Carlos Alonso mezcla experiencias, recuerdos y ficción en su primera novela
La bóveda de los recuerdos. Construyendo memoria es la primera novela de Carlos Alonso. En ella juega con experiencias y vivencias personales y de conocidos que le sirven para hilvanar un relato que, no obstante, tiene poco de autobiografía y es, más bien, “ficción absoluta”, como él reveló en la presentación. Pero es también un llamamiento a mantener viva la memoria histórica entre las generaciones futuras. Son ya pocos los testigos de la guerra civil y la represión posterior de la que muchos fueron objeto que siguen vivos. Sus recuerdos penden de un hilo y corren el peligro de desaparecer. Alonso aporta su granito de arena para que esto no ocurra en una obra muy pensada y en la que nada ocurre porque sí.
La novela de Carlos Alonso fue presentada por la presidenta de la Associació Vent de Progrés, Amparo Casado, en el Espai d’Art Joan Castejón la semana pasada. Destacó la originalidad de su estructura temporal, con una alternancia de presente y pasado que resulta muy cinematográfica. Subrayó también el poder de las descripciones, como la que el autor hace del Sanatorio de la Barranca, situado en la Sierra de Guadarrama, o la de un Madrid muy galdosiano que él ha conocido en primera persona.
En las páginas del libro se aprecia asimismo el conocimiento profundo que Alonso tiene de la Francia rural y de entreguerras y también, como lo definió Casado, un sentido del humor “supercáustico”. El relato cambia varias veces de escenario (Madrid, Noruega, el sur de Francia) y el autor utiliza los objetos como un recurso literario.
Arropado por un nutrido auditorio, Carlos Alonso explicó que la jubilación le ha dado el sosiego necesario para escribir una novela que tiene poco de autobiográfica, si bien bebe de recuerdos personales y alguno de los personajes que aparecen en ella está basado en personas que estaban esa misma tarde en la sala sentadas entre el público.
De su primera inmersión literaria, el autor espera tres cosas: que el lector tenga piedad al enfrentarse al libro de un escritor primerizo, dijo entre bromas; que disfrute de una obra a la que ha dado pinceladas de novela negra; y que al llegar al final quede un poso, un sedimento, que refresque los recuerdos y permita hacer “un ejercicio de memoria”.