ACIF-Marina Alta: 25 años de lucha contra el fuego
“Tan válido es un voluntario que participa en la extinción como el que dedica sus horas a vigilar para detectar de inmediato cualquier conato de incendio”
R.R.F.
Hablar de incendios en las últimas décadas del siglo pasado estaba al orden del día. Los montes del interior de la comarca y también los del litoral, con el Montgó recién declarado Parque Natural, fueron pasto de las llamas en más de una ocasión. Se creó una especie de psicosis colectiva. Los días de mucho calor, cuando apretaba el poniente, o aquellos en los que el llebeig soplaba a sus anchas, como suele ocurrir en verano, eran los más temidos. Por una imprudencia o por causas naturales, atribuidos a pirómanos en ocasiones o con el fantasma de la construcción planeando sobre ellos en otras, los incendios se convirtieron en una amenaza más contra un rico patrimonio natural que ya de por sí se encontraba bastante dañado. Surgió así en el año 1996 ACIF-Marina Alta, una agrupación de voluntarios que se planteó luchar contra el fuego. ¿Cómo? Primero con la prevención y, si se hacía necesario, interviniendo junto a los bomberos en la extinción del fuego. Cumplen ahora 25 años con la firme convicción de que “la prevención es lo más importante”, como dice su presidente, Paco Soler, y afortunadamente con un panorama menos desolador enfrente.
Los primeros años fueron duros, muchos incendios, muchas intervenciones y el peso de la etiqueta de ecologistas, por aquel entonces mal vistos desde algunos sectores de la sociedad: aquellos cuyos intereses económicos chocaban con la preservación del medio ambiente y quienes alimentaban falsas creencias como que eran ellos, los defensores de la naturaleza, quienes soltaban ratas y serpientes en el Montgó. ACIF-Marina Alta, centrado en la vigilancia, la extinción y otras actuaciones que les hicieron poco a poco estar más cerca de la sociedad -reforestaciones, plantaciones, salidas al campo- fue poco a poco ganándose el respeto y la consideración de la ciudadanía hasta conseguir la implicación municipal en su proyecto, con la cesión de una autobomba primero -en el año 2000- y, más recientemente, un local que se ha convertido en su base de operaciones. Hubo también colaboraciones puntuales para material, como las donaciones realizadas por el Rotary Club o AMC. Hoy, con 20 voluntarios acreditados para intervención en caso de incendio forestal y otros 20 encargados de las tareas de vigilancia, que empezaron el último fin de semana de mayo, la coordinación con el consorcio de bomberos, los ayuntamientos y las fuerzas de seguridad es total.
Paco Soler, que lleva más de cinco años al frente de la entidad, subraya que han cambiado mucho las cosas desde que ACIF-Marina Alta empezó a andar. “Cuando yo entré de voluntario venía de Cruz Roja, era la época de los grandes incendios y quería hacer algo, poner algo de mi parte, para que la historia no se repitiese una y otra vez”, cuenta. Para ser voluntario medioambiental, sostiene, “uno no tiene por qué ser necesariamente ecologista”. Él no se define como tal, sino “como una persona respetuosa con el medioambiente”. Como él dice, “a nadie le gusta que se queme el monte”, y por eso cree que son fundamentales la prevención y la vigilancia. “Tan válido es un voluntario que participa en la extinción como el que dedica sus horas a vigilar para detectar de inmediato cualquier conato de incendio”, señala.
La detección temprana, subraya Soler, “es importantísima”. Ahora, añade, “hay más medios para la vigilancia y la prevención, lo que tiene también una función disuasoria, y el despacho automático de emergencias funciona muy bien, por lo que muchos incendios se quedan en conatos”. Y además, remarca, “hay una mayor concienciación ciudadana”, que también ayuda.
En su haber, los voluntarios de la Marina Alta -una de las seis agrupaciones de ACIF del territorio valenciano- tienen una larga lista de incendios dentro y fuera de la comarca, pero también labores de protección y educación medioambiental, limpiezas de espacios naturales -como la retirada de fuel en la costa gallega tras el desastre del Prestige en 2002-, plantaciones de árboles y dunas, la participación en un proyecto para la elaboración de un censo de rapaces nocturnas o la edición de un disco en homenaje al Montgó, también en 2002, en el que participaron grupos de la comarca como la Rondalla Vent, Pols i Pua, La Romàntica Alternativa del Saladar o Pinka, así como cantantes y formaciones con una larga trayectoria musical como Maria del Mar Bonet, Lluís Llach o Al Tall. Participaron al principio de la pandemia en las tareas de desinfección de calles en Dénia, el lunes asistirán a una charla sobre prevención de incendios que ofrece Conselleria en la Casa de Cultura de la ciudad y hoy sábado estarán en el marjal de Pego-Oliva participando en una campaña de limpieza del paraje natural. Son pequeñas acciones que muchas veces no se ven pero que suman.
Los cuarenta voluntarios de hoy poco tienen que ver con los que dieron luz a esta apuesta de protección medioambiental a finales del siglo pasado. Poco porque están más formados -no hay nadie que participe en la extinción de un incendio forestal sin tener la acreditación requerida-, tienen el material adecuado -aunque siempre hay cosas que renovar- y disponen de cinco vehículos en condiciones para los desplazamientos y las intervenciones, entre ellos dos autobombas. Y mucho que ver porque, no hay que olvidarlo, siguen en activo varios de los fundadores. Mujeres, aunque siempre las ha habido, son pocas “pero no tenemos la puerta cerrada para ellas”, señala Paco Soler.
El perfil del voluntario es el de un hombre de mediana edad, muchas veces con experiencia en extinción de incendios porque ha pertenecido a alguna brigada forestal, opositor a bombero “o simplemente gente concienciada con el tema medioambiental”, añade el presidente de la agrupación. En caso de incendio, dependen directamente del 112 y desde hace unos años, organizan las guardias de forma coordinada con todos los organismos implicados, entiéndase bomberos, agentes medioambientales, policías, Guardia Civil, ayuntamientos, la dirección del Parque Natural del Montgó y organismos de Protección Civil de Dénia, Xàbia, Pedreguer y Gata. “Es la mejor forma de coordinarse”, precisa, “se sectoriza el ámbito de actuación y de este modo se evita que nos solapemos unos a otros”.
Durante el verano, desde el último fin de semana de mayo y hasta el 3 de octubre, los voluntarios de ACIF-Marina Alta realizarán a diario tareas de vigilancia y prevención en el Montgó. Para unos el verano es sol y playa. Para ellos, sol y monte.