Hotel Rosa, a fuego lento y con amor a Dénia

Hotel Rosa, a fuego lento y con amor a Dénia
  17/03/2024

Casa Meua és Casa Teua homenajea a una familia que ha hecho de la hospitalidad y la discreción la enseña de un establecimiento con 54 años de historia

 

En Les Marines, cerca de Dénia y del mar, abrió sus puertas el Hotel Rosa hace ya 54 años. Poco tenía que ver aquel humilde establecimiento con aquello en que la familia Kessou García lo ha convertido. Con los años, y a base de trabajo y dedicación, es hoy un encantador hotel de 38 habitaciones con una clientela fiel, que busca tranquilidad y disfrutar de los atractivos que Dénia y la Marina Alta le ofrecen, entre ellos su gastronomía y su rico patrimonio cultural y natural. Lleva el nombre de la fundadora, Rosa (Rosario) García, una valiente mujer, natural de El Bierzo, que dejó París seducida por Dénia y la hospitalidad y amabilidad de sus vecinos. “No la cambio por nada”, asegura convertida en una dianense más.

            Casa meua és casa teua, el programa con el que Els Magazinos y Cerveza Turia homenajean a las familias que han abierto camino y han contribuido a poner en el mapa de la hostelería el nombre de Dénia y la comarca, aterriza este mes de marzo en el Hotel Rosa. El jueves 21 recibirán este merecido reconocimiento quienes están al frente de un negocio que, con esfuerzo, constancia y discreción, ha superado momentos difíciles y es hoy referente de buen hacer.

            Patrick Kessous García es el gerente del Hotel Rosa y junto a su hermana, Corinne, lleva las riendas de un establecimiento que abrió las puertas en 1970. Por recomendación de un conocido, Rosa y Michel pasaron por Dénia durante unas vacaciones y se enamoraron de la ciudad. Hasta el punto que, como complemento a su trabajo en París -ella matrona y él profesor de matemáticas-, decidieron invertir sus ahorros y abrir un hostal en la playa. Funcionaría solo durante el verano, en los meses de julio y agosto, y ellos se turnarían -un mes cada uno- durante sus vacaciones. El de entonces era un turismo incipiente y pensaron que con eso bastaría. Compraron un pequeño solar, lo acondicionaron y empezaron a funcionar el hostal y el bar-comedor que le daba servicio. Tenía solo cinco habitaciones y los baños, que eran compartidos, estaban fuera.

            El hostal funcionaba bien y a los cinco años dieron el paso y se establecieron en Dénia. “A mi madre le gustaba todo de aquí, la gente, su amabilidad, su hospitalidad…”, cuenta Patrick. Además, había aprendido a cocinar en una casa señorial francesa en la que estuvo un tiempo haciendo extras. “Cayó bien a la cocinera”, relata el hijo, “y le enseñó muchos platos y técnicas francesas”. Con lo aprendido en Francia y la memoria de la cocina de su tierra, El Bierzo, creó una cocina que bebió de ambas tradiciones culinarias y que absorbió lo mejor de la valenciana.

            El restaurante del hostal -después hotel- se convertiría en un punto de encuentro para quienes gustan del buen producto y la tradición. Patrick explica que la suya fue siempre una oferta diferenciada, sobre todo en una época de pocos turistas y en la que la mayoría de las cartas de los restaurantes se enfocaban al marisco. Si bien no era lo habitual en otros establecimientos, “aquí podías comer una paella, unos tomates rellenos al estilo francés y unos pimientos de El Bierzo”, precisa.

            Al principio, Rosa trabajó también de forma esporádica en la Clínica Doménech. Poco a poco, el negocio fue creciendo y el hostal se fue ampliando con la adquisición de terreno y nuevas habitaciones, que eran ocupadas mayoritariamente por clientes extranjeros. Durante los primeros tiempos, abrían cinco meses “y les daba para vivir todo el año”. “Hoy se trabaja más y el nivel de exigencia es más alto”, matiza el hijo.

            Durante varios años, los hijos del matrimonio estuvieron fuera estudiando y trabajando, un tiempo en el que hubo cambios de por medio. Ligado profesionalmente al mundo de la hostelería, Patrick regresó a Dénia hace algo más de quince años para tomar las riendas del negocio junto a su madre. Les cayó encima la crisis del 2008, “mucho peor que el covid”, con una sensación de angustia y ansiedad generalizada que todavía recuerda. “Lo pasamos mal”, pero madre e hijo sacaron el negocio adelante “a base de trabajo”. Y remontaron. Hace diez años se incorporó también a él Corinne, la hija pequeña.

            El Hotel Rosa, con treinta y ocho habitaciones, abre diez meses al año y se nutre de una clientela fiel que repite en un 70-80%. El 55% de sus clientes son extranjeros y prefieren los meses de menos calor. En verano, hay más turistas españoles y familias con niños, aunque el perfil de su clientela es el de parejas de más de 45 años.

            La mayoría de quienes repiten destino y confían en el hotel son clientes que huyen del estrés de las grandes ciudades y buscan desconexión. El restaurante está más orientado a los huéspedes, con precios “de amigo”, menús que cambian a diario y platos que, al menos en catorce días, no se repiten. Aunque no haya carta, está abierto al público en general y destaca su apuesta por el producto fresco. Las salsas, masas y mermeladas son de elaboración propia y los postres tienen un toque francés.

Como leer un libro o tener una conversación, comer bien es un placer, y por ello la familia reconoce el trabajo de quienes están al frente de la cocina. Ahora son Pedro y Pau. Pero hubo otros antes, como Marta o como Sole, quien marcó las líneas a seguir y cuya mano se sigue notando.

            El éxito de Dénia como ciudad turística reside, en opinión de Patrick, en que no ha sido una ciudad creada exprofeso para ello. Enumera sus encantos, como el centro histórico, el castillo o el barrio marinero. “Es un pueblo con historia y que figura en las guías como un punto donde hacer parada porque puedes encontrar alicientes varios más allá de la playa”, señala. El clima de la comarca, la riqueza del suelo, el paisaje y la gastronomía son atractivos que, a su juicio, le han valido a Dénia y a la Marina Alta estar donde están. “La gastronomía, el producto y la relación calidad-precio, con ofertas para todos los bolsillos y restaurantes que lo hacen francamente bien, nos permiten comer bien a precios extraordinarios”, con el aliciente de que “la variedad que hay en Dénia no la hay en ningún sitio, ni en Valencia”.

            Pero si hay un atractivo que hace a Dénia diferente es su gente, o al menos eso es lo que percibe la familia de Patrick. “Hay sitios preciosos donde la gente es hostil, y aquí la gente es amable, bondadosa, hospitalaria, con paciencia, notas cuándo se trata de gente que ha llegado más tarde porque hay un contraste, el trato es distinto”, asegura el gerente del hotel. Nada que ver con el manido “me’n fot” que los dianenses llevan colgado. Se trata simplemente -como él dice- “de que un pueblo generoso, que comparte y es amable resuelve los problemas de forma amable”.

            Rosa se dio cuenta de ello de inmediato y se fusionó con Dénia totalmente. Aquí hizo amigos y aquí sigue, enamorada de la ciudad que la acogió y que ha visto crecer a sus hijos.

El menú de la cena del jueves 21 de marzo, a las 21 horas, en Hotel Rosa: Huevo poché crujiente con espuma de patata y tapenade de trufa; Alcachofas confitadas con salteado de gambas de la bahía y su salsa americana; Coca de dacsa con ventresca y huevas de atún, tomate concassé y huevo duro rallado; Ensalada Valenciana de tomate rosa, migas de bacalao y aceitunas negras; Principales: Merluza de la bahía con salsa de azafrán, tomate concassé y albahaca; Paletilla de cordero de La Marina con patatas baby arrugás; Prepostre: Mini Flan a baja temperatura al estilo Rosa; Postre: Coulant aftereight, con cobertura de chocolate Valor, núcleo de menta y helado de vainilla; Maridaje: Cervezas Turia y Complot Ipa con dos de los platos y vino. Precio: 36 euros. Reservas: 605854993.

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