Una voz encantadora que no se apaga

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  11/11/2024
Maruja Patrocinio vuelve a cantar después de 47 años de la mano de la Rondalla Cultural de Benissa

DÍDAC VENGUT

 

Siempre había escuchado en casa que la tía Maruja -mujer de mi tío Juanito, hermano de mi madre- cantaba muy bien. Pero nunca la había escuchado, la verdad. Tomé conciencia de verdad cuando nuestro compañero Toni Reig incluyó una pequeña reseña de Maruja Patrocinio en el libro 150 años de música y baile en la Marina Alta. El pasado sábado, mientras compartía un café con mi hermana y mi prima Maite, me dijo que su madre, con casi 90 años, cantaba de nuevo con la Rondalla Cultural de Benissa. Y, ahora sí, he querido conocer su historia de primera mano y me ha sorprendido mucho. Su voz encantadora no se ha apagado, ni mucho menos, a pesar de que hacía 47 años –sí, lo han leído bien- que no cantaba. Todo tiene una explicación, que después conocerán. El día que la hija se casó, en 1982, hizo una excepción y porque la gente se lo pidió.

            A Maruja Ivars Ivars –Patrocinio era el nombre de su madre y no había otra en el pueblo- le ha gustado cantar desde que nació, como aquel que dice. De niña, antes de tomar la comunión, ya cantaba en la iglesia en la Novena de las Flores de Mayo y también en la escuela cuando a Navidad recogían algún céntimo para el Domund y para UNICEF. Ya de jovencita, con 14 o 15 años, estaba en el hospital de València porque tenía una tía enferma y un hombre la escuchó cantar. Él era Vicente Vidal, un operario del centro sanitario que por la tarde ejercía como locutor a Radio Ser de València. En la radio hacía un concurso infantil y le ofreció a Maruja ir a cantar una cancioncita. Era en 1949 y así lo hizo una vez obtenido el permiso de los padres. Mientras duraba la estancia de la tía en el hospital, Vidal le recomendó una academia de música en la capital del Turia para educar la voz, a pesar de que la de Benissa cantaba muy bien de forma natural, sin haber estudiado nunca nada de nada. Pero en este segundo caso los padres ya no dieron el visto bueno.

            Esto de la radio fue una buena experiencia y, de hecho, repitió. De la mano de músicos del pueblo como Pepe La Maca, Toni Palero, Vicente Colomer y José Esquerdo fue a Radio Dénia para grabar dos anuncios publicitarios de dos empresas de Benissa, Licor de Hierbas Baydal y Coñac Pons. Los músicos tocaban en directo y Maruja ponía la voz en el mensaje hecho para la ocasión a fin de que los oyentes compraron los dos productos.

            Maruja era una de las voces que cantaba en solitario en los festivales de zarzuela y música española que se hacían en el Cine Goya en los años 50. Sonado fue el éxito obtenido en el espectáculo Abanico de España y su interpretación de Nobleza baturra, de Concha Piquer. Maruja aprendía las canciones de Concha Piquer, Juanita Reina, Paquita Rico y otros artistas mientras escuchaba la radio. “Las ponían tanto, eran muy repetitivas, que las aprendías a la fuerza”, recuerda Maruja. “Un día”, continúa, “le dije a mi hermano que me trajese de València las partituras y así las daba a los músicos porque las actuaciones a los festivales salieron redondas”.

            Con poco más de 18 años, Maruja encuentra novio y se acaba esto de subir a los escenarios. Ahora bien, se pasa todo el día cantando en casa, mientras hace las tareas del hogar o cosiendo porque ha ejercido de modista durante más de 50 años. Aprendió el oficio de una vecina de la calle San Domènec, Madalena La Consumera. “Fue mi maestra, me lo enseñó todo. Un día, cuando yo tenía 20 años, nos dijo que se iba a Argel y nos dejó a mí y a una compañera toda la ropa que tenía colgada todavía para acabar. Después ya he cosido para mí toda la vida”, subraya Maruja.

            De cantar noche y día, en 1977 deja de hacerlo a raíz de la muerte de su padre. “Ya no me apetecía, la verdad, y no había vuelto a hacerlo hasta hace poco”, dice Maruja. El vecindario de la finca donde vive estaba extrañado porque tenían la costumbre de oírla muy a menudo por el patio de luces. “Vicente Frau me preguntó por qué no cantaba y le dije la verdad. Todo era por la muerte del padre y así he estado años y años”, comenta. Hace unos meses que la cosa ha cambiado, y tanto. En Benissa hicieron una exposición en la calle a fin de homenajear las mujeres que eran conocidas como cantantes de todos los tiempos. Maruja participó en un video donde cantaba un trozo de una cancioncita.

            Volver a verla cantar encendió de nuevo la mecha. Dos de los integrantes de la Rondalla Cultural de Benissa, Pascual Giner y Rosario Gimeno, le propusieron de unirse al grupo. Maruja no lo tenía demasiado claro pero la insistencia de las hermanas Vaqueta hizo el resto. Ya ha hecho tres actuaciones con la rondalla  a estas alturas está aprendiendo la letra de los villancicos que preparan para el concierto de Navidad. Y en su casa me muestra todo el repertorio de canciones que tiene la rondalla y me dice, muy claro, que “las que más me cuesta de aprender son las que están escritas en valenciano”.

            Pero ahí no acaba la cosa. Teresita La Maestra, como se la conoce en el pueblo, ha convencido Maruja y ahora canta también en la iglesia los domingos, a la misa de las 12 horas. Si no quieres caldo, dos tazas.

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