borrado con el paso del tiempo pero en la que no se tuvo en cuenta que estaba en la intemperie. “Hoy tenemos un retablo absolutamente descarnado”, dice Gisbert, “que requiere un inmediato proceso de restauración dado su carácter de bien de relevancia local y porque, en esas condiciones, peligra su integridad física”.

 

 

“Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de un viento que soplaba fuertemente y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua . Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo: “No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panflia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua”.

 

*Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles en la misa de Pentecostés

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