Josep Ramoneda, director académico del Dénia festival de les Humanitats: “Hay que apostar por las humanidades y darles vida para poder seguir pensando y decidiendo por nosotros”
“Cuando la memoria sólo sirve para el rencor, el odio y la venganza, no hay salida: atrocidad sobre atrocidad”
“El paso del capitalismo industrial al digital y financiero amenaza la democracia”
“Las redes son el centro de la confusión”
“No serán las máquinas las que hagan la paz, acaso agudizarán la opresión, tienen dueño”
El director académico del Dénia Festival de les Humanitats, Josep Ramoneda, defiende la capacidad de los humanos de pensar y decidir por ellos mismos. En esta entrevista opina sobre cuestiones de actualidad, conflictos como el de israelíes y palestinos y la salud de la democracia. Periodista, escritor y filósofo, Ramoneda nos invita a ejercer el pensamiento crítico, a poner los pies en el suelo, y nos recuerda que solo nosotros somos responsables de nuestro futuro.
PREGUNTA: Mirar atrás para saber dónde vamos. Ese es el paraguas bajo el que se presenta la segunda edición del Dénia Festival de les Humanitats. ¿Podemos saber hacia dónde camina la humanidad?
RESPUESTA: Podemos pensarlo. Y de hecho es una de las razones del porqué pensar. Y pensarlo significa atender la experiencia acumulada, evitar las simplificaciones fáciles y las fantasías rupturistas, ser conscientes de que el futuro lo construimos entre todos y, por tanto, que se construye desde el presente con la experiencia y el conocimiento acumulado. Afrontemos el futuro pues, pero con los pies en el suelo y no dejándonos llevar por promesas ni fabulaciones sin antes hacernos las preguntas propias de las personas: qué, cómo y porqué
P: La invasión rusa de Ucrania, los ataques de Hamás a Israel, la represalias en la Franja de Gaza... ¿Es lo que está ocurriendo ahora consecuencia de conflictos que se cerraron en falso?
R: Es evidente que la cuestión palestina es un conflicto secular que sigue atascado. Después de la Segunda Guerra Mundial, con el impacto del genocidio nazi, parecía que se podía encontrar una solución política que respetara a judíos y palestinos. No ha sido así. Y el estado de Israel ha ido imponiendo su hegemonía, decantando la balanza de modo totalmente desigual. Y por eso cíclicamente asistimos a estallidos que acaban siempre mal. Estamos ahora mismo en la estela de un impacto, el atroz ataque sin paliativos de Hamás a Israel y la promesa, ya empezada a ejecutar, de una respuesta sin mesura por parte del gobierno de Netanyahu. ¿Hasta dónde llegará? La tensión es máxima, con efectos expansivos en todas direcciones. Si el mal, la pérdida de la noción de límites, y Hamás y el gobierno israelí siguen creyendo que todo les está permitido, la situación sólo se puede agravar.
P: Parece que no aprendemos de los errores del pasado, que mirar atrás, miramos poco.
R: Efectivamente. Cuando la memoria sólo sirve para el rencor, el odio y la venganza, no hay salida: atrocidad sobre atrocidad. Lo ha dicho Edith Burck, una superviviente del Holocausto: “La venganza no sirve para nada”.
P: Una vez más, el mundo se nos dibuja dividido en dos grandes bloques. ¿Es difícil superar esa bipolaridad?
R: Dos potencias, Estados Unidos y China, en plena competencia por el desarrollo tecnológico y luchando por la hegemonía. Y China intentando atraer a Rusia debilitada por sus fantasías imperiales.
P: Las guerras, el cambio climático, la inteligencia artificial, las desigualdades, el hambre, la pobreza, la inclusión, la salud, el envejecimiento de la población… grandes retos que deberían afrontarse de forma colectiva y ante los que no somos capaces ni de ponernos mínimamente de acuerdo. ¿Qué nos lo impide?
R: El poder, las disputas por el poder económico y tecnológico. El paso del capitalismo industrial al digital y financiero amenaza la democracia que encontró una cierta oportunidad en espacio configurado por el Estado nación, el capitalismo industrial y los medios de comunicación modernos: prensa, radio y televisión. Con éstos desbordados por los medios digitales, con el poder económico en manos de superpoderes trasnacionales que manejan el progreso tecnológico a su antojo, la amenaza del autoritarismo postdemocrático es real.
P: El Dénia Festival de les Humanitats se plantea como un espacio de reflexión sobre todas estas cuestiones, un lugar donde el diálogo y el intercambio de ideas son las herramientas con las que se fomenta el pensamiento crítico. Dialogar. ¿Por qué a veces a los humanos nos cuesta tanto dialogar? Quizás hemos perdido la capacidad de escuchar.
R: Defender la singularidad y precariedad de la condición humana, la capacidad de los ciudadanos de pensar y decidir por sí mismos, que es lo que nos dejó la Ilustración. Esta es la verdadera tarea modernizadora: salvar la dignidad del hombre, el derecho a la última palabra.
P: Se habla mucho de conceptos como la responsabilidad, el compromiso con la comunidad, la empatía o la educación en valores. Sin embargo, se respira cierta sensación de vacío entre los jóvenes y no tan jóvenes -siempre hay excepciones, claro está- más preocupados por el culto al cuerpo, ganar seguidores en redes sociales, sumar me gusta, tener el último iPhone o ganar dinero de forma fácil que por hacerse preguntas. ¿Podemos hablar de una sociedad frivolizada?
R: Hay mucho ruido y muy pocos instrumentos para poner en evidencia las mentiras que recorren el mundo. ¿Cómo se puede construir una sociedad libre sobre el engaño sistemático y con la pretensión de entregar la suerte de la gente a los intereses de quienes controlan la gran transformación tecnológica?
P: Me gustaría conocer su opinión sobre las redes sociales, que están al alcance de todos. Nacieron para mejorar la comunicación entre las personas y facilitar el acceso a la información. Pero en lugar de acercarnos nos separan, nos hacen seres menos sociales y también cada vez mos.
R: Ahora mismo las redes son el centro de la confusión. Y sólo desmitificándolas podemos volver al hombre libre capaz de obrar como sujeto responsable y de preguntarse el cómo y el porqué de las cosas y obrar en consecuencia. No serán las máquinas las que hagan la paz, acaso agudizarán la opresión, tienen dueño.
P: En el periodismo digital es cada vez más frecuente el uso de ciberanzuelos, titulares impactantes que poco o nada tienen que ver con la ‘noticia’, que suelen apelar a las emociones, polémicos, que enganchan. Pero que lejos de informar, únicamente buscan obtener un mayor número clics y acaban generando desconfianza. Creo que no hay nada peor para el periodismo que la desconfianza, ¿no cree?
R: Buscar el aplauso, guiarse por el número de likes, sólo puede llevar a la banalización y a la indefensión de la sociedad. La responsabilidad es dar información veraz y, por tanto, no convertirse en maniquí de los tópicos del momento.
P: Tengo compañeros en medios comarcales a los que sus jefes les han aconsejado usar el chatGPT si van cortos de tiempo para elaborar sus reportajes e informaciones. Me contaba una conocida, que tiene segunda residencia en Dénia desde hace años, que en el puente de octubre no pudo ir a uno de los restaurantes que suele frecuentar porque no había manera de aclararse con la máquina para hacer la reserva de mesa. Fíjese, apelando a la proximidad y la cercanía y dos cosas tan importantes como estar bien informado o disfrutar de la buena mesa en una ciudad creativa de la gastronomía las dejamos en manos de las máquinas.
R: Con lo fácil que era reservar por teléfono o pasar por el restaurante de paseo para apalabrar la mesa. La inteligencia artificial es un instrumento: la cuestión está en aprovechar sus potencialidades sin la comodidad de entregarse a lo que disponga. La condición humana tiene que operar con sentido crítico y vigilancia para sacar provecho de un instrumento tan poderoso, lo contrario es quedar atrapado por el despliegue ilimitado de la IA, delegándole la capacidad de pensar y dejando así de ser humanos.
P: Conforme está el panorama, creo que tenemos Festival de les Humanitats para rato.
R: Sin duda, hay que apostar por las humanidades y darles vida. Y, por tanto, se necesitan muchos esfuerzos que las tengan a ellas como referente, para poder seguir pensando y decidiendo por nosotros. Esperando que no acabe siendo una tarea sisífica.
P: ¿Nos ayudarán las humanidades a ser mejores personas?
R: No les exijamos tanto, si nos ayudan a conservar la autonomía de la condición humana ya será mucho. Y a eso contribuye una iniciativa como esta apuesta, que demuestra que el alcalde de Dénia y su equipo saben que la buena política pasa por no perder nunca de vista la singularidad de los humanos, base de las libertades.
P: Dijo Adorno que “después de Auschwitz escribir poesía es un acto de barbarie”. Veo que este año tampoco hay poesía en el festival. ¿Tiene algo que ver con las guerras que estamos viviendo?
R: No hay poesía pero hay mucho espacio dedicado a la creatividad, que probablemente es a lo que se refería Adorno.